Sociedad ilustrada

Esta gráfica de barras nos ofrece el alcance de las ventas de los bienes desamortizados, distinguiendo entre bienes eclesiásticos y bienes civiles, y contabilizados en cuatro periodos claramente diferenciados del reinado de Isabel II. En ella observamos que los periodos de mayor actividad desamortizadora fueron bajo los gobiernos progresistas.En primer lugar, la desamortización de Mendizábal, en la columna que se encuentra más a la izquierda, consistíó en la incautación por parte del Estado de los bienes de la Iglesia que fueron puestos a la venta mediante subasta pública a la que podían acceder todos los particulares interesados en su compra. Las tierras podían adquirirse en metálico o a cambio de título de la deuda pública. Según el gráfico, fueron recaudados 3.300 millones de Reales de Vellón mientras que por Bienes Civiles apenas se recaudaron 100 millones.Por otro lado, en el caso de la desamortización del ministro Madoz, que comienza en el Bienio Progresista (1855-1856) pero continúa lo largo del Siglo XIX, afectó más a los bienes del Estado, de las órdenes militares, de las instituciones benéficas y sobre todo de los ayuntamientos (bienes propios y comunales), que a los bienes de la Iglesia. Durante el Bienio 1855-1856 se recaudan unos 500 millones de Reales de Vellón en concepto de desamortización de Bienes Civiles, mientras que por Bienes Eclesiásticos se recaudan 400 millones. A lo largo del siglo vemos en el gráfico como la Desamortización Civil crece hasta casi los 3.000 millones de Reales de Vellón y la Desamortización Eclesiástica asciende hasta los 1.300 millones. El objetivo de la desamortización de Mendizábal era conseguir los recursos necesarios para financiar al ejército liberal, recuperar vales de deuda y aminorar el grave déficit presupuestario del Estado. Al mismo tiempo, los nuevos compradores constituirían unos sólidos apoyos sociales comprometidos con el triunfo del liberalismo. Más a largo plazo, las medidas deberían fomentar el desarrollo de la agricultura, al pasar la tierra a unos propietarios más emprendedores y dispuestos a introducir mejoras en la forma de cultivo. La desamortización de Madoz, con la eliminación de la propiedad vinculada se pretendía conseguir recursos para la Hacienda e impulsar la modernización económica de España. Una buena parte de los ingresos fueron invertidos en la red de ferrocarriles, considerada la pieza clave para fomentar los intercambios y el crecimiento industrial del país.


En el ámbito político no supuso ningún cambio, ya que el sistema político de la Restauración quedó desprestigiado ante la opinión pública, pero se mantuvo gracias a la firma alianza entre conservadores y liberales. La clase política gobernante ve la necesidad de democratizar el país desde arriba (Maura y Canalejas). Ambos influenciados por el regeneracionismo, impulsaron proyectos de reformas (revisionismo político), pero mantuvieron el turno dinástico y el falseamiento electoral imposibilitando una verdadera democratización del régimen. La crisis del 98 también propició el fortalecimiento de los nacionalismos catalán (Lliga regionalista desde 1901), vasco (PNV) y en menor medida gallego y valenciano, que luchaban contra el corrupto e ineficaz sistema de la Restauración y abogaba por un reformismo político que les otorgase las autonomías.También provocó un desprestigio militar derivado de la fuerza de la derrota. Era evidente que las fuerzas armadas no estaban preparadas para un conflicto de estas carácterísticas. El ejército salíó muy dañado, lo que traería graves consecuencias para el futuro pues se inclinarán hacia posturas más autoritarias e intransigentes. Entre el pueblo español crecíó un fuerte antimilitarismo, ya que el reclutamiento forzoso para la guerra había afectado casi exclusivamente a las clases bajas, que carecían de recursos para evitar la incorporación a filas. Esto se evitaba mediante un pago en metálico o contratando a otro en su lugar.En el ámbito social, unos 60.000 soldados españoles murieron entre 1895 y 1898, muchos de ellos por enfermedades infecciosas. La mayoría pertenecían a familias pobres, que no podían pagar la redención en metálico del servicio militar y la guerra, lo que provocó un fuerte antimilitarismo sobre todo en las clases bajas. El pesimismo se adueñó de la sociedad española. España había perdido sus últimas colonias en un momento de revitalización del imperialismo europeo y americano y el gobierno aparecía como el responsable de la catástrofe, por ello se vio la necesidad de importantes cambios en las condiciones de vida de los españoles y en su educación; en la educación social, económica y en su política interior y exterior. En el ámbito ideológico, pronto surgíó un movimiento intelectual y crítico, el Regeneracionismo, que, tras el desastre, pretendía la revitalización intelectual, social y política del país. Querían, entre otras cosas, llevar a la monarquía hacia una verdadera democracia y hacia una profunda renovación y regeneración de la estructura económica y social del país. El principal representante fue Joaquín Costa. Desde el punto literario, dio lugar a la Generación del 98, formada por escritores de la talla de Unamuno, Pío Baroja, Machado… unidos todos ellos por un mismo sentimiento: el dolor por el atraso de España. Reflexionarán sobre los problemas de España y sus posibles soluciones


