Derecho del reino de Navarra

6.2 Un reino fronterizo (Siglo XVII)

Durante el siglo XVII vamos a seguir viendo como España y Francia van a seguir enfrentándose en toda Europa con el objetivo de conseguir la preeminencia en todo el continente.

Esta circunstancia determinará el devenir de Navarra durante este siglo. Las autoridades castellanas y navarras tendrán como principal preocupación la defensa del territorio ante Francia, para lo cual, recurrirán a cualquier medida.


LA RIVALIDAD Franco ESPAÑOLA

A lo largo del Siglo XVII los enfrentamientos entre España y Francia se recrudecieron, haciéndose cada vez más violentos. España, con frentes abiertos en todo el planeta, se encontraba en Franco declive, mientras que Francia conseguía cada vez mayor presencia a nivel europeo. Francia estaba esperando el momento adecuado para enfrentarse directamente a la gran potencia europea y conseguir la supremacía.


España era consciente de esa realidad y necesitaba estar preparada para ese momento. A principios del Siglo XVII se terminaban las obras de la Ciudadela, los virreyes movilizaban continuamente tropas para vigilar la frontera y construir obras de fortificación.


El fuero de Navarra impedía que los navarros fueran reclutados para ir a la guerra a no ser que el territorio navarro fuera invadido, por lo tanto, muchos de los militares acuartelados en el reino eran mercenarios extranjeros.


La guerra abierta estalló en 1635, pero al igual que durante el Siglo XVI Navarra no fue escenario de enfrentamientos directos. Aún así, sí que hubo diferentes encontronazos, uno de ellos de especial relevancia: el sitio de Hondarribia tras una incursión francesa a través de los Pirineos en 1638.


Aún cuando el fuero no permitía la movilización de navarros, fueron reclutados 5000, los cuales participaron en la liberación de Hondarribia, Francia fue derrotada. Este episodio fue el único en el que Navarra estuvo cerca de ser invadida por Francia durante el Siglo XVII.


Los únicos enfrentamientos directos en la frontera entre Navarra y Francia se circunscribieron a viejas rencillas entre los ganaderos de uno y otro lado de la frontera enfrentado por la explotación de los pastos. Estos enfrentamientos durarán hasta el Siglo XIX.


LA UníÓN DE ARMAS

El coste de la guerra contra Francia era enorme, además España tenía frentes abiertos por medio mundo


Durante las primeras décadas del Siglo XVII la monarquía española va a intentar constantemente que todos los reinos participen de los gastos militares y aporten tropas a los numerosos frentes que España tenía abiertos. Durante el reinado de Felipe IV, uno de sus primeros ministros del Conde Duque de Olivares propondrá un proyecto de reparto de las cargas económicas y de tropas que se llamó la Uníón de Armas.


Los navarros participaron sin mucho problema en la campaña de Guipúzcoa, pero pusieron muchas más pegas cuando se le pidió que participaran en los frentes catalán y portugués.


Hubo varias deserciones en estas campañas y las instituciones del reino, las Cortes y la Diputación, negociaron para que el reclutamiento fuera lo menor posible a cambio de un pago mayor de impuestos.


Aunque estas medidas violaban el fuero, evitaron que muchos navarros fueran al frente y además dieron cierto prestigio y poder a las instituciones navarras.


Esta política negociadora se mantendrá durante todo el Siglo XVII con mucho éxito



LA CONCIENCIA HISTÓRICA

Ante esta situación en la que desde la corona se pretendía un centralismo cada vez mayor, desde Navarra se intentó hacer hincapié en que las instituciones y privilegios navarros eran un derecho histórico que debía mantenerse.


Durante los siglos XVI y XVII varios autores escribirán obras históricas de carácter justificativo plagadas de leyendas e invenciones:

Diego Ramírez de Ávalos (Crónica de los reyes de Navarra, 1534)


Juan de Sada (Historia apologética del reino de Navarra, 1628)


José de Moret (Anales , 1654)



A este último le fue encargada la redacción de una historia de Navarra en la que se defendiera el valor y el prestigio del pasado de Navarra, sobre bases mejor documentadas.

Estas obras permitieron un conocimiento mucho mayor del pasado histórico del reino, así como desechar muchas de las leyendas aceptadas hasta entonces.

6.3 El sistema institucional (siglos XVI – XVIII)

El mantenimiento de las instituciones y la legislación particulares de Navarra y la amplia capacidad del rey para actuar sobre ellas en función de sus intereses serán situaciones recurrentes durante estos siglos, caracterizados en toda Europa por la vigencia del Antiguo Régimen.

LA PECULIARIDAD DEL SISTEMA NAVARRO:Desde la conquista de 1512, todos los monarcas se comprometían a mantener el sistema institucional navarro cuando juraban los fueros al heredar el trono. Además todos los reyes de España usaron un numeral distinto a la hora de actuar como reyes de Navarra:

Así, Carlos I de España y Felipe II de España recibían el nombre de Carlos IV y Felipe IV en Navarra


Esta situación no era exclusiva de Navarra, otros territorios como los antiguos reinos de la Corona de Aragón seguían teniendo sus propias instituciones y leyes, pero a principios del Siglo XVIII, debido a varios motivos, estas particularidades comenzaron a decaer en buen aparte de los territorios históricos españoles. En el caso de Navarra, no hubo modificaciones hasta las primeras décadas del Siglo XIX.

Estos privilegios no impedían al rey gobernar con total discrecionalidad, sino que ese poder se ejercía en Navarra con ciertas particularidades que la diferenciaban de otro s territorios. Pero en cualquier caso, el monarca decidía en todos los ámbitos independientemente de que Navarra siguiera manteniendo sus fueros e instituciones, en las que el rey de turno colocaba a personas de su confianza.

LAS INSTITUCIONES DEL REINO:Podemos dividir las instituciones que mantuvo Navarra durante esto años en tres grandes grupos: representantes del rey, representantes del reino y la Diputación, que asu vez subdividiremos en otras:

Los representantes del rey. La permanente ausencia de los monarcas debido a su presencia casi continua en Castilla obligó al nombramiento de delegados con amplios poderes:

Los virreyes, normalmente de origen castellano y con atribuciones militares, policiales y administrativas


El principal colaborador del virrey era el Consejo Real, durante la Edad Media, esta institución se encargaba de asesorar al rey, pero con el paso de los años pasó a encargarse de:

La gestión ordinaria de la administración

Se convirtió en el Tribunal Supremo de Justicia

Estaba formado por un presidente y seis consejeros, contaban también con numerosos funcionarios


Sus miembros eran nombrados directamente por el rey y tres de ellos eran siempre castellanos


Podían interpretar si las órdenes del rey se ajustaban a lo que decían los fueros, pero como este consejo era nombrado por el rey, fueron pocas las ocasiones enlas que se contradijeron las órdenes venidas desde el trono.

Existían otros dos tribunales con importancia, también controlados por el Consejo Real:


La Corte Mayor que revisaba las sentencias dictadas a nivel local

La Cámara de Comptos que se ocupaba de asuntos económicos y de hacienda

Los representantes del reino. Los diferentes grupos sociales tenían desde la Edad Media la capacidad de estar representados en una institución: Las Cortes.

La principal prerrogativa con la que contaban las cortes era la de aprobar o denegar la solicitud del rey de instaurar un nuevo impuesto.

También tenían la capacidad de redactar leyes y proponerlas al monarca, pero éste podía o no aprobar esas nuevas normas.

Gracias a la posibilidad de aceptar nuevos impuestos, Las Cortes solían jugar con esta posibilidad para que el rey aprobara leyes que no fuera del todo de su agrado.


Las Cortes solo se reunían cuando el rey así lo solicitaba y sus sesiones podían durar varias semanas o incluso meses, normalmente solían pasar años entre una convocatoria y la siguiente.


Las Cortes estaban formadas por tres “brazos” o estados:



El brazo militar, que supuestamente representaba los intereses de la nobleza y muchos de sus miembros eran directamente designados por el rey.

El brazo eclesiástico, que estaba formado por altos cargo de la Iglesia, como el obispo de Pamplona, el deán de Tudela y los abades y priores de los principales monasterios.

El tercer brazo o estado correspondía a las poblaciones o municipios con privilegios especiales (las buenas villas y ciudades). Se le conocía como el brazo de las universidades porque representaba al conjuntos -universo- de vecinos de una determinada localidad. El campesinado carecía de este tipo de privilegios y por lo tanto no tenía representación.


Esta división muestra claramente el modelo social imperante en la época, con dos grupos claramente privilegiados que no tenían que pagar impuestos y dominaban los puesto de importancia y un tercer grupo con una pequeña representación dirigida por las élites burguesas de los municipios con privilegios.


Las Cortes estaban formadas por los miembros de los brazos y por un gran número de funcionarios, por lo que sus sesiones solían tener lugar en la catedral de Pamplona, uno de los pocos edificios con capacidad suficiente para alojar a todas estas personas.

La Diputación. Desde 1576, cuando las Cortes se disolvían se elegía una Diputación, cuya misión era la de vigilar el cumplimiento de sus decisiones y representar al reino ante el monarca y sus delegados.

Con el paso del tiempo la Diputación fue adquiriendo más competencias como la acuñación de moneda, cobrar ciertos impuestos, colaboraba con el virrey en el reclutamiento de tropas y a partir del Siglo XVIII se ocupó también de la