Revolución de la industria textil

Primera revolución industrial:



1) La industria:

su desarrollo fue excesivamente lento, quedando España rezagada del proceso que se estaba produciendo en otros países europeos. El desarrollo económico español, en el momento en que se extiende al continente la revolución industrial, estará condicionado por una serie de factores que dieron como resultado el retraso del país con relación al resto de los países europeos. Así, hacia mediados del siglo, el desarrollo español resultó frenado por las pérdidas humanas y económicas de la Guerra de la Independencia, la guerra carlista y la emancipación de las colonias americanas. Las causas del subdesarrollo serían: la carencia de capitales, que trae como consecuencia la dependencia del capitalismo europeo y la ayuda estatal;
la limitación del crecimiento demográfico y su mantenimiento en el sector primario; el elevado gasto del transporte terrestre y la insuficiencia de recursos energéticos, debido a las dificultades de explotación y la baja calidad del carbón asturiano. El único factor positivo con que contaba España era la abundancia de materias primas, sobretodo, minerales: Plomo, Mercurio, cobre, aunque las condiciones e incentivos para la explotación retrasaron su extracción sistemática hasta muy avanzado el siglo. Podríamos establecer las siguientes etapas en el desarrollo industrial: De 1808 a 1830, estancamiento industrial como consecuencia del pobre mercado interior, los acontecimientos políticos (guerra de la Independencia, guerras carlistas, independencia de las colonias americanas), la escasez de recursos y la ausencia de nuevas técnicas de la revolución industrial. De 1830 a 1860, arranque de la industrialización en los sectores textil y del hierro.
Paralelamente la modernización tiene lugar también en la industria, poco a poco ubicada en torno a los siguientes núcleos: carbón, hierro y papel en el norte; textil en Cataluña; siderurgia en el sur. De 1860 a 1913, período de crisis con etapas de fuerte crecimiento. Toda una serie de factores caracterizan a la industria española, como la regionalización de los grupos industriales, la dependencia de las inversiones extranjeras así como de materias primas e innovaciones técnicas, y el sometimiento a las fluctuaciones de la actividad agraria.

2) La industria textil

Fue la primera actividad industrial española a lo largo del Siglo XIX. Fue en Cataluña donde más se desarrolló y  fue un sector dedicado a producir para el mercado y no para el autoconsumo. El éxito de su implantación se debe a La concentración de capitales; procedentes de América o de la agricultura, que permitieron la constitución de sociedades anónimas capaces de realizar fuertes inversiones en las nuevas técnicas.
La primera industria textil organizada como sociedad anónima fue “La España Industrial S.A.”. La mecanización. Entre 1832 y 1869 se introdujeron el telar mecánico, la máquina de hilar y la máquina de vapor. La mecanización supuso una notable disminución de los costes cuyo resultado fue una mejora de la calidad de los productos y una reducción de los precios que a su vez estimularon la demanda, aumentada por la protección arancelaria y la sustitución de las prendas de lana por las de algodón (más barato). Con ello la producción en serie, carácterística de la industria contemporánea adquiríó un impulso evidente en Cataluña y fomentó la especialización del trabajo y la organización social propia de la sociedad industrial El sector textil catalán alcanzó su máximo apogeo entre 1830 y 1860. A partir de 1880 entró en crisis a causa de la penetración de productos textiles extranjeros.. Las consecuencias fueron positivas para el resto del país: desarrolló la industria química y la mecánica, favorecíó el impulso de la construcción de redes ferroviarias y absorbíó mano de obra de otras regiones agrícolas menos desarrolladas, especialmente de Andalucía y Levante.

3) La industria siderúrgica


El desarrollo de la industria siderúrgica en España estuvo condicionado hasta fines del Siglo XIX por las limitaciones de la demanda. El fuerte incremento de ésta procedente de los avances en los sectores agrario, textil y transportes desde el segundo tercio de la centuria, no fue contrarrestado por un desarrollo paralelo de la oferta siderúrgica. Entre las causas hay que destacar la escasez de cursos de agua aprovechables para la obtención de energía hidráulica o por la mala calidad del carbón mineral que dificultaban la aplicación de las nuevas técnicas. El principal demandante fue el ferrocarril.
Las zonas de producción siderúrgica se localizaron cerca de los centros de producción de hierro:
Andalucía, Asturias y el País Vasco: a) La moderna siderurgia española y los primeros altos hornos se instalaron en Málaga, favorecidos por los yacimientos ferrosos de Marbella y Ojén. Posteriormente se instalaron altos hornos en Santander, León, Mieres y Vizcaya. No obstante, hasta 1861 Andalucía producía el 55 % del hierro peninsular. Poco a poco y a partir de 1862 la regíón andaluza perdíó su privilegiada posición. Comenzaron las dificultades para surtirse de carbones minerales y fracasó, por su elevado coste, la sustitución de carbón vegetal por antracita galesa. B) A la hegemonía andaluza le sucedíó desde los años sesenta la asturiana.
Su crecimiento fue rápido aunque se mantuvo en valores absolutos muy modestos. No perdíó su hegemonía mientras fue la única zona de España en disponer de carbón mineral. A partir de 1876, la llegada de coque galés barato a la zona de Vizcaya hizo que las empresas asturianas perdieran competitividad. C) La siderurgia vizcaína experimentó el mayor crecimiento entre 1856 y 1871, con la exportación de hierro y de lingote. El crecimiento estable llegó en los años de la Restauración; en 1902 se formó la sociedad Altos Hornos de Vizcaya, producto de la fusión de tres empresas: Altos Hornos de Bilbao, La Vizcaya y La Iberia. La introducción de los primeros convertidores Bessemer y los hornos SiemensMartin contribuyeron decisivamente a la modernización de la siderurgia. El hierro vizcaíno se adaptó muy bien a estos convertidores; de ahí los buenos resultados en la producción.

4) La minería

En las últimas décadas del Siglo XIX la explotación del subsuelo se convirtió en el sector más dinámico de la economía nacional. España cuenta con buenos recursos mineros, destacando especialmente el Mercurio, el hierro, el cobre y el plomo A principios de siglo la minería española se hallaba sin desarrollar suficientemente debido a la falta de capital, desconocimiento de técnicas para producir a gran escala, ausencia de demanda por el subdesarrollo del país, y carencia de una legislación que estimulara su desarrollo. En este sentido, la legislación al respecto, durante el reinado de Isabel II, sufríó distintos avatares. Con la revolución de 1868 se modificó el marco legal, simplificando la adjudicación de las concesiones y dando seguridad al concesionario. De este modo, numerosos inversores extranjeros acudieron para iniciar la explotación de los minerales. Desde esta fecha la exportación de productos mineros representó una de las principales partidas de nuestro comercio exterior. La coyuntura internacional era favorable a la demanda de estos productos a causa del proceso de industrialización que se estaba llevando a cabo en el Occidente europeo y en América. En definitiva, la minería fue un factor de equilibrio para la balanza de pagos española. Sin embargo, no todo el dinero quedó en el interior; numeroso capital fue a parar a otros países y a compañías extranjeras que previamente habían invertido en las minas peninsulares. La escasez e inmovilidad de su potencial humano y económico y la deficiente administración de su Hacienda, no pudieron competir con el dinámico espíritu de los empresarios extranjeros que optaron por invertir en nuestro país.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *