Transformaciones económicas del Siglo XIX

2.- LOS PROCESOS DE URBANIZACIÓN E INDUSTRIALIZACIÓN EN LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN
INTRODUCCIÓN:
La población española crecíó en el último tercio del siglo XIX de dieciséis a dieciocho millones de habitantes. Un crecimiento lento, caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad y por epidemias masivas, principalmente, de cólera. La esperanza de vida seguía siendo muy baja y no sobrepasaba los 35 años de media en 1900. Estamos, pues, anta una transición demográfica muy retrasada en la que las tasas de natalidad y mortalidad irían descendiendo lentamente.
Este aumento de la población se produjo de forma desigual. En general se observó que crecía más rápidamente en las regiones periféricas, mientras que el centro de la península se iba despoblando, con la excepción de Madrid. Asimismo, es fácil observar el aumento mayor de la población se producía en algunas ciudades: Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y Sevilla.
El aumento en estas zonas fue debido, normalmente a la inmigración. La construcción de las líneas de ferrocarril hizo más fácil el desplazamiento dentro de la península y los campesinos empezaron a abandonar sus aldeas, para ir a vivir a las ciudades.
El Siglo XIX es también, la época de las grandes emigraciones a América. Estas fueron muy considerables hacia finales de siglo, entre 1882 y 1914 un millón de españoles emigró a Argentina, Brasil y Cuba.
A lo largo de todo el Siglo XIX España fue un país predominantemente campesino. Los campesinos españoles de la mitad norte de España solían ser propietarios medios o arrendatarios; en cambio en la mitad sur (Extremadura y Andalucía Bética especialmente), predominaban los jornaleros agrícolas.
A finales del Siglo XIX, hay en España tan importante problema agrario; existían muchos campesinos sin tierra o con cantidades insignificantes de ella. La desamortización fue para estas gentes un golpe terrible; porque no sólo no pudieron comprar las tierras que se pusieron a la venta durante la desamortización, porque no tenían dinero sino que, además, perdieron el derecho que tenían sobre las tierras y los bosques comunales.
El crecimiento de la población española a lo largo del Siglo XIX exigíó aumentar la producción del suelo agrícola, especialmente la de cereales. Para conseguirlo se intentaron dos soluciones; aumentar la extensión de tierras cultivadas y practicar una agricultura intensiva.
EL CRECIMIENTO DE LAS CIUDADES:
Las ciudades españolas experimentaron una importante transformación en la segunda mitad del Siglo XIX. Su población aumentó, en algunos casos de un modo muy considerable.
Este crecimiento de población urbana alteró profundamente el aspecto de las ciudades. En primer lugar, se derribaron muchas murallas medievales, en 1854, Barcelona derribó las suyas, las de San Sebastián lo fueron en 1863, las de Valencia en 1865, las de Sevilla desaparecieron totalmente en 1868. Otras tardaron mucho más en ser derribadas: las de Palma de Mallorca duraron hasta 1902 y las de Pamplona hasta 1920.
Las ciudades españolas, que prevéían, un crecimiento rápido de sus edificaciones, realizaron una serie de proyectos para que este crecimiento no se hiciera de forma anárquica. Varios de estos Planes de Ensanches de las ciudades españolas se llevaron a cabo en la segunda mitad del Siglo XIX y crearon unas zonas urbanas con calles anchas y rectas, que se cruzaban perpendicularmente, agrupando las casas en forma de cuadros llamados manzanas.
EL PROCESO INDUSTRIALIZADOR:
Los sectores clave de la Revolución industrial británica, el textil algodonero (bines de consumo) y el siderúrgico (bines de producción necesarios para cualquier industria)
, también se desarrollaron en España aunque sólo en algunas regiones.
– El sector textil algodonero:
Tuvo su área de expansión en Cataluña, donde existía antes del Siglo XIX, una importante actividad comercial y una cultura manufacturera y artesanal basada en la lana (1770). El sector del algodón se desarrolló en esta regíón gracias a la protección arancelaria. La producción se mecanizó gradualmente y se destínó al escaso mercado nacional, a Cuba y a Puerto Rico, Sin embargo sus posibilidades de crecimiento fueron limitadas por su incapacidad de atraer al sector bancario, ya que predominaba la autofinanciación familiar, y a la industria de bienes de equipo para las fábricas textiles. Estas sufrieron una crisis, general en toda la regíón, desde finales del Siglo XIX, agravada por la pérdida de las últimas colonias españolas.
– La siderurgia vasca:
La industria siderúrgica se establecíó en España junto a las minas de hierro. Se crearon fábricas en Málaga (1830 – 1860), después en Asturias, en el núcleo Mieres- La Felguera (1850 – 1870), y por último en Vizcaya, dónde la familia Ybarra fundó la empresa Altos Hornos y Fábricas S.A. En 1882.
