Revolución Liberal en España: Contexto y Consecuencias del Reinado de Carlos IV

ABSOLUTISMO

Sistema de gobierno en que el soberano o corporación dirigente no tiene limitadas sus facultades por ninguna ley constitucional.

AFRANCESADOS

Intelectuales, funcionarios y alta nobleza que en la guerra de la Independencia apoyaron a José I, pensando que su actitud reformista y pro nuevo régimen sería positiva para España. Una vez acabada la guerra, son perseguidos por Fernando VII y muchos se exilian a Francia.

AMORTIZACIÓN DE LAS TIERRAS

Vinculación de la propiedad de las tierras en el Antiguo Régimen con una institución. Dicha vinculación a la institución impedía que las tierras se vendieran, partieran o alquilaran.

ANTIGUO RÉGIMEN

Sistema político, económico y social que se da en los siglos XVI, XVII y XVIII, caracterizado por la monarquía absoluta, la economía cerrada y de base agraria, y la sociedad estamental.

BIENES PROPIOS Y BIENES COMUNES

Los bienes comunes pertenecen a la comunidad vecinal (municipio) siendo aprovechados por todos; suelen ser los bosques, prados, aguas, etc.

CARTA OTORGADA

Conjunto de disposiciones legislativas que, a modo de una Constitución, es la base legal de un país. La diferencia con la Constitución es que la Carta Otorgada no tiene su origen en la soberanía nacional, sino que es el rey quien la «otorga» al pueblo.

CONSTITUCIÓN

Ley de leyes, suprema y fundamental en la que se basa un Estado de Derecho y que obliga a todos, siendo el origen de todas las demás leyes, reglamentos y normas. Es el punto básico de los sistemas democráticos.

CRIOLLOS

Son personas nacidas en las colonias que descienden de españoles.

DÉCADA OMINOSA (1823-1833)

Nombre con el que los liberales denominaron a la última etapa del reinado de Fernando VII. Este calificativo peyorativo responde a la restauración absolutista.

DESAMORTIZACIÓN

Conjunto de leyes que suprimen la amortización o paso de la propiedad institucional a la individual o privada.

DESPOTISMO ILUSTRADO

Es un sistema político basado en la monarquía absoluta, pero con la utilización de la ideología ilustrada por parte de las monarquías absolutas. La frase que mejor define al despotismo ilustrado es «todo para el pueblo, pero sin el pueblo».

GUERRA DE GUERRILLAS

Es aquella en la que un bando es tan inferior al otro que utiliza el conocimiento del terreno y el apoyo de la población local para infligirle al ejército enemigo ataques por sorpresa. Las guerrillas están compuestas por un número escaso de participantes.

ILUSTRACIÓN

Movimiento ideológico europeo que va a ser la base ideológica de las revoluciones liberales o burguesas. Tiene su origen en Francia, donde destacan Rousseau, Voltaire y Montesquieu. Sus características principales son la importancia que se le otorga a la razón, el progreso, la felicidad, la educación y la ciencia. Preconiza la igualdad de todos los individuos ante la ley y la libertad, criticando al Antiguo Régimen y sus instituciones.

INQUISICIÓN

Tribunal eclesiástico instaurado en España por los Reyes Católicos que reprimió la herejía y los demás delitos contra la fe cristiana.

LEY SÁLICA

Disposición francesa que prohíbe a las mujeres optar a la sucesión al trono. Fernando VII la derogó en 1830, a través de la pragmática sanción.

LIBERALISMO

Corriente doctrinal que preconiza la supremacía de leyes naturales, que deben informar la sociedad por entero, y cuyos presupuestos son la exaltación del individuo y sus derechos, la no injerencia del Estado en la vida social y económica, y el origen parlamentario de las leyes.

MANOS MUERTAS

Nombre que reciben las propiedades amortizadas de la nobleza, el clero y los municipios.

MAYORAZGO

Conjunto de bienes territoriales que se apartan del orden normal de sucesión y quedan vinculados a un orden sucesorio especial, que recae normalmente en el hijo mayor.

MONARQUÍA

Etimológicamente significa el gobierno de uno solo.

PRONUNCIAMIENTO

Alzamiento militar para derribar un gobierno.

SOBERANÍA

Concepto político que indica el poder del estado libre y no sometido a ningún otro. La soberanía puede ser real, de carácter divino, compartida, nacional o popular. La soberanía compartida entre el rey y las cortes es propia de los sistemas parlamentarios conservadores del siglo XIX. Progresivamente se fue imponiendo la soberanía nacional, concepto de Rousseau. Más tarde aparece el concepto de soberanía popular, concepto más progresista referido al pueblo. Estos tres tipos de soberanía están relacionados con el sufragio censitario y universal.

SOCIEDAD ESTAMENTAL

Es aquella que se estructura en torno a estamentos cerrados y rígidos. La sociedad estamental es propia de una economía de base agraria y del Antiguo Régimen. Los tres estamentos eran la nobleza y el clero como privilegiados y el tercer estado.

TRIENIO LIBERAL

La expresión Trienio Liberal hace referencia a los tres años que transcurrieron entre 1820 y 1823. Se les denomina de esta manera porque, reinando Fernando VII «El Deseado», el 1º de enero de 1820 tuvo lugar en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan el pronunciamiento militar del teniente coronel Rafael del Riego. Se restableció la Constitución de 1812. Se vivió un período de gran inestabilidad política causada por la latente desafección del rey y por la rivalidad entre los propios liberales, divididos entre exaltados (veintenos) y moderados (doceañistas).

CANTONALISMO

Movimiento político español durante la primera república que es partidario de un federalismo de carácter radical. Se trata de establecer una serie de ciudades independientes que se federarían libremente.

CARLISMO

Movimiento político que tuvo su origen a la muerte de Fernando VII y el conflicto sucesorio surgido. Su lema es «Dios, Patria, Rey y Fueros». Van a tener sus bases sociales en los pequeños campesinos, los clérigos y la pequeña nobleza.

CONCORDATO CON LA SANTA SEDE

Nombre que recibe el tratado entre una autoridad eclesiástica (el Vaticano) y el Estado.

DEUDA PÚBLICA

Es el conjunto de préstamos y créditos que tiene el Estado.

DIVISIÓN PROVINCIAL DE JAVIER DE BURGOS

Por la cual se dividió España en 49 provincias y regiones. La división provincial realizada ha perdurado hasta la actualidad; la regional tuvo en 1978 algunas modificaciones.

FEDERALISMO

Doctrina política que plantea la necesidad de luchar contra el autoritarismo y el centralismo y defiende la autonomía del individuo, del municipio, de la región y de la federación. Pi i Margall fue el principal teórico.

GLORIOSA

Revolución de 1868 o Gloriosa fue un levantamiento revolucionario español que tuvo lugar en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento de la reina Isabel II y el inicio del periodo denominado Sexenio Democrático.

JUNTAS O JUNTISMO

Fenómeno del siglo XIX. Aparecen en la guerra de la Independencia como asociación de ciudadanos ante el vacío de poder existente, reclamando la soberanía nacional. Durante el reinado de Isabel II van a estar relacionadas con el partido progresista y aparecen en momentos revolucionarios, como en 1836, 1854 y 1868. Va a ser un fenómeno estrictamente urbano y eran la expresión del pueblo liberal, tienen como brazo armado a la Milicia Nacional.

LIBRECAMBISMO

Política comercial tendente a facilitar las exportaciones y no poner trabas a las importaciones, reduciendo los aranceles y contingentes. Se opone al proteccionismo y pretende fomentar la modernización y competitividad de la economía.

MASONERÍA

Del francés «maçon» que significa albañil. Su origen está en los gremios de constructores medievales que crearon sus propias normas de defensa.

MILICIA NACIONAL

Es una institución creada por la burguesía para defender sus intereses, es decir, el Estado liberal. Solo podían participar aquellos contribuyentes que demostrasen un nivel económico medio. Fueron creadas por la Constitución de 1812 para garantizar el nuevo orden constitucional. En el reinado de Isabel II, los moderados la suprimen y los progresistas la institucionalizan. Espartero se apoyó repetidamente en ellas para alcanzar el poder, tanto en 1840 como en 1854.

OLIGARQUÍA

Etimológicamente significa gobierno de unos pocos. En el siglo XIX en España, la nobleza y la alta burguesía hicieron un pacto tácito para gobernar el país según sus intereses. Participaron en política a través del partido moderado o conservador.

PARTIDO POLÍTICO

Agrupación de ciudadanos con el objetivo de alcanzar el poder político de acuerdo a unas ideas y a un modelo de organización social y económica de la sociedad.

PARTIDO DEMÓCRATA

Escisión del partido progresista en 1849. Estará formado por los progresistas más radicales, republicanos y minorías intelectuales. Reivindican el sufragio universal, teniendo cierto protagonismo en la Gloriosa y en el Sexenio Revolucionario.

PARTIDO PROGRESISTA

En el trienio liberal (1820-23) los liberales se escinden en moderados y progresistas. Durante la Regencia de María Cristina vuelven a aparecer protagonizando la Revolución del 36. Entre 1840 y 1843 tienen el poder con Espartero como regente. Lo van a volver a conseguir en el bienio progresista de 1854-56. En el sexenio revolucionario vuelven a ser protagonistas liderados por Prim.

PROLETARIADO

Es la clase obrera, el proletariado, la que estaba llamada a derrotar el capitalismo e instaurar el comunismo, en el que tras la dictadura del proletariado se instalaría la sociedad sin clases.

PROTECCIONISMO

Política comercial consistente en arbitrar las medidas necesarias para proteger la producción interna; ya sea imponiendo aranceles, contingentes o monopolios.

REPÚBLICA

Del latín asunto o cosa pública. Es el sistema de gobierno que preconiza que el jefe del estado salga de la voluntad popular.

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Proceso de aceleración histórica por el que se pasa de la economía del Antiguo Régimen (basado en la agricultura y de carácter cerrado) a la economía del Nuevo Régimen (basada en la industria y servicios y de carácter abierto).

SUFRAGIO

Sinónimo de voto; es una de las expresiones máximas de un sistema democrático. El sufragio puede ser restringido o censitario y universal. Durante el siglo XIX en España dominó el sufragio censitario; la Constitución de 1869 establecía el universal, pero este se consolidó en 1890 bajo el gobierno de Sagasta. El sufragio universal femenino se proclamó en la Constitución de 1931. Otra tendencia ha sido rebajar la edad en la que se puede votar; actualmente está situada en los dieciocho años.

SUFRAGIO CENSITARIO

En este sistema electoral solo pueden votar los ciudadanos que paguen como impuesto a Hacienda una determinada cantidad: el censo. Dicho impuesto se establecía en función del patrimonio, lo cual hacía que este se redujese a ciertos sectores privilegiados de la sociedad. En España prevalece desde 1834 hasta 1868 y desde 1877 a 1890, con una reducción cada vez mayor de las cuotas necesarias para tener derecho a voto.

UNIÓN LIBERAL

Partido de centro creado por O’Donnell con el ala derecha del Partido Progresista y el ala izquierda del Conservador. Participó en los distintos gobiernos desde 1854 hasta 1870. En la Restauración, la mayor parte de sus miembros militaron en el partido canovista, aunque una minoría lo hizo en el liberal-fusionista de Sagasta.

ESPAÑA ANTE LA REVOLUCIÓN LIBERAL: EL REINADO DE CARLOS IV

1. EL REINADO DE CARLOS IV (1788-1808)

LA INFLUENCIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA

Este reinado, que representa el agitado tránsito a la España contemporánea, estuvo condicionado tanto por la Revolución Francesa, un importante suceso externo completamente novedoso, como por dificultades internas con raíces en el pasado más reciente. Las guerras exteriores, la crisis fiscal y el desmoronamiento institucional de la monarquía absoluta del Antiguo Régimen serán los problemas determinantes del reinado de Carlos IV, iniciado tras la muerte de su padre (Carlos III), un año antes de la Revolución Francesa. El nuevo rey, un hombre poco capacitado y desinteresado por las cuestiones de Estado, contaba ya cuarenta años de edad.

1.1. Política exterior

La Revolución Francesa (1789) marcó la actividad diplomática y militar externa de los gobiernos de Carlos IV. Encontramos dos fases bien definidas en la política exterior española durante este reinado:

  • a) Hostilidad contra Francia (1789-1794)
    En 1789, el objetivo prioritario del gobierno, encabezado entonces por el Conde de Floridablanca, era aislar España del contagio revolucionario francés, cerrar el país a toda posible penetración de la ideología revolucionaria. Se temía la expansión de las nuevas ideas liberales. Para evitarlo, se tomaron medidas defensivas que impidieron la entrada por las aduanas de libros, objetos, periódicos o viajeros sospechosos procedentes de Francia, que suponían una amenaza para los principios monárquicos absolutistas y católicos de España. Además, se prohibió a los periódicos nacionales hablar de los sucesos políticos que tenían lugar en el país vecino. A los pocos años, la situación se radicalizó en Francia, y en 1793 fue guillotinado el rey Luis XVI, un Borbón como Carlos IV. Este hecho provocó, exclusivamente por motivos ideológicos, la declaración de guerra contra Francia. La Francia revolucionaria, republicana, regicida y laica ya luchaba entonces contra Prusia y Austria, monarquías absolutas y católicas como España. Las operaciones militares fueron negativas para España, ya que el ejército francés ocupó parte de Cataluña y el País Vasco. Finalmente, en 1794 España se vio forzada a firmar la paz. Los franceses obtuvieron Santo Domingo y algunas ventajas comerciales a cambio de la retirada de sus tropas de la Península.
  • b) Alianza contra Francia (1796-1808)
    Las alianzas diplomáticas se invirtieron totalmente en 1796 con la firma del Tratado de San Ildefonso, un pacto hispano-francés dirigido contra Gran Bretaña. El motivo que impulsó a España fue la defensa de sus intereses económico-comerciales y territoriales en América. El gobierno de Carlos IV prescindió de motivos ideológicos y se impusieron las razones estratégicas, ya que Gran Bretaña representaba desde hace años una amenaza constante para las colonias españolas en América, pues los buques ingleses cortaban la navegación comercial entre la Península y las Indias. La Corona Española y la República Francesa coinciden en su interés por derrotar a un enemigo común. Como consecuencia de este tratado, España y Francia entraron en guerra contra Gran Bretaña y Portugal, su tradicional aliado. El resultado del conflicto fue nefasto para la flota española, que quedó destruida por la armada inglesa dirigida por el almirante Nelson en 1805 durante la Batalla de Trafalgar. Mientras, el general Napoleón, tras un golpe de Estado, estableció la dictadura personal (1799) y posteriormente se autocoronó Emperador de los franceses. En 1806 Napoleón inició el bloqueo continental contra Gran Bretaña; su propósito era interrumpir todo el comercio marítimo inglés con Europa para asfixiar económicamente a su enemigo, ya que no conseguía derrotarle en el mar ni invadir la Isla. En 1807 Francia y España renovaron su alianza con el Tratado de Fontainebleau con un nuevo objetivo, la invasión y reparto territorial de Portugal, entre ambas naciones. Para facilitar el ataque a Portugal, Carlos IV autorizó la entrada de tropas francesas en suelo español.

1.2. Aspectos internos del reinado de Carlos IV

Desde el punto de vista económico, fueron años de crisis, inflación y fuerte déficit en la Hacienda Estatal producido tanto por el incremento rápido de los gastos militares en las guerras contra Francia y Gran Bretaña, como por la insuficiencia de los ingresos. Los ingresos estatales, mermados por las exenciones fiscales que beneficiaban a los estamentos privilegiados, disminuyeron al llegar cada vez con más dificultad los metales preciosos desde América a causa de las agresiones británicas por mar. Por ello, la Corona hubo de recurrir para conseguir dinero al crédito, a la emisión de deuda pública (los “Vales Reales”) y a las leyes desamortizadoras de 1798 impulsadas por Manuel Godoy, quien desde 1792 estaba al frente del gobierno. Con esta desamortización se vendieron en subasta pública, con autorización del Papa, algunos bienes eclesiásticos de escasa cuantía. Esta medida legislativa no solucionó el problema del déficit estatal, pero sí provocó la animadversión del clero católico contra Godoy y sus intentos de reforma. Desde el punto de vista político, agudas tensiones sacudían España durante los primeros años del siglo XIX, viviéndose un ambiente de caos que revelaba la profunda descomposición de la Monarquía Hispana.

2. ESPAÑA EN LA EUROPA NAPOLEÓNICA

2.1. Las Abdicaciones de Bayona

Fernando y Carlos se disputaban el favor de Napoleón, invicto y todopoderoso en Europa; sus ejércitos ocupaban en 1808 Italia, Holanda y gran parte de Alemania. Ambos esperaban obtener el respaldo del francés en su pugna por el trono español; por ello, partieron hacia la ciudad francesa de Bayona, cercana a la frontera española. Allí, el Emperador francés obligó por la fuerza a Carlos IV y a Fernando VII a renunciar a sus derechos al trono español. Éstos, atemorizados, abdicaron y cedieron sus derechos reales a Napoleón, un acto vergonzoso que demostraba la evidente falta de dignidad de los reyes españoles. El Emperador proclamó a su hermano José I rey de España y de las Américas. Sin embargo, Napoleón no dominaba el problema español por un doble error de apreciación, que le traería perniciosas consecuencias: creyó que los españoles deseaban reformas al estilo francés y consideró a los españoles tan pasivos y pusilánimes como a sus reyes. Ninguna de ambas apreciaciones era cierta, y el 2 de mayo de 1808 comenzaron en Madrid los levantamientos populares contra el ejército invasor francés, el pueblo madrileño reaccionó contra el secuestro del resto de los miembros de la Familia Real residentes en el Palacio Real. Estos levantamientos se extendieron pronto a toda España.

2.2. Las actitudes ante la ocupación

La sociedad española reaccionó de forma diferente ante los hechos consumados de la invasión francesa y las renuncias de Bayona; distinguimos tres actitudes:

  • La mayoría de los españoles, pertenecientes a distintos grupos sociales y opciones ideológicas (liberales, absolutistas, reformistas), se opusieron a la ocupación participando más o menos activamente en la lucha contra el ejército napoleónico.
  • Otro sector de la sociedad, compuesto especialmente por funcionarios del Estado y empleados que vivían en las ciudades controladas por los franceses, adoptó una posición tibia e indecisa. Muchos de ellos prestaron, como se les exigía, el juramento de fidelidad a Bonaparte, solo para conservar su situación.
  • Un grupo numéricamente muy reducido de españoles, los llamados “afrancesados”, apoyaron a José I. Estos colaboracionistas, en su mayor parte integrantes de los sectores sociales más altos, habían sido antes partidarios de las reformas ilustradas que la muerte de Carlos III y, sobre todo, la Revolución Francesa habían truncado.

Las razones expuestas por esta minoría de afrancesados para justificar su apoyo a los franceses fueron:

  1. Consideraban inútil cualquier resistencia armada ante tropas hasta entonces invencibles; estimaban que oponerse a las fuerzas imperiales equivalía a provocar la ruina de España.
  2. Deseaban impedir la desmembración del territorio español y asegurar su integridad.
  3. Contemplaban en el cambio de dinastía la posibilidad de emprender un programa de reformas que España necesitaba, evitando experiencias revolucionarias.

Los afrancesados (algunos eran bienintencionados, pero muchos de ellos eran simples oportunistas con ansia de medrar aprovechándose de la nueva situación) fueron considerados traidores a su patria por la mayoría del pueblo español. Al término de la guerra se vieron forzados a marchar al destierro por su colaboración con el enemigo; así, unos 15.000 afrancesados pasaron a Francia en 1814.

El nuevo régimen político monárquico de José I quedó diseñado en teoría por el denominado Estatuto de Bayona, elaborado por el entorno del Emperador y dado en esa ciudad en julio de 1808; esta ley fundamental, en realidad, debe ser definida como una “carta otorgada”, ya que no fue producto de un acto soberano de la nación. El Estatuto de Bayona, que jamás fue aplicado en la práctica, era un texto parcialmente reformista, pues incluía en su contenido el reconocimiento de ciertos derechos individuales (libertad de imprenta, libertad de movimientos, libertad de industria y comercio, igualdad fiscal), aunque también establecía la religión católica como única permitida, fijaba el mantenimiento de casi todos los privilegios estamentales y continuaba reservando al rey la práctica totalidad de los poderes, incluidas las atribuciones legislativas.

2.3. La Guerra de la Independencia

El levantamiento generalizado se convirtió en una prolongada y cruenta guerra (1808-1813) de resistencia contra los franceses. Estas luchas españolas por la independencia, “The Peninsular War” según la historiografía inglesa, se encuadran en el contexto internacional de las guerras europeas de liberación antinapoleónicas que sostuvieron también alemanes y rusos. Sus características fundamentales comunes fueron:

  • Amplia participación popular.
  • Deseo de independencia y defensa del espacio propio frente al invasor.
  • Entusiasmo nacionalista y rechazo emocional de “lo francés”, identificado con el ateísmo y robo.

