12.2. El sexenio democrático (1868-1874): intentos democratizadores. La revolución

11.4. El Sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la Primera República.

            Introducción: En la última etapa de la monarquía de Isabel II (1863-1868), se produjo una situación de crisis que tuvo una triple dimensión:
política (la corona queda desacreditada ante progresistas y demócratas por no ser llamados a gobernar), económica (se produce la quiebra de compañías ferroviarias y se da una crisis agraria) y social (el alza de los precios provoca protestas urbanas de las clases populares, que absorben ideas demócratas y del movimiento obrero). Esta situación se va deteriorando hasta producirse el pronunciamiento del general
Juan Prim, el cual fue exiliado, teniendo lugar en 1866 la firma del pacto de Ostende entre progresistas y demócratas. En 1867, Leopoldo O’Donnell, presidente del gobierno en ese momento, murió y fue sustituido por el unionista Serrano, el cual se uníó a lo acordado en Ostende, que pasaba por derrocar a Isabel II manteniendo la monarquía. Así, en 1868 un grupo de generales desembarcó en Cádiz y comenzó un pronunciamiento militar que desembocó en la Revolución Gloriosa de 1868, en la que se destrónó a la reina y se inició el llamado Sexenio revolucionario (Jover propuso nombrarlo sexenio democrático debido a su apoyo al sufragio directo), que, gracias al triunfo de la revolución, se extendíó hasta 1874.

            Fase inicial: Durante la fase inicial del Sexenio (Septiembre de 1868 – Junio de 1869) se aprueba la Constitución de 1869 y se produce el triunfo de la revolución, instaurándose un gobierno provisional con coalición de progresistas y miembros de la Uníón Liberal. Además se produce lo siguiente: se respeta la monarquía, aunque en el partido demócrata hubiese mayoría republicana (por lo que se dividirá posteriormente); se aprueba la incorporación de la peseta, la Ley de Minas y ciertas reformas educativas, rompíéndose el Pacto de Ostente; se convocan Cortes constituyentes con sufragio universal, siendo Castelar y Cánovas sus grandes oradores y sanciónándose en 1869 una constitución moderada.

            Serrano y Amadeo I: En la segunda fase (Junio de 1869 – Febrero de 1873) destaca la regencia inicial del general Francisco Serrano, siendo España un sistema monárquico. En este periodo se precisaba un rey que supliese el vacío de poder, pues era un momento en el que confluían graves problemas internacionales, como la unificación italiana (en la que destacaron Víctor Manuel II, Giuseppe Garibaldi y el conde de Cavour) o la guerra Franco-prusiana. En 1870, se concede el trono a Amadeo I de Saboyá, que no contó con el apoyo eclesiástico debido a que procedía de una casa que había expulsado al pontífice de su poder temporal. Además, el asesinato del general Juan Prim (que había defendido la entronización de la casa Saboyá) hizo que Amadeo perdiera a su principal valedor. A raíz de este asesinato, el partido político de Prim se fragmentó: por un lado, Práxedes Mateo Sagasta y los constitucionales y, por otro, Manuel Ruiz Zorrilla y los radicales mayoritarios. Así, después de tres años de reinado (1870-1873), renunció al trono, dejando un importante legado político, como leyes reflexivas, de sufragio general descentralizado…

            Primera República Española: Tras esta renuncia, fue aprobada la Primera República (1873-1874), que nacíó en un contexto histórico delicado y tuvo que enfrentarse a diversos problemas heredados, como la guerra de Cuba, la crisis económica o la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). Además, será durante este periodo cuando surja el cantonalismo (movimiento partidario de un federalismo de carácter radical). Así, la Primera República Española nacíó con ausencia de apoyo y de forma anticonstitucional (sólo había un 40 % de senadores presentes en su constitución), siendo reconocida únicamente por Suiza y Estados Unidos a nivel internacional.

            Su primer presidente fue Estanislao Figueras, el cual se distanció de los militares, convocando Cortes constituyentes que proclamaron la República Federal y aprobaron un proyecto de Constitución. Le sucedíó Francisco Pi y Margall (más proclive al federalismo), durante cuyo mandato estalló la guerra cantonal, llevada a cabo por los republicanos que buscaban imponer el federalismo. Este conflicto dañó la imagen de la república en el extranjero.

            El tercer presidente fue Nícolás Salmerón, que reprimíó militarmente la amenaza cantonal. Posteriormente, sobresalíó Emilio Castelar, partidario de una república conservadora instituida por la fuerza, sin importar los medios. Este fue reconocido internacional y socialmente, siendo, no obstante, derrotado por los parlamentarios en Cortes. Finalmente, fue el Golpe de Estado del general Manuel Pavía lo que marcó el final de la república. Así, en 1874, el militar Pavía actuó en nombre del ejército para defender la unidad de la patria, erigíéndose como árbitro de las formas políticas.

            República Ducal y pronunciamiento de Martínez Campos: La cuarta fase del sexenio fue la República Ducal (1874), ejercida por el duque de la Torre (el general Serrano) y siendo un gobierno provisional. La quinta fase se inició con un pronunciamiento militar llevado a cabo por Arsenio Martínez Campos, con el que se restauró la monarquía en la figura de Alfonso XII, siendo Antonio Cánovas del Castillo el líder de dicha Restauración.

            Conclusión: Distintos personajes declararán acerca del fracaso del sistema del sexenio democrático. En primer lugar, Giner de los Ríos alegó que la Revolución no cumplíó las expectativas, llevando a cabo un juicio muy negativo de la acción política de 1869, ya que esperaba una constitución republicana en lugar de una monárquica. Pío Baroja criticó la república y Azaña arremetíó contra el clientelismo, defendiendo que la democracia sólo se podía sustentar con: una economía sanada y moderna, una adecuada política democrática y una generalización de la educación. Este último también criticó la falta de tradición política en España, dado que vivía en una sociedad polarizada, tradicional y rural que no había conocido la revolución industrial.

            Sin embargo, a pesar de que la Primera República no alcanzó sus objetivos, dejó un importante legado para los derechos de todos los españoles, propuso la alternativa del federalismo e incorporó las Antillas al gobierno español

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