Tipos de consumidor:empresas familias y gobierno

EVOLUCIÓN DE LA ZONA SUBLEVADA
La muerte accidental del general Sanjurjo y el hecho de que la insurrección se convirtiera en una larga guerra, plantearon el problema del liderazgo en el territorio “nacional”. El 24 de Julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas por ser el más antiguo. Sin embargo el general Francisco Franco fue ganando liderazgo dentro del ejército. Básicamente por tres motivos: la liberación del Alcázar de Toledo, convertirse en el único interlocutor válido para negociar el apoyo de Hitler y Mussolini, y sobre todo, el control del único ejército profesional español, la Legión de Marruecos. Reunidos los jefes militares, el día 1 de Octubre de 1936 se publica el Decreto que nombra a Franco Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Se establecíó una Junta Técnica del Estado con sede en Valladolid y en Burgos.. El cuartel general de Franco se trasladó a Salamanca. A partir de Octubre de 1936, a diferencia de la zona republicana, existía un mando militar único pero ninguna cohesión política.
Habían prohibido todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y los sindicatos de clase. Incluso los partidos de derechas estaban prácticamente desmantelados, por ejemplo el jefe de Falange Española había sido fusilado. Franco consiguió imponerse a las diversas fuerzas que daban apoyo a la insurrección. Inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán, de partido único y con un jefe con plenos poderes, en Abril de 1937 Franco dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Unificaron a falangistas y carlistas, y ahí se integraron todas las demás fuerzas “nacionales”. Franco sería el Jefe de este partido único concentrando así todo el poder polítco. El nuevo partido adoptó simbología fascista y las resistencias de algunos carlistas o falangistas a la unificación fueron acallados con el destierro o la prisión.En Enero de 1938 desaparece la Junta Técnica y se forma el primer gobierno de Franco. Este concentraba la jefatura del Estado, la presidencia del gobierno, y pasa a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo. El Estado franquista abolíó la legislación republicana. Se suprimieron las libertades religiosa, política, sindical  de prensa, así como los estatutos de autonomía y se restablecíó la pena de muerte. El nuevo Estado tenía una enorme influencia de la Iglesia Católica, era claramente confesional, derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio y reestableció la influencia religiosa en la enseñanza.  La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema que formaba parte de las directrices fijadas por los dirigentes de la sublevación y que comportó la aniquilación de los vencidos en los territorios que se ocupaban (casos de Badajoz, Málaga….). La represión tuvo siempre un carácter sistemático, planificado y fue ejercida por el ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier sospechoso de simpatizar con las izquierdas. Una parte de los miles de ejecutados durante la guerra fueron enterrados en fosas comunes sin constancia de su desaparación.


EVOLUCIÓN DE LA ZONA SUBLEVADA
La muerte accidental del general Sanjurjo y el hecho de que la insurrección se convirtiera en una larga guerra, plantearon el problema del liderazgo en el territorio “nacional”. El 24 de Julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas por ser el más antiguo. Sin embargo el general Francisco Franco fue ganando liderazgo dentro del ejército. Básicamente por tres motivos: la liberación del Alcázar de Toledo, convertirse en el único interlocutor válido para negociar el apoyo de Hitler y Mussolini, y sobre todo, el control del único ejército profesional español, la Legión de Marruecos. Reunidos los jefes militares, el día 1 de Octubre de 1936 se publica el Decreto que nombra a Franco Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Se establecíó una Junta Técnica del Estado con sede en Valladolid y en Burgos.. El cuartel general de Franco se trasladó a Salamanca. A partir de Octubre de 1936, a diferencia de la zona republicana, existía un mando militar único pero ninguna cohesión política. Habían prohibido todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y los sindicatos de clase. Incluso los partidos de derechas estaban prácticamente desmantelados, por ejemplo el jefe de Falange Española había sido fusilado. Franco consiguió imponerse a las diversas fuerzas que daban apoyo a la insurrección. Inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán, de partido único y con un jefe con plenos poderes, en Abril de 1937 Franco dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Unificaron a falangistas y carlistas, y ahí se integraron todas las demás fuerzas “nacionales”. Franco sería el Jefe de este partido único concentrando así todo el poder polítco. El nuevo partido adoptó simbología fascista y las resistencias de algunos carlistas o falangistas a la unificación fueron acallados con el destierro o la prisión.En Enero de 1938 desaparece la Junta Técnica y se forma el primer gobierno de Franco. Este concentraba la jefatura del Estado, la presidencia del gobierno, y pasa a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo. El Estado franquista abolíó la legislación republicana. Se suprimieron las libertades religiosa, política, sindical  de prensa, así como los estatutos de autonomía y se restablecíó la pena de muerte. El nuevo Estado tenía una enorme influencia de la Iglesia Católica, era claramente confesional, derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio y reestableció la influencia religiosa en la enseñanza.  La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema que formaba parte de las directrices fijadas por los dirigentes de la sublevación y que comportó la aniquilación de los vencidos en los territorios que se ocupaban (casos de Badajoz, Málaga….). La represión tuvo siempre un carácter sistemático, planificado y fue ejercida por el ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier sospechoso de simpatizar con las izquierdas. Una parte de los miles de ejecutados durante la guerra fueron enterrados en fosas comunes sin constancia de su desaparación.


EVOLUCIÓN POLÍTICA

Pocos meses después de concluir la Guerra Civil en España se inicia la Segunda Guerra Mundial, que será determinante en la política franquista de los primeros años.

LA 2ª Guerra Mundial (1939-1945)


Durante estos años, se mantuvo la amistad con las potencias fascistas (Alemania e Italia), puesto que la ayuda de ambas había sido de gran importancia en la Guerra Civil y el régimen manténía una ideología similar. Al iniciarse la guerra en Septiembre de 1939 el gobierno español se declaró neutral ya que Franco sabía que el país no estaba en condiciones de participar en una nueva guerra. Pero el bando fascista estaba venciendo en esos momentos y ejercíó presión para la integración de España en el conflicto, cuyo gobierno vio posibles ventajas en esta entrada. En este marco se producen las entrevistas de Franco con Hitler en Hendaya (Francia)
y con Mussolini en Bordighera (Italia). En ellas planteó una serie de compensaciones por la entrada de España en la guerra de tipo económico, de armamento y de expansión territorial (colonias francesas del norte de África, Gibraltar). El dictador alemán consideró que era un precio demasiado alto y España no entra en la guerra. No obstante, España cambió su status a país no beligerante en 1941, y envió al frente de la Uníón Soviética la División Azul, tropas voluntarias (hasta 18000 hombres) para combatir junto a los alemanes contra el comunismo. Cuando, en Octubre de 1943, la guerra parecía volverse claramente desfavorable para las potencias del Eje, España retornó al status de neutralidad;
Al mes siguiente Franco retiraba la División Azul, y en 1944 se despegaba de sus relaciones con Alemania. El falangista
Serrano Súñer es retirado del ministerio de Asuntos Exteriores y desaparecen los signos externos de fascismo. Sin embargo, todo esto no impediría la condena de los aliados al término de la guerra.

EL AISLAMIENTO (1945-1953)


Tras la Segunda Guerra Mundial comienzan los peores tiempos para el régimen. Por su colaboración con las potencias del Eje, se produce el “cerco internacional” a la dictadura de Franco. En la paz de Postdam (Agosto 1945) se declara que el gobierno español era producto del apoyo del Eje, por lo que se propónía su derribo por medios pacíficos. Hubo manifiestos de restauración monárquica en el exterior y un aumento de la lucha de guerrillas (maquis)
En el interior. El momento más delicado fue en Diciembre de 1946 cuando la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó que todos los países retiraran sus embajadores en España.
Sólo permanecieron los de regíMenes amigos como Argentina, Portugal o el Vaticano. El gobierno contestó fomentando actitudes de xenofobia (manifestaciones masivas) mediante la propaganda oficial, pero el boicot político y económico consiguió potenciar la ruinosa autarquía económica y aislar a España del contexto internacional. Sin embargo, a partir de 1947 se inicia la etapa de la Guerra Fría entre las democracias occidentales, lideradas por Estados Unidos, y los países comunistas, liderados por la Uníón Soviética. Este periodo está marcado por la competencia entre dos grandes superpotencias que nunca llegarían a enfrentarse directamente ya que ambas poseían armas atómicas, pero que buscarán extender su influencia a través de terceros países. En ese marco internacional los Estados Unidos estaban dispuestos a apoyar una dictadura como la de Franco que era claramente anticomunista y varían su posición frente al mismo. De esta forma, en 1950 España fue admitida en organismos internacionales como la FAO y la UNESCO. La ONU levantó su veto al régimen de Franco y los embajadores volvían a Madrid, permitiendo incluso el ingreso de España en ese organismo internacional en 1955. Era el fin del aislamiento.

LA RUPTURA DEL AISLAMIENTO (1953-1959)


En 1953 el régimen se había apuntado dos importantes triunfos, la firma de un nuevo Concordato con la Santa Sede, lo que afianzaba aún más la alianza con la Iglesia y, sobre todo, la firma de los tratados militares con Estados Unidos, por los que Franco le ofrecíó a Estados Unidos la posibilidad de asentar bases militares en España (cinco bases militares aéreas y una aeronaval en Rota). A cambio España recibiría ayuda militar y participaría en el Plan Marshall (ayuda económica que concedíó Estados Unidos a los países democráticos de Europa occidental para su reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial), pero sobre todo al aliarse con la gran superpotencia el régimen de Franco aseguraba su tranquilidad internacional en el futuro. Debido a esta situación se había establecido un nuevo gobierno ya desde 1951.


En el nuevo consejo de ministros los falangistas siguen manteniendo parcelas de poder, así como los militares (la figura emergente del momento será el almirante Luis Carrero Blanco), pero van teniendo un mayor peso los católicos y algunas personalidades que no fueran identificadas con el autoritarismo para dar una idea de mayor apertura. Sin embargo, las ayudas económicas recibidas entre 1953 y 1956 no salvaron la caótica situación económica y se producen protestas obreras en los principales núcleos industriales, así como protestas estudiantiles en las universidades. Esta crítica situación económica y social obligó a Franco a un nuevo cambio de gobierno en 1957 en el que entraron como ministros los llamados tecnócratas, procedentes de la institución católica Opus Dei. A partir de estos momentos cambia la política económica abandonado la autarquía, se liberaliza el mercado interior y se abre el mercado exterior, eso sí, manteniendo siempre la naturaleza dictatorial del régimen político.

LA PERSISTENCIA DEL RÉGIMEN (1959-1973)


El franquismo intentó modernizarse mediante una apertura sin cambios democráticos. Era necesario modernizar las instituciones para adaptarse a la transformación que la sociedad había sufrido desde la Guerra Civil, así como canalizar las crecientes discrepancias entre las “familias” del régimen, especialmente entre falangistas y tecnócratas.  La Ley Orgánica del Estado (1967)
será la base de la institucionalización del régimen. Concretó las funciones de los órganos del Estado (respetando la concentración de poderes en el dictador), modificó otras Leyes Fundamentales e introdujo algunas novedades (por ejemplo, separó el Jefe del Estado y el de Gobierno). A partir de 1959 los tecnócratas del Opus Dei, con el apoyo de Carrero Blanco, reforzaron sus posiciones. Situaban el crecimiento económico como el eje básico de la política y la garantía de la estabilidad social. No tenían una ideología definida, eran “técnicos” que nunca discutían los contenidos antidemocráticos del régimen. Apostaban por la continuidad del franquismo a través de una monarquía autoritaria representada por Juan Carlos de Borbón, y alejada de la influencia falangista. Precisamente, en 1969
Franco designó, previo juramento a los principios del Movimiento, a Juan Carlos de Borbón como sucesor, con el título de Príncipe de España: la continuidad pasaba por una monarquía basada en la legalidad franquista. Por el contrario, los falangistas situaban la cuestión monárquica como algo secundario y pretendían impulsar las instituciones del Movimiento como base para el desarrollo del sistema. Así, por ejemplo, se revitaliza el Sindicato Vertical, promoviendo la participación de los trabajadores en elecciones sindicales. En 1969 las diferencias entre falangistas y tecnócratas estallaron públicamente con el caso Matesa, cuando las denuncias por corrupción contra esta empresa implicaron a los ministros económicos. Al mismo tiempo, estaba quedando claro el fracaso de las políticas “desarrollistas” en lo referente a la estabilidad social como producto del crecimiento económico. El aumento de la conflictividad social fue contestada por el régimen con el endurecimiento de la represión:
Estado de excepción (1969 y 1970), detenciones, violencia policial… El consejo de guerra en Burgos (1970) provocó una gran contestación dentro y fuera de España cuando se dictaron 9 penas de muerte. Aunque Franco utilizó el derecho de gracia para cancelar esas penas, el gobierno continuó recurriendo a la represión para mantener el orden y la autoridad. Por otro lado, los postulados reformistas del Concilio Vaticano II y la preocupación de algunos sectores católicos por la injusticia social y política propiciaron la aparición de actitudes críticas contra la dictadura. Esta disidencia católica se incrementó en los años setenta y representó el distanciamiento de una parte de la jerarquía eclesiástica, entre los sacerdotes jóvenes y la radicalización de comunidades cristianas de base. En este contexto, las tensiones internas se agravaron y las posiciones inmovilistas, apoyadas por el mismo Franco y Carrero Blanco se impusieron en los últimos años del régimen.: el tímido aperturismo desarrollista había pasado a la historia.