En el desarrollo de los acontecimientos bélicos distinguimos tres fases:

  • a) Primera fase: desde mayo a finales de 1808
    Se desarrolló una guerra convencional en la que, frente a la superior técnica militar francesa, los españoles opusieron una heroica resistencia. Durante estos meses, las tropas francesas, unos 150.000 hombres bajo el mando de Murat, fueron incapaces de ocupar rápidamente el país. No lograron conquistar Gerona, Zaragoza ni Valencia. El ejército español venció en la Batalla de Bailén (Jaén) y los franceses se vieron obligados a evacuar Madrid y Portugal, derrotados en este caso por el ejército inglés, aliado ya de los españoles.
  • b) Segunda fase: desde fines de 1808 hasta finales de 1811
    Fase de dominio militar francés, que se inició con el traslado de Napoleón en persona a España al frente de 250.000 hombres, en su mayoría los mejores veteranos de guerra. El Emperador recuperó Madrid y regresó a Francia (enero 1809). Los años siguientes, el ejército francés fue conquistando territorios a cambio de enormes pérdidas humanas. Así, en 1810 ya ocupaban Aragón, Cataluña y casi toda Andalucía, excepto Cádiz y Huelva. En cualquier caso, el dominio francés no fue nunca indiscutido: las guerrillas ocasionaron graves pérdidas a los invasores, quienes tuvieron que mantener en armas un número excesivo de soldados. La guerrilla prueba la activa participación del pueblo en la lucha contra las tropas francesas. Fue una novedosa forma de combate adoptada por los españoles, dada su inferioridad militar ante el ejército invasor. Las guerrillas eran pequeños grupos, cada uno compuesto por unos pocos cientos de combatientes que atacaban continuamente y por sorpresa a los franceses en acciones rápidas sobre espacios rurales, controlados en teoría por el enemigo, aprovechando su conocimiento del terreno y la colaboración de la población civil que facilitaba a los guerrilleros información, alimentos y refugio. El ejército francés, incapaz de luchar con efectividad contra las guerrillas, reaccionó desarrollando una dura represión indiscriminada contra la población española en su conjunto.
  • c) Tercera fase: 1812 y 1813
    Se vuelve a la guerra convencional apoyada por las guerrillas. Durante estos años, los franceses, con efectivos cada vez más reducidos e impotentes para afrontar simultáneamente dos frentes de guerra en España y Rusia, irán retirándose progresivamente hacia la frontera pirenaica, empujados por los españoles y por el ejército anglo-portugués dirigido por el general Wellington. Las grandes batallas del periodo fueron Arapiles, Vitoria y San Marcial, con las cuales se puso fin a la presencia del ejército francés en España. Esta guerra se ganó gracias al esfuerzo sumado del ejército inglés y de los guerrilleros españoles.

2.4. Principales consecuencias de la invasión y de la guerra

La Guerra de la Independencia fue una “guerra total”, en el sentido de que toda la gente del país y todos los lugares tomaron parte en ella de una u otra forma. Hubo unas 470 batallas e infinitas escaramuzas o pequeños encuentros armados, en los que nadie se daba por vencido; Madrid, por ejemplo, cambió seis veces de dueño. En ningún otro conflicto bélico ha sufrido España tantos daños.

Las consecuencias de la guerra se pueden resumir como sigue:

  1. Elevadas pérdidas humanas (unas 300.000 bajas) y económicas por la enorme devastación material en el interior de la Península al quedar destruidas cosechas, ganado, carreteras, puentes, etc. La guerra fue catastrófica para la economía nacional.
  2. Se aceleró el desmoronamiento del Imperio español en las Indias, pues poco después se perderían los territorios americanos al desencadenarse el proceso de Emancipación.
  3. España, que todavía durante el siglo XVIII había sido una gran potencia mundial, saldría de esta guerra convertida definitivamente en una potencia de segundo orden en el ámbito internacional europeo.
  4. En el aspecto político interno, la guerra provocó la transición desde la monarquía absoluta al estado liberal.
  5. El desgaste sufrido por los franceses en España incidió negativa y decisivamente en el desastre final del ejército napoleónico en Europa. Según cálculos aproximados, los franceses sufrieron unas 350.000 bajas en la guerra de España.

3. EL PROCESO REVOLUCIONARIO DE CÁDIZ. JUNTAS, CORTES Y CONSTITUCIÓN DE 1812

Durante los años de guerra tuvo lugar el proceso revolucionario político gaditano, que significó la ruptura con el absolutismo del pasado. El hundimiento del Antiguo Régimen en España se producía tras dos décadas de fracasos militares, crisis fiscales y desprestigio de la monarquía. Al haber renunciado al trono Carlos IV y Fernando VII, se produjo un vacío de autoridad o poder legítimo y, como el rey impuesto José I no era aceptado, sería el pueblo español en su conjunto el que recogiese la soberanía vacante en un acto completamente revolucionario, ya que se pasaba así del poder monárquico al poder popular.

3.1. Las Juntas

De la misma manera que las guerrillas ejemplifican la participación espontánea de los españoles en la guerra, las Juntas demuestran su participación en la revolución política. Las Juntas, que agruparon a representantes del pueblo, fueron los nuevos organismos políticos que asumieron el poder surgido en la España de la resistencia. Estas Juntas locales y provinciales se formaron contra los franceses en numerosas partes del país inmediatamente después de conocerse las abdicaciones de Bayona. Analizando la procedencia social de sus componentes, encontramos un predominio de los oficiales del ejército, altos funcionarios, jueces, profesores de prestigio, algunos miembros del alto clero, grandes burgueses, distinguidos aristócratas y antiguas autoridades civiles. En septiembre de 1808 se creó la Junta Central, integrada por 36 representantes de todas las Juntas provinciales. Esta Junta estableció primero su sede en Aranjuez, y posteriormente se trasladó a Sevilla y Cádiz, obligada por el avance de las tropas de Napoleón.

La obra de la Junta Central fue triple:

  1. Gobernar al país, pues era el órgano legítimo supremo nacional en ausencia del rey.
  2. Dirigir la resistencia militar contra los franceses; por ello firmó un tratado de alianza con Inglaterra.
  3. Convocar la reunión de los representantes de la Nación en unas Cortes extraordinarias en Cádiz. Iniciativa completamente revolucionaria, ya que anteriormente el derecho de convocatoria de Cortes quedaba reservado exclusivamente a los reyes.

A fines de enero de 1810, la Junta Central se autodisolvió y traspasó sus poderes a una Regencia de cinco miembros.

3.2. Las Cortes de Cádiz

Su obra, en principio, no deja de ser paradójica. Mientras gran parte del pueblo español se enfrenta a las ideas y hombres franceses, un grupo de Ilustrados pretende implantar unas reformas basadas en las ideas francesas. Se admiran las ideas de Francia, pero se rechaza su dominio. La labor de las Cortes se vio favorecida por la ausencia del Rey. Su obra representa la primera revolución burguesa en España. Se reunieron en septiembre de 1810; lo hicieron en Cádiz para quedar a salvo de las tropas francesas, aunque la ciudad estaba sitiada por el enemigo. Las Cortes se autoconcedieron poderes ilimitados. Estaban formadas por unos 300 diputados cuya extracción socio-profesional era la siguiente: unos 100 eclesiásticos, 60 abogados, más de 50 altos funcionarios públicos, 16 catedráticos, unos 40 militares y solo 20 miembros de la burguesía industrial y comercial. Observamos el dominio de las clases medias con formación intelectual y la escasa presencia de nobles (8) y obispos (9).

Pronto aparecieron entre los diputados dos grandes tendencias:

  1. Los liberales, partidarios de las reformas revolucionarias, que dominaron los debates e influyeron decisivamente en toda la labor de las Cortes.
  2. El grupo de los absolutistas, llamados despectivamente los “serviles”, que se pronunciaron a favor de la defensa del viejo absolutismo monárquico.

Las Cortes proclamaron a Fernando VII, a quien se consideraba secuestrado, como legítimo Rey. Los dos objetivos principales de las Cortes de Cádiz fueron:

  1. Reformar profunda y estructuralmente las instituciones políticas, económicas y jurídicas españolas.
  2. Redactar una Constitución.

El primero de estos objetivos se llevó a cabo mediante una serie de decretos y leyes. Destacan por su mayor trascendencia los siguientes:

  1. Libertad de imprenta y supresión de la censura previa por primera vez en España (1810).
  2. Abolición del Régimen Señorial y de los señoríos jurisdiccionales, que eran un residuo feudal. No obstante, al convertirse los títulos señoriales en contratos de propiedad particular, la nobleza salvó casi todos sus bienes y tierras. Debemos recordar que muchos miembros destacados de la nobleza participaban en la resistencia antifrancesa (1811).
  3. Supresión de la Inquisición (1813).
  4. Abolición del régimen gremial, lo que suponía la libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación (1813).
  5. También se emprendió una tímida desamortización eclesiástica con la incautación de los bienes de Órdenes militares y de los Jesuitas (1813).
  6. Creación de un moderno sistema presupuestario para controlar gastos e ingresos del Estado.

3.3. La Constitución de 1812

Constitución de carácter liberal promulgada el 19 de marzo de 1812. Se trata de un documento legal de gran importancia histórica, aunque careció de hecho de aplicación en la vida pública. Los hombres más destacados que participaron en su elaboración fueron los liberales Agustín Argüelles, Muñoz Torrero y Pérez de Castro. Esta Constitución consta de 384 artículos y descansa sobre cuatro principios fundamentales:

  1. Soberanía Nacional. Principio según el cual el poder reside en la nación en su conjunto; este precepto político se opone a la soberanía monárquica absolutista legitimada por el origen divino.
  2. División de poderes. La Constitución confía el poder legislativo a unas Cortes unicamerales. El poder judicial queda depositado en los Tribunales, de tal forma que el Rey y los Señores feudales pierden la potestad de administrar justicia como sucedía en el Antiguo Régimen. El poder ejecutivo queda con limitaciones en manos del Rey, pues para impedir el retorno al absolutismo, el monarca no podía disolver las Cortes; además, sus órdenes quedarían invalidadas en caso de no llevar la firma del ministro correspondiente, quien sería responsable de su gestión ante la Cámara legislativa. Aunque el Rey reina pero no gobierna, conserva importantes atribuciones: posee iniciativa de proponer leyes a las Cortes, manda nominalmente las Fuerzas Armadas, dirige las relaciones internacionales (siempre con el consentimiento de las Cortes) y nombra libremente a los Ministros, que debían contar con el apoyo de las Cortes según el principio de “doble confianza”. Además, el Rey poseía un veto suspensivo transitorio durante dos años; después quedaba obligado a aceptar la ley aprobada en Cortes.
  3. El nuevo derecho de representación. Los Diputados representaban a todos los españoles y no a los estamentos, como en las antiguas Cortes. De este modo, los ciudadanos participan en política, aunque la Nación solo puede ejercer su poder indirectamente a través de representantes elegidos; en el régimen representativo liberal, el ejercicio de la soberanía no reside en la Nación, sino en las personas en quienes la Nación lo ha delegado. Según el texto constitucional, los Diputados se nombran mediante un complicado procedimiento electoral por sufragio universal indirecto en cuarto grado. Tenían derecho a voto todos los hombres mayores de 25 años, que elegían a unos compromisarios que a su vez elegían a los Diputados. También en las provincias americanas votaban representantes en Cortes. Alcaldes y Concejales municipales serían elegidos democráticamente por los vecinos.
  4. La declaración de igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley. Esto supone el fin de las diferencias estamentales con sus privilegios fiscales, militares y jurídicos. Se omite toda alusión a los territorios con Fueros, lo que equivale a un no reconocimiento, aunque tampoco se derogan explícitamente los regímenes forales vasco-navarros.

En la Constitución de 1812 encontramos otros puntos de interés:

  1. El reconocimiento de una serie de derechos individuales lo encontramos repartido a lo largo del articulado: derecho a la educación (art. 25), libertad de imprenta (art. 371), inviolabilidad del domicilio (art. 306), derecho a la libertad y a la propiedad (art. 4).
  2. La proclamación del Catolicismo como única confesión permitida. Debemos interpretar esta negación de la libertad religiosa como un gesto de prudencia condicionado por la guerra y la necesaria colaboración del clero católico en la lucha contra los franceses.
  3. La reorganización de las Fuerzas Armadas con la creación de un ejército que sirva, represente y defienda a la Nación en sustitución de los anteriores ejércitos de la Monarquía. El texto constitucional distinguía entre un ejército permanente encargado de la defensa exterior de España y la Milicia Nacional, un nuevo cuerpo eventual de ciudadanos armados creado para defender el Régimen Liberal contra sus posibles enemigos internos.

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