Revolución industrial en España

-Revolución industrial. INTRODUCCIÓN.-

El despegue de la Revolución Industrial coincide con la estabilidad política de la fase final del reinado de Fernando VII a partir de 1827, en la que se produce una apertura económica y política desde el Antiguo Régimen al liberalismo, y con el reinado de Isabel II, durante el que se consolida el liberalismo. El despegue termina en 1868-1869, con el triunfo de las ideas democráticas. Así pues, en el segundo tercio del Siglo XIX se hizo un notable esfuerzo industrializador. Hacia 1865 España estaba muy por detrás de los países más industrializados, como Inglaterra, Bélgica, EE.UU. Y Francia, pero cerca o a la par de otros como Austria, Suecia, Países Bajos o los Estados alemanes e italianos, aunque no tardarían en dejar a España atrás a partir de 1870, pues en los años sesenta se produjo un proceso de desindustrialización debido a la falta de mentalidad capitalista para hacer frente a la competencia exterior y a las crisis económicas.

DESARROLLO.-


Factores de la industrialización española



La Guerra de la Independencia dejó arruinada a España y provocó la recesión demográfica. La pérdida de las colonias de América continental y, consiguientemente, de remesas y de mercados. La larga crisis política de la época de Fernando VII, que inhibía la actividad empresarial. Las escasas iniciativas industrializadoras y su también escaso dinamismo. La escasez de capitales, relacionada con una agricultura atrasada y con la descolonización, que supuso la dependencia de las inversiones de capital extranjero La falta de una red viaria adecuada que propiciase los intercambios y supuso la regionalización de los grupos industriales. El atraso, la escasez y la dependencia exterior en técnica, carbón y materias primas.

Estos factores dieron lugar a una industrialización caracterizada por:


1)
Desequilibrio regional, pues la baja capacidad adquisitiva de la mayoría de la población y las escasa o nulas vías de comunicación interior, hacía difícil un autentico despegue industrial, salvo en regiones periféricas (Cataluña, País Vasco, Málaga, Sevilla, Gijón, Cartagena, Valencia, Cádiz) en donde se suplieron esos obstáculos con su fácil acceso al mar y su tradición preindustrial (las forjas del País Vasco o los textiles catalanes) o mercantil, o su proximidad a países europeos más desarrollados.

Así, hubo un interior rezagado y una periferia modernizadora, contraste que será uno de los rasgos más peculiares de la industrialización española.

2)
Atraso agrícola, que intentó remediarse con las desamortizaciones.
Así pues, la industria se veía sometida al escaso rendimiento y las fluctuaciones de esa anticuada actividad agraria, fuente de consumo y proveedora de recursos industriales.

4)

Predominio textil


.-

La expansión textil durante el reinado de Isabel II es uno de los fenómenos más importantes de la historia económica europea en el segundo tercio del Siglo XIX, y dentro del sector textil es la industria del algodón catalana la más importante con diferencia, siendo el piloto de la Revolución Industrial española pues, además de su propia importancia, potenció el desarrollo de otros ramos fabriles dentro y fuera de Cataluña (industria química y mecánica), impulsó la construcción de redes ferroviarias y absorbíó mano de obra de otras regiones, especialmente de Andalucía y Levante.

Gracias a la industria textil, España pudo figurar entre las naciones en vía de industrialización

Pero a partir de 1880 la penetración de textiles extranjeros provocó una crisis en la industria textil catalana. Entonces, los proteccionistas, básicamente fabricantes catalanes, reclamaron medidas arancelarias que la protegieran de la competencia extranjera. Sin embargo los librecambistas, principalmente cerealistas castellanos, vinateros andaluces y empresarios mineros, veían perjudicadas sus exportaciones (a Inglaterra sobre todo) por las trabas a la importación de productos británicos. 6)

Red viaria

-A comienzos del Siglo XIX, España tenía una red de caminos insuficiente. Había dos inconvenientes para su modernización: la escasa voluntad política y una orografía accidentada, pero la articulación viaria era imprescindible para potenciar los intercambios interiores y exteriores de bienes que hicieran posible la industrialización. Así pues, aun siendo cierto que el ferrocarril contribuyó al desarrollo económico de España, no fue el impulsor de la modernización que debía haber sido.
7) Recursos mineros.-A excepción del carbón, España contaba con recursos mineros, destacando Mercurio, hierro, cobre y plomo. Desde mediados de siglo fue explotado con capital extranjero, llegando a ser España, desde 1869 a 1881, el primer productor mundial), potenciando la Revolución Industrial de Europa.
Pero esa riqueza CONCLUSIONES.-

El balance final de esta fase de la Revolución Industrial española es de fracaso y de retraso respecto a los países europeos más avanzados. La falta de mentalidad es lo que mejor explica que en España no se diera el despegue industrial a la altura de los más avanzados, pues, si es cierto que hubo factores adversos, como la escasez de carbón o la orografía complicada para la modernización de la red viaria, hubo otros a favor que no se aprovecharon, como la riqueza minera o la facilidad para el comercio marítimo.  Muy al contrario, los beneficios iban a un reducido sector de la población que además tenía el poder político, del cual se beneficiaban, como demuestran las inversiones en infraestructuras más orientadas a obtener ventajas particulares que al desarrollo global del país, o la escasísima inversión en educación o en investigación y desarrollo de tecnología propia

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