LA CRISIS FINAL DEL RÉGIMEN (1973-1975)


El punto de partida de esta crisis final del régimen se abríó con la desaparición del presidente del gobierno Carrero Blanco, víctima de un atentado de ETA en Diciembre de 1973. Era considerado un personaje clave para mantener unidas a todas las familias franquistas y asegurar la continuidad del régimen. Con su muerte aparecen definidos con mayor claridad dos grupos políticos dentro del régimen: los inmovilistas y los aperturistas.
En Enero de 1974 se forma un gobierno presidido por Carlos Arias Navarro que anunció una reforma limitada del franquismo. Prometíó una ley municipal que permitiera la elección de alcaldes, aumentar los poderes de los procuradores de Cortes, una ley sobre asociaciones políticas,… Pero pronto se vio que estas reformas prometidas tenían poco contenido real y que el régimen era incapaz de democratizarse. Con Franco gravemente enfermo, los sectores inmovilistas fueron imponiéndose y le dieron un giro al gobierno, obligando a dimitir a los ministros aperturistas como Pío Cabanillas. El intento de apertura había fracasado. Por el contrario, se impónían los criterios del búnker. Basados en el carácter inalterable de los principios del Movimiento, este sector frenó toda apertura e incluso promovíó la violencia con bandas ultras en la calle. Fuera del régimen los grupos de oposición no sólo se manifestaban en las calles a favor de la democratización del país, sino que también formaron organismos de política unitaria. Así, bajo la hegemonía del PCE, se formó en Julio de 1974 la Junta Democrática, que propugnaba la formación de un gobierno provisional que implantase un gobierno democrático, que legalizara todos los partidos políticos e introdujera las libertades políticas y sindicales. Frente a ellos, y bajo la hegemonía del PSOE y los democristianos, en Julio de 1975 se impulsó la Plataforma de Convergencia Democrática, con un programa muy parecido al propuesto por la Junta. Poco después formarían una plataforma de acción conjunta y aumentaron las manifestaciones en las calles. A lo largo de 1974 y 1975 las enfermedades de Franco le impidieron ejercer el gobierno y el príncipe Juan Carlos debíó asumir en ocasiones la jefatura del Estado, aunque sin poder alguno.  La represión no cesó en este periodo final y en Septiembre de 1975 fueron condenados a muerte y ejecutados cinco activistas de ETA y del FRAP. Esto produjo grandes oleadas de protestas internacionales contra Franco y la situación española. Además, el gobierno tuvo que hacer frente al conflicto del Sáhará, colonia española rica en fosfatos y ambicionada por Marruecos. Ante la aparición del Frente Polisario, formación nacionalista que buscaba la independencia, España optó por aceptar la descolonización y permitir la autodeterminación del territorio. Sin embargo, el rey de Marruecos Hassan II, que contaba con el apoyo de Estados Unidos, y aprovechando la agonía de Franco, organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica del territorio que movilizó a miles de civiles. Ante el peligro de una guerra con Marruecos en un momento político tan delicado, España claudicó y en Noviembre de 1975 firma el Acuerdo de Madrid que supónía la entrega del Sáhara a Marruecos y Mauritania. El conflicto armado entre el Frente Polisario y Marruecos aún no se ha resuelto. Tras una larga agonía, el 20 de Noviembre de 1975 fallece Franco.
Dejaba un régimen político anacrónico y en profunda crisis. En toda España la sensación de inseguridad y de incertidumbre respecto al futuro político eran muy grandes.

Autarquía :


La autarquía tuvo varios ejes de actuación:

Reglamentación de importaciones y exportaciones

Ambas estaban intervenidas por el Estado. Con esta medida se pretendía limitar los intercambios con el exterior, determinando qué productos eran fundamentales y cuáles no. También se establecieron tipos de cambio de la peseta superiores al valor del mercado, lo que encarecíó los productos que la economía debía de importar (p.Ej: petróleo) y se produjo una gran escasez de productos de primera necesidad.

Fomento de la industria

Sobre todo de interés estratégico con el fin de asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. Impulsaron las industrias de bienes de equipo mediante considerables ayudas públicas. En 1941 se fundó la institución que sería la promotora de esta política industrial: el Instituto Nacional de Industria (INI).
A través del INI se crearon muchas empresas públicas (RENFE, Iberia, ENDESA, SEAT,…) cuyo objetivo era producir los bienes que no podían hacer las empresas privadas por falta de rentabilidad o por excesivos gastos de inversión. Eran productos imprescindibles para la economía española pero en muchas ocasiones estas empresas públicas arrastraron fuertes pérdidas.

Intervención del Estado en las relaciones económicas

El Estado controlaba directamente el mercado y los productores estaban obligados a venderle toda la producción a un precio de tasa fijado previamente. Posteriormente, la Administración era la única que podía vender los productos al consumidor a un precio también regulado. Los precios de muchos alimentos fueron tasados por debajo de su valor, lo que provocó que muchos productores prefiriesen esconder la producción para venderla en el mercado negro, del cual obténían unas ganancias más elevadas. El resultado fue el desabastecimiento de alimentos, las colas y las cartillas de racionamiento hasta 1951. Por tanto, la regulación de los precios provocó la aparición de un mercado paralelo e ilegal en el que los estraperlistas vendían al margen de la ley. Entre ellos se encontraban productores agrícolas, pero también funcionarios y altos cargos del régimen que daban cobertura a este tráfico a cambio de grandes comisiones. Este mercado negro podía llegar a suponer un tercio de la producción total en algunos alimentos, y podían hasta triplicar los precios de los productos oficiales.


LOS INICIOS DE LA LIBERALIZACIÓN (1951-1959)


Hemos visto como la política económica autárquica empobrecíó a gran parte de la población y aumentó la desigualdad en la distribución de la renta.
Las duras condiciones de vida para muchos ciudadanos explican la aparición de las primeras movilizaciones obreras y ciudadanas entre 1945-47. También en 1951 en Barcelona se producen protestas por los salarios y la falta de libertad.Este descontento con la situación económica mostró al régimen que el objetivo de alcanzar la autosuficiencia frente al exterior había fracasado. La escasez de divisas y su uso en la compra de alimentos, impidió importar materias primas y productos fabricados imprescindibles para el sector industrial. A pesar de los esfuerzos oficiales, el cambio oficial de la peseta cayó debido a la falta de competitividad de los productos españoles. En estas circunstancias, EEUU concedíó un crédito a España destinado a la compra de productos agrícolas, materias primas y equipo industrial; todo ello dentro de los pactos de ayuda mutua (bases militares) firmados en 1953. La asistencia americana fue poco significativa en el terreno industrial, pero permitíó suavizar la escasez alimentaria, eliminando el racionamiento, el mercado negro y estabilizando los precios hasta 1956. Sin embargo, la inflación y el déficit en la balanza de pagos se disparan a partir de ese año,  y surgen nuevas oleadas de protestas obreras en los principales núcleos industriales y en los ámbitos universitarios. La entrada de ministros tecnócratas en el gobierno a partir de 1957 reorientará la política económica, abandonando la autarquía, permitiendo la liberalización interior y la apertura al exterior.
Eso sí, siempre sin alterar la naturaleza dictatorial del régimen.