TRANSPORTES Y COMUNICACIONES:
La existencia de una red de transportes y de comunicaciones era vital para la integración de las actividades económicas nacionales.
. El ferrocarril:
Los obstáculos para el transporte hacían imprescindible la creación de una red ferroviaria que articulara el mercado interior de la península. Aunque con enormes
deficiencias, la red fue impulsada desde la Administración del Estado a través de la Real Orden sobre Creación de Ferrocarriles (1844), que permitíó la construcción de las primeras líneas ferroviarias (Barcelona –Mataró y Madrid – Aranjuez).
Más tarde se promulgó la Ley General de Ferrocarriles (1855), que concedíó enormes privilegios para la construcción de trenes: creación de bancos, fomento de inversiones, pago de subvenciones, desgravación fiscal de la importancia de materiales… Pese a todo, la construcción de la red ferroviaria se inició tarde y se llevó a cabo demasiado deprisa (entre 1856 y 1866 se completaron 4.500 km de vía) y su planificación fue irracional. Las compañías que explotaban este sistema de transporte tuvieron numerosas dificultades de financiación y no percibían ingresos suficientes. La fabricación de trenes, por último, no benefició a la industria nacional, ya que buena parte del capital, tecnología e iniciativa empresarial provino de Francia.
. Otros avances en comunicación;
La navegación a vapor tuvo en España menos importancia; a partir de 1870 fue impulsada, sobre todo, desde el País Vasco (dónde en 1888 se creó Astilleros del Nervión). El transporte marítimo en Cataluña, sin embargo, permanecíó vinculado a la navegación a vela, lo cual constituyó un obstáculo para el desarrollo de su industria. En el Siglo XIX también se modernizó el servicio de correos (en 1850 se adoptó el sello en nuestro país) y se inició en España la telegrafía eléctrica (1854). Ambos servicios estaban controlados por el Ministerio de gobernación, por motivos de seguridad; la telegrafía estaba gestionada por militares.
COMERCIO EXTERIOR, FINANCIACIÓN Y EMPRESARIADO:
– El comercio exterior:
España se especializó en exportar materias primas y productos semielaborados; existíó a lo largo del Siglo XIX un déficit comercial crónico, financiado por las remesas de dinero enviadas por los emigrantes, las importaciones de capital y los préstamos suscritos en el extranjero por el Estado.
Las medidas adoptadas en materia de comercio fueron en el Siglo XIX, mayoritariamente proteccionistas, favorecidas por los intereses de los productores de cereales y de las industrias. El librecambio se impuso en algunos periodos (1854 -1856, 1868- 1874 y a partir del arancel Figuerola de 1869), generalmente impulsado por los progresistas.
-La financiación:
El desarrollo industrial necesitaba un sistema financiero estable que pudiera subvencionar las empresas canalizando los recursos disponibles de las élites sociales. Sin embargo, la mayor preocupación del Estado fue obtener ingresos para las arcas públicas, por ello ejercíó un fuerte dirigismo estatal, sobre el sector bancario.
Los esfuerzos por crear una banca privada en España estuvieron ligados al bom de la construcción ferroviaria. La expansión bancaria experimentó un periodo de expansión (1855 – 1864) y otro de contracción (1864 – 1870). La legislación del Bienio progresista permitíó la creación en 1856 de bancos de emisión, autorizados a emitir billetes y especializados en créditos comerciales a corto plazo, y de sociedades de crédito, que podían realizar préstamos a largo plazo.
Los bancos financiaron, sobre todo, las compañías ferroviarias y la deuda pública del Estado. Entre ellos estaban los siguientes:
– Banco de Barcelona (1844 – 1922)
– Banco de Santander (1857)
– Banco de Bilbao (1857)
A partir de 1874, el Banco de España obtuvo el monopolio de emisión de moneda, por lo que todas estas entidades pasaron a ser sociedades de crédito comercial y financiación industrial.
La banca estatal, por su parte, fue decisiva en la economía española: el Banco de San Fernando (1829), ampliado en 1848 y convertido en 1856 en Banco de España, tenía como objetivo inicial atender las necesidades de financiación del Estado; más tarde, cuando obtuvo el monopolio de emisión de billetes, proporciónó al Estado un cuantioso préstamo para hacer frente a sus deudas. A través de las cantidades depositadas ene. Banco de España, los particulares financiaban la Hacienda estatal, a través de la deuda pública. El capital nacional y extranjero invirtió a menudo en esta en lugar de hacerlo en la industria o en la agricultura. El déficit crónico de los presupuestos estatales favorecíó estas inversiones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *