Sociedad y economía en la España de la Restauración

En el sistema económico y socia español de la Restauración habían pocas áreas industrializadas y un inmenso interior
agrario, además de formas de vida y subsistencia muy atrasadas. Las bajísimas rentas de la mayor parte de la
población no permitían ni el consumo ni el ahorro, lo que dificultó el desarrollo industrial.
Se diferencian tres grandes áreas económicas en la España de fin de siglo. Las áreas agrarias del interior se dedicaban a
cultivos extensivos de productos de gran consumo, principalmente cereales, gozaban de un rígido proteccionismo.
Por otro lado, las áreas periféricas industriales (Cataluña, País Vasco y zonas del Cantábrico) producían para el
mercado nacional, sus altos costes y baja productividad les impedía competir en los mercados internacionales;
necesitaban también protección. Por último, las áreas periféricas mediterráneas, consumían del interior, productos
protegidos y vendían sus productos al exterior (productor hotofructícolas, aceite, vinos).
El bloque de poder estaba constituido por siderúrgicos vascos, textiles catalanes y cerealistas castellanos.
La economía española se encontraba entre el proteccionismo y el librecambio. El primero propugna la protección de
la producción nacional frente al mercad exterior, mediante el establecimiento de altos impuestos aduaneros a las
mercancías importadas. El librecambismo defiende la libertad en os intercambios con bajos aranceles. El Estado debe
garantizar ña libre transacción de capitales y mercancías.
Durante el Siglo XIX España tuvo un nivel de protección arancelaria más alto que el entorno europeo. A pesar de
ello, en 1820, liberales progresistas establecieron un arancel muy restrictivo que prohibía taxativamente la
importación de 675 tipos de mercancía. Las Cortes de 1841 redujeron las prohibiciones. En 1849 una ley rebajó aún
más los aranceles.
Tras la revolución de 1868, el ministro Laureano Figuerola establecíó un nuevo arancel que pretendía abrir la
economía española al exterior para promover el desarrollo económico. Este arancel establecía une desprotección
selectiva, manteniendo la protección de los productos agrarios y rebajando la de los productos industriales para
promover la expansión industrial, pero una ley de 1975 paralizó su implantación. En 1880, tuyo lugar la llamada
crisis agraria finisecular en toda Europa occidental, con una gran caída de los precios agrarios. Los países nuevos
generaban un mercado mundial de productos agrarios y ponían en los mercados europeos alimentos y materias
primas en gran cantidad a bajos precios. La depresión condujo de nuevo al proteccionismo y en 1891 Cánovas
establecíó un arancel muy proteccionista.
La España agraria se debatía entre una agricultura moderna de aceites, cereales y vinos, y una agricultura tradicional
con mano de obra abundante y barata. Seguía condicionada por la desigual calidad de las tierras y la diversidad
climática además de por una desequilibrada distribución de la propiedad que iba desde la excesiva concentración
(latifundismo) hasta la también excesiva atomización y dispersión (minifundismo).
Este sector agrario ofrecía una reducida y muy pudiente oligarquía agraria, compuesta por grandes terratenientes,
unas clases medias bajas diversificadas a lo largo de la península y un proletariado jornalero sometido a salarios de
temporada. Como resultado, existía una alimentación deficiente, carencias higiénicas y sanitarias, miseria y falta de
cultura elemental. Esta realidad explica el aumento de la emigración hacia Argelia o hacia las Antillas y el sur de
América, y el proceso de concentración urbana , iniciado a partir de 1880.
En contraste con la España agraria, la minería y la industria crecieron con rapidez entre 1875 y 1900. La ley de Minas
de 1869 concedía minas a perpetuidad a cambio de una modesta tributación pública. Compañías internacionales ya
formadas, impulsadas por capitales mixtos, aprovecharon la cobertura para explotar minas y exportar minerales en
bruto a los países industrializados con costes bajos y altos beneficios. Hasta principios del Siglo XX se exportó hierro,
cobre y cinc en cantidades próximas al 90% de lo extraído.
La presencia del capital extranjero en el desarrollo de la minería provocó el aumento de la demanda mundial del
Mercurio, plomo y cobre. Sin embargo, el carbón, de mala calidad y cara explotación, quedó casi por completo en
manos españolas. El carbón español no podía competir ni en precios ni en calidad con el foráneo, por eso, la única
salida para los carbones asturianos estaba en la protección arancelaria del Estado.
La hegemonía de Bizkaia, de todo Euskadi, de Santander y Asturias, se explica por la concentración de la riqueza de
los yacimientos mineros orientados a la exportación. Es decir, la inyección monetaria que constituyó la venta del
mineral de hierro al extranjero fue la base del capitalismo vasco y de todo el capitalismo industrial en España.
Con la recesión de la demanda extranjera en la década de 1880, los capitales autóctonos pudieron acceder a la
explotación de las minas, iniciándose el despegue definitivo del sector siderúrgco.
La Ley librecambista de Figuerola, favorecíó la explotación de la cuenca de forma regular y creciente, en 1876, se
inició una etapa con una rapidísima expansión de la producción mineral destinado a la exportación. Se fundaron
compañías extranjeras y vascas para explotar el subsuelo, y el mineral vizcaíno, comenzó a ser el más demandado.
Como consecuencia, a partir de 1883 comenzó a disminuir la extracción de mineral de hierro en el Reino Unido, por
resultar caro y de baja calidad, y siguió aumentando la producción de lingotes de hierro y acero, que se proveía
básicamente de mineral de hierro vizcaíno.
La reinversión del capital obtenido por la venta del mineral en la construcción de altos hornos supuso el despegue de
la siderurgia vizcaína. Este despegue lo protagonizaron dos sociedades, ambas constituidas en 1882: La de Altos
Hornos y Fábricas de Hierro y Acero en Bilbao, y Metalurgia y Construcciones de Vizcaya.
La obtención del primer acero Bessemer en Altos Hornos de Bilbao señala la entrada de Bizkaia en la edad del acero.
En 1902 ambas sociedades se fusionaron para dar origen a Altos Hornos de Vizcaya.
De a actividad minera salíó el capital necesario para el desarrollo siderúrgico y todo el desarrollo industrial vizcaíno.
Se calcula que del total de los beneficios obtenidos por la exportación del hierro hasta 1900, 45% fue para
compañías extranjeras y el 55% fue para la reinversión en la financiación de la industria vizcaína, dando lugar a una
burguésía pujante que contaba con la banca más próspera del país.

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