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO: DESARROLLISMO (1959-1974)


En este periodo la economía española crece a un ritmo sin precedentes en el Siglo XX. España se incorporó al grupo de los países industrializados, aunque con un nivel de renta por habitante inferior. Aparte de la política de liberalización económica, este crecimiento fue posible gracias a la fase expansiva que existía en Europa occidental  y que arrastró a la economía española de tres formas fundamentales:

Inversiones extranjeras, turismo y remesas de los emigrantes

La etapa del “desarrollismo” se basó en los siguientes aspectos:

Medidas estabilizadoras y planes de desarrollo

El Plan de Estabilización (1959)
significa el abandono definitivo de la autarquía y el inicio de la última etapa de la industrialización en España. A cambio del compromiso del gobierno español de reducir el intervencionismo, el déficit público y los obstáculos a las importaciones, algunos organismos internacionales concedieron préstamos para compensar la falta de reservas de divisas.A este programa liberalizador se añadieron los Planes de Desarrollo
Económico y Social. Se aprobaron tres planes de vigencia cuatrienal desde 1964 hasta 1975, que centraron su interés en el sector industrial y propiciaron una serie de actuaciones de la iniciativa privada. Las líneas de actuación se basaban en acciones estructurales (solucionar deficiencias de la industria española como pequeño tamaño, baja productividad,…) y la creación de polos de desarrollo que promovían nuevas industrias en zonas de escasa industrialización (Valladolid, Granada,…). A pesar de todo, estos planes rara vez conseguían sus previsiones, pero al menos proporcionaron a la iniciativa privada infraestructuras y productos básicos que permitieron su crecimiento.

Etapa final de la industrialización española

En este periodo, la industria y los servicios se consolidan como las actividades más importantes de la economía española. Hasta 1966 el aumento anual del PIB fue superior a la media del resto de países europeos, sobre todo en la producción industrial. Por tanto, la renta por habitante también crecíó en términos reales en un 40% en este periodo, así como el consumo privado. El crecimiento industrial fue posible gracias al uso de técnicas de producción más avanzadas y por la acumulación de capital.
El aumento de las importaciones de tecnología ayudó a mejorar la productividad de la industria, sobre todo en la de bienes de equipo. Esta mejora de la productividad permitíó bajar los precios y así favorecer el aumento de las exportaciones (se multiplicaron por seis). Además, por primera vez en la historia los productos agrícolas dejaron de ser el principal producto de exportación español. También las ganancias en la productividad permitieron el aumento de salarios para segmentos amplios de trabajadores, lo que unido a la difusión de las compras a plazos condujeron a un gran aumento de la demanda de bienes de consumo.
Muchos españoles ya no solo compraban alimentos de primera necesidad, sino que aspiraban a comprar bienes de consumo duradero como vehículos y electrodomésticos.


Los movimientos migratorios


La mejora tecnológica de estos años, al ahorrar mano de obra, limitó la creación de empleo.
A pesar del crecimiento económico, el empleo aumentó menos del 10% e incluso se redujo en algunas regiones. Ello dio lugar durante los años sesenta a una intensa emigración:
Más de 1300000 españoles (la décima parte de la población activa) se trasladaron a otros países de Europa (Alemania, Francia,…) para encontrar trabajo. En el interior de España las cifras de desplazamientos son todavía mayores: sobre el 15% de la población (4 millones) cambiaron de lugar de residencia. La emigración fue enorme en las dos Castillas, Galicia, Andalucía y Extremadura. Los lugares de acogida eran las zonas de mayor dinamismo económico, sobre todo Cataluña, Madrid y el País Vasco, zonas en las que se van a concentrar la actividad y la población.

La reconversión de la agricultura

En 1960 la población activa agraria aún era el 39% del total y aportaba la misma cantidad del PIB. En 1975 estos porcentajes habían bajado casi a la mitad. La población agraria disminuyó en más de un millón y medio de personas. Esto se debíó a dos causas: por el éxodo rural (mejores oportunidades de trabajo en la industria y servicios) y por la reducción del peso de los alimentos dentro del consumo total.  El descenso de la mano de obra rural hizo aumentar los salarios agrícolas, lo que estimuló a los empresarios a iniciar un proceso de mecanización y de uso de abonos químicos para aumentar los rendimientos. Esto redujo aún más el empleo en el campo provocando una emigración todavía mayor hacia las ciudades. La mejora de la renta de la población trajo también una diversificación en la demanda de comestibles:
Disminuyó la demanda de productos de la dieta tradicional (cereales, legumbres,…) y aumentó la demanda de productos de más riqueza alimenticia (leche, carne, verduras,…).