Las causas de estas diferencias estriba en que mientras los países más avanzados de Europa entraban en el Siglo XIX en una acelerada industrialización con firmes instituciones liberales, tanto a nivel político como a nivel económico España se refugiaba en el despotismo ilustrado anacrónico caracterizado por un fuerte proteccionismo económico entre 1814 y 1833. A partir de entonces con la instauración del liberalismo habrá una cierta apuesta por la industrialización pero insuficiente en comparación con los países europeos más avanzados. En primer lugar, porque afectó casi exclusivamente a solo dos regiones: Cataluña en la industria textil, y el País Vasco en la industria siderúrgica. Este retraso industrial se debíó sobre todo a varios factores: la inestabilidad política desde 1814 hasta 1874, con una elevada deuda pública añadida, dificultó enormemente el desarrollo de una política industrial clara en España. Con la Restauración, las políticas proteccionistas prolongadas, unidas a la corrupción institucional, no impulsaban la innovación industrial. La lentitud y debilidad del proceso de industrialización fue debido a la insuficiencia de capital y a las prioridades de los capitalistas que estaban más interesados en la compra de tierras amortizadas o en títulos de la deuda pública, que en la inversión en el sector industrial. Esto hizo que el desarrollo industrial dependiera demásía de la inversión de capital extranjero. Por otro lado, estaba la escasa capacidad de compra de la mayoría de los consumidores españoles que comportó una demanda insuficiente que supuso costes más elevados y poco estímulo a la competitividad. Debido a la escasa demanda interior la mayor parte de la producción era exportada a otros países como Inglaterra, Alemania, Francia y Bélgica. También estaba la escasez de fuentes de energía por la falta de recursos acuíferos para obtener energía hidráulica o por la mala calidad del carbón que situó a la economía española en una posición de desventaja respecto a otros países europeos mejor dotados de fuentes de energía naturales. Otra de las causas fue la mala calidad de las comunicaciones terrestres y fluviales que repercutía en la desarticulación del mercado interior. Además la ausencia de una revolución agrícola previa que hubiera convertido al campo en el mercado natural de los productos industriales también afectó a la lenta industrialización de España. Esto se debíó por un lado, a la mala calidad de la mayor parte de la tierra de cultivo y a las adversas condiciones climatológicas y, por otro lado, a las medidas adoptadas por la reforma agraria liberal, a raíz de la cual, en gran parte de España, se excluyó de la propiedad de la tierra a los más interesados en cultivar. Otro factor era la situación geográfica alejada de los mejores núcleos industriales europeos que provocaba costes elevados de los transportes. Por último estaba la absorción de gran cantidad de recursos por la hacienda pública para hacer frente a sus gastos ya que no tenía suficiente con los impuestos que encarecían la financiación de las empresas por lo que se desincentivó la inversión productiva.


En lo que se refiere a la política religiosa, el gobierno republicano decidíó limitar la influencia de la religión en la sociedad y secularizar la sociedad española. Por ello se prohibíó la enseñanza a las órdenes religiosas y se aprobó la Ley de Congregaciones (1933) que limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas, reservándose el derecho a prohibirlas en caso de peligro para el Estado. Estas decisiones provocaron grandes protestas en buena parte de la jerarquía eclesiástica en contra de la República, llegando incluso a movilizar a la opinión católica en su contra. A su vez esto provocó el anticlericalismo de una parte de las clases populares (quema de conventos)La reforma Agraria fue la más importante y la que más influyó en el desarrollo de la República. El objetivo era acabar con el latifundismo existente en buena parte del centro y sur de España, mejorar las condiciones de vida de los campesinos pobres y modernizar la agricultura. La Ley de Reforma Agraria era un apolítica de expropiación mediante la indemnización, a excepción de las tierras de la grandeza nobiliaria, de tierras de labranzas no explotadas directamente por su propietario o mal cultivadas y el asentimiento de labradores en las mismas en régimen de arriendo. El Instituto de Reforma Agraria (IRA) se encargó de ponerlo en marcha con el patrocinio del Banco Nacional Agrario. Tampoco logró los objetivos deseados debido a la lentitud de la burocracia administrativa, la dificultad técnica de IRA a la hora de poner en marcha el proceso, la falta de presupuesto para hacer frente a las indemnizaciones. Tuvo una gran oposición en los grandes propietarios que intentaron todo tipo de medio para esquivarla y las contradicciones en la dirección política de la reforma. Suscitó el aumento de la tensión social: provocó una gran indignación de los grandes propietarios, que no querían desprenderse de sus propiedades, y un gran descontento de los campesinos por la lentitud del proceso, que les llevó a posturas radicales (ocupación ilegal de guerras, incendios de cortijos) En la reforma del Estado centralista, la Constitución intentó resolver el problema territorial mediante el reconocimiento del derecho a la autonomía de las regiones. Regiones como Cataluña, País Vasco y Galicia comenzaron a promover sus estatutos de autonomías; logrando Cataluña la autonomía efectiva en una serie de competencias. El malestar de ciertos grupos de conservadores que están en desacuerdo con estas reformas llevó a Sanjurjo en Agosto de 1932 a realizar un Golpe de Estado (Sanjurjada) que fracasó estrepitosamente por falta de apoyos.En cuanto a las reformas sociales y educativas, Largo Caballero llevó a cabo una serie de reformas encaminadas a mejorar las condiciones laborales. En primer lugar, impuso la Ley de Trabajo que regulaba las negociaciones entre el empresario y los trabajadores además de la Ley de Jurados Mixtos entre patrones, trabajadores y gobierno que reconocía el poder de arbitraje en caso de desacuerdo. Por otro lado, se aprobó la jornada laboral de 8 horas. También se promovíó la creación de seguros sociales y se reforzó el papel de los sindicatos agrícolas. Otra de las reformas importantes fue la de la enseñanza en el que el Estado pasaría como el único responsable de la educación. Entre los objetivos estaba el de acabar con la hegemonía de la enseñanza religiosa, la adopción de un modelo escuela liberal, mixta, laica, obligatoria y gratuita y la creación de las Misiones Pedagógicas para difundir la cultura en zonas rurales. Los que van a estar en contra de estas medidas son los patronos ya que, por primera vez no van a estar apoyados por el gobierno, causando un descontento. 


En los últimos meses de la guerra, millares de combatientes republicanos y de familias enteras que habían defendido públicamente al gobierno legal tuvieron que abandonar España de manera precipitada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades. Miles de combatientes, intelectuales, militantes de partidos y sindicatos se agolpaban en el puerto de Alicante, última ciudad en ser tomada por los franquistas, esperando tener plaza en uno de los barcos que los llevarían a algún país que los quisiese acoger.En lo que respecta a las consecuencias humanas, durante tres años, conciudadanos, e incluso miembros de una misma familia, luchaban entre sí; el odio entre los españoles se acrecentó, resultando inevitable el deseo de aniquilación del contrario. Los que vencieron excluyeron y persiguieron a quienes no se habían sumado de manera entusiasta a su bando. El dolor de la mayoría y el rencor de muchos era el denominador común de la España de los años posteriores a la contienda. Además, hubo casi medio millón de muertos.En cuanto a las consecuencias sociales, el resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.Por otro lado, en lo que hace referencia  a las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país. Tuvo lugar la pérdida de reservas (Hacienda pública arruinada), la disminución de la población activa, la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas. Se produjo una disminución importante de la producción industrial y agrícola y cayó el nivel de renta un 28%. La inflación se multiplicó por diez los precios en los años siguientes. La mayoría de la población española hubo de sufrir a lo largo de las décadas de 1940 y 1950 los efectos del racionamiento y la privación de bienes de consumo. También hubo consecuencias en la cultura española que fueron importantísimas. Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura española (1898-1936). Fueron ejecutados o destituidos por el franquismo más del 60% de los maestros y profesores. Prácticamente la totalidad de los intelectuales de la generación del 27 y los más notables científicos y artistas murieron o marcharon al exilio. Entre ellos había figuras emblemáticas como García Lorca, Buñuel, Machado, Alberti, Picasso. Todos ellos son buen ejemplo de esta desertificación cultural. La cultura oficial retrocedíó a los tiempos del oscurantismo clerical, la represión y la censura, propias de la época de la Inquisición. Las consecuencias políticas fueron el final de la más importante experiencia modernizadora y democratizadora que había tenido la España contemporánea y el inicio de un larguísimo período de represión, de falta de libertad política y la supresión de derechos fundamentales de las personas. En el ámbito internacional, España inició veinte años de aislamiento político, con excepción del reconocimiento que obtuvo de algunos estados, como el Vaticano y Argentina. Quedó fuera del fuerte impulso de progreso que se inició en Europa después de 1945. España llegaba a la mitad del Siglo XX sin haber solucionado sus problemas de convivencia política y sin conseguir la participación de todos sin exclusión. Por último, la guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra. El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre récordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la Guerra Civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos por un rasgo clave del franquismo.

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