Sociedad y movimientos sociales en el Siglo XIX

SOCIEDAD Y MOVIMIENTOS SOCIALES  EN EL Siglo XIX

Las clases populares

Artesanos y grupos urbanos

El mundo artesano y tradicional continuo siendo muy importante en España, aunque los privilegios gremiales desaparecieron en la década de 1830. En las ciudades se manténía un fuerte sector artesanal, que elaboraba la mayoría de los productos manufacturados. El crecimiento urbano y la construcción del Estado Liberal concentraron en las ciudades una serie de trabajadores de servicios, relacionados con las infraestructuras urbanas, funcionarios, empleados de banca, dependientes de comercio, etc. Este conjunto estaba al límite de las clases medias y populares, eran asalariados. Entre las clases más humildes predominaban las mujeres empleadas en el trabajo doméstico.

La evolución del campesinado

Al no existir un proceso de industrialización profundo, no hubo emigración a las ciudades y la población campesina permanecíó en el campo. Aumentando la figura del campesino sin tierras, contratos de explotación a corto plazo y el latifundio. A finales de siglo la figura del campesino no había mejorado, existiendo grandes diferencias regionales. En Andalucía, Extremadura  y en Castilla La Mancha los antiguos señores conservaron sus tierras.
Algunos pequeños propietarios debían completar sus escasos ingresos como jornaleros en determinadas épocas del año. La mayoría de campesinos vieron frustradas sus aspiraciones de acceder a la propiedad con la reforma liberal, y el “hambre de tierras” se mantuvo en gran parte de la España agraria. Y privados de las tierras comunales su vida se sometíó a condiciones aun más duras, con rentas abusivas y épocas de hambre. En la población campesina recaía el mayor peso de analfabetismo y la marginación social.
Las duras condiciones de vida en al campo y la conflictividad social dieron lugar a un proceso de emigración hacia las ciudades a partir de 1860.

La aparición del proletariado

La aparición de la industria se caracterizo por la utilización de mano de obra asalariada. En la primera mitad de siglo la mayoría de obreros trabajaba en la industria textil catalana. Con el avance de siglo los obreros aumentaron en Asturias y País vasco con el crecimiento de la industria siderúrgica y metalúrgica, y también en zonas que estaban vinculadas con la minería o la construcción.
Las reglas que regulaban este nuevo tipo de trabajo eran muy similares en todas partes. El patrón, propietario de un establecimiento industrial, empleaba a los obreros a cambio de un salario, normalmente escaso. Las mujeres y los niños a partir de 7 años también podían trabajar por un salario muy inferior al de los hombres. La jornada laboral era de 12 a 14 horas durante 6 días a la semana, se cobraba por día trabajado y no había protección en caso de paro, enfermedad o accidente laboral. Los salarios apenas daban para comer.

Los primeros movimientos sociales

El nacimiento del movimiento obrero

La primera legislación liberal no contemplaba ningún tipo de normativa que regulara las relaciones laborales y prohibía la asociación obrera. Las primeras protestas ante esta situación adquirieron un carácter violento, clandestino y espontaneo. En la década de 1820, el ludismo fue la primera expresión de rebeldía  obrera contra la introducción de nuevas maquinas a las que responsabilizaba de la pérdida de puestos de trabajo. Trabajadores de la ciudad de Alcoy asaltaron la ciudad y quemaron los telares mecánicos, el incidente más destacado fue el incendio de la fábrica de Bonaplata en Barcelona.
Los trabajadores pronto comprendieron que el problema no estaba en las maquinas sino en las condiciones de trabajo que impónían sus propietarios. La lucha obrera se fue orientando hacia la defensa del derecho de asociación y mejoras de vida y de trabajo. Surge el primer embrión de asociacionismo obrero para defender sus intereses. En 1834 en Barcelona un grupo de tejedores presenta un documento en contra de una decisión patronal de alargar el tamaño de una pieza mientras se les pagaba lo mismo por ella.
A partir de entonces se crean Sociedades de Socorros mutuos o sociedades Mutualistas, a los que los obreros entregan una pequeña cuota para asegurar una ayuda en caso de desempleo, enfermedad o muerte. El asociacionismo se extendíó por España aumentando las reivindicaciones obreras, sobre todo referidas al asunto salarial y a la disminución del tiempo de trabajo. Las huelgas, aunque estaban prohibidas, fueron usadas cada vez con mayor frecuencia para presionas a los patrones. Las sociedades obreras crearon un fondo para ayudar  a los obreros en huelga, las cajas de resistencia. La primera huelga general en España fue durante el bienio progresista en 1855, se origino en Barcelona por la introducción de nuevas maquinas hiladoras.

Las revueltas agrarias

El aumento de la población agraria asalariada, sin un crecimiento paralelo de trabajo y recursos, provoco un grave problema social, sobre todo en Andalucía. El jornalerismo era mayoritario y las épocas de mala cosecha provocaban situaciones de hambre, sumiendo en la miseria a miles de campesinos. Se produjeron quemas de cosechas y matanza de ganado que podrían considerarse movimientos de carácter ludista.
El problema se agravó con la desamortización de las propiedades comunales, que pasaron a manos privadas. Se produjeron nuevos alzamientos campesinos, reprimidos por el ejército y la Guardia civil. Los movimientos más intensos tuvieron lugar en Andalucía, y en las décadas de 1860 y 1870 el bandolerismo se extendíó como respuesta individual y violenta a las grandes desigualdades sociales.




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