La dependencia del exterior


El rápido crecimiento de esta etapa fue posible gracias a las economías más desarrolladas de Europa. Del exterior provinieron las inversiones y la tecnología que revolucionaron la industria y su productividad. Asimismo, algunos países europeos absorbieron el excedente de mano de obra expulsado del sector agrario. Si esa población hubiera permanecido en España se habría provocado una situación explosiva: aumento del desempleo y mano de obra barata que hubiera frenado la introducción de maquinaria y el aumento de la productividad. También el bienestar europeo (generalización de las vacaciones pagadas) propició un movimiento turístico masivo que encontró en España un destino preferente. Los turistas europeos de los años 60 buscaban “sol y playa”, precios baratos y relativa calidad de los servicios. Las divisas aportadas por el turismo contribuyeron a equilibrar la balanza de pagos española.  En resumen, sin los ingresos por el turismo, las remesas de emigrantes y la inversión extranjera, no hubiera existido el “milagro económico” español.


BASES SOCIALES DEL FRANQUISMO: “LAS FAMILIAS

Los grupos políticos e ideológicos que participaron en la rebelión de 1936 constituyeron el fundamento del nuevo sistema, que se basa en la equilibrada distribución del poder que el general Franco lleva a efecto entre ellos. Por ello, los historiadores han llamado “familias” a los grupos ideológicos reunidos en torno a la defensa del régimen y que se disputan el poder, siempre bajo la autoridad del jefe del Estado, al que no se le discute el papel de regulador de la situación. Cada una de estas familias fue ganando o perdiendo influencia a lo largo de la dictadura, pero en última instancia era Franco quien movía por propia voluntad las piezas del tablero. Estas distintas “familias” se pueden ordenar de la siguiente manera:

EL EJÉRCITO:

Es la piedra angular del nuevo régimen, pues representa la defensa última del orden institucional. Su participación en los Consejos de Ministros y en las Cortes es notable y goza de un elevado prestigio social. El ejército franquista es destinado por el régimen a funciones de control de la vida interior del país. Las fuerzas armadas nunca discuten el poder del Generalísimo y se convierten en una gran ayuda para el mantenimiento del orden público, sobre todo en los estados de guerra que en situaciones concretas decreta el jefe del Estado en la totalidad o parte del territorio.  Los militares constituyen un grupo social muy cerrado e identificado con la figura de Franco, cuya fidelidad fue recompensada con numerosos nombramientos para altos cargos de la Administración civil, cargos sindicales y hasta consejos de Administración de empresas públicas y privadas. La disponibilidad de casas, residencias de verano, economatos, colegios y transportes propios los aíslan parcialmente del resto de la población. Su formación en las academias militares acentuaba su carácter conservador, alejado de cierto liberalismo que irá surgiendo en la enseñanza universitaria.

FALANGE:


Falange ve notablemente aumentados sus efectivos durante la Guerra Civil. Se convierte en uno de los pilares fundamentales del régimen y suministra políticos a nivel nacional, provincial y local, bien a través de una afiliación oportunista o mediante su formación en las Escuelas de mandos. Su momento de mayor influencia en el régimen coincide con los primeros años del mismo, pero tras la Segunda Guerra Mundial pierde peso y sus primitivos ideales fascistas se fueron convirtiendo en una ciega lealtad al Caudillo (forman el aparato de agitación de masas que necesita Franco en los momentos de acoso internacional).  Al respecto, hay que recordar que Franco se “adueñó” del partido en 1937 y la Falange se acabó diluyendo en el llamado “Movimiento Nacional”. Con el tiempo sus miembros se convirtieron en una burocracia de control estatal en los Sindicatos verticales y en los órganos legisladores creados por Franco (Cortes y Consejo Nacional del Movimiento).

IGLESIA CATÓLICA:


Fue uno de los sustentos ideológicos y legitimadores del franquismo: la Guerra Civil sería, según la jerarquía católica, una “cruzada” contra el ateísmo marxista. A cambio de este apoyo la Iglesia se convirtió en un verdadero poder, gozó de privilegios e impuso la unidad católica con exclusión oficial de cualquier otra religión. El catolicismo controlaba la vida intelectual y el sistema educativo. Por ello se habla de la dictadura franquista como un Nacional-catolicismo, ya que dos principales rasgos ideológicos fueron el nacionalismo español y el catolicismo conservador. Dos organizaciones relacionadas con la Iglesia Católica estarán ampliamente representadas en los Consejos de Ministros de Franco: la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) y el Opus Dei. Estos últimos tendrán una influencia decisiva en la etapa desarrollista del régimen.

MONÁRQUICOS:


Estaban divididos entre carlistas y donjuanistas.
Los primeros recibieron algunos cargos en el seno del régimen, ya que éste encarnaba el tradicionalismo católico y conservador que había defendido siempre el carlismo. Los partidarios de don Juan, hijo de Alfonso XIII, apoyaron al régimen pero fueron apartándose de él cuando vieron que Franco no tenía la menor intención de reponer la monarquía anterior a la II República. Sin embargo, algunos defendieron la solución de una “monarquía franquista” encarnada en el príncipe Juan Carlos (hijo de don Juan), quien en 1967 era nombrado sucesor de Franco.

TECNÓCRATAS:


Hacen su aparición en la década de 1960. Muchos de ellos eran monárquicos franquistas o miembros del Opus Dei.
Carentes de cualquier tipo de ideología, para ellos el desarrollo económico generaría un bienestar que sustituiría la política ideológica y estas transformaciones sólo podían darse en un régimen autoritario, pero “modernizado”.

Podemos decir que lo único que unía a estos grupos era la fidelidad al Caudillo.
Por esta razón, el franquismo no será posible sin Franco, y a su muerte todo su entramado político e institucional tuvo que ceder su lugar a un proceso democratizador que la propia sociedad española exigía.


EVOLUCIÓN DE LA ZONA REPUBLICANA
El derrumbe del Estado republicano y el desencadenamiento de la revolución social
El gobierno republicano de José Giral tuvo que organizar apresuradamente una fuerza militar capaz de oponerse a los sublevados. Para ello, tomó la decisión de entregar armas a las milicias de los partidos y sindicatos, disolver el ejército tradicional y decretar la creación de batallones de voluntarios, en los que debían integrarse las milicias. En consecuencia, el poder popular de sindicatos y partidos de izquierda era la única fuerza armada capaz de defender la legalidad republicana.
En el verano y otoño de 1936, el poder del Estado sufríó un desplome casi total y fue sustituido por  organismos revolucionarios (Consejos, Comités, Juntas) dispuestos a imponer un nuevo orden. En estos organismos se reunían las fuerzas del Frente Popular con predominio de los sindicatos y partidos obreros. En el territorio que permanecíó fiel a la República, el alzamiento militar provocó la extensión de un clima revolucionario. Los campesinos y obreros que defendieron la República y sofocaron la rebelión se sintieron legitimados para impulsar cambios sociales.
El elemento más significativo de la revolución social fue la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. Los Comité se hicieron con el control de los transportes, los servicios urbanos, los suministros militares, las fábricas y los talleres. En algunos casos, los empresarios huyeron al estallar la guerra o fueron detenidos o asesinados, y los trabajadores se pusieron al frente de las empresas. Otras veces, tras hacerse con el control de las empresas, los trabajadores comunicaban a sus dueños que las explotarían en régimen de autogestión. Entre Julio y Octubre el gobierno hizo una serie de decretos que dieron  cobertura legal a las incautaciones de industrias y tierras efectuadas por los organismos populares.
En los primeros meses de la guerra se desencadenó en la zona republicana una respuesta popular espontánea contra todo lo que pudiera tener relación con los sublevados. La Iglesia, la burguésía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de una persecución que se escapó del control del poder republicano. Tuvieron lugar asesinatos, “paseos”, detenciones y torturas en las checas (cárceles clandestinas), saqueos e incendios de iglesias, y requisas de bienes y propiedades particulares. Ejemplos graves fueron los asesinatos de presos en la cárcel Modelo de Barcelona o los de  Paracuellos  del Jarama (Madrid). También se fusiló a políticos como José Antonio Primo de Rivera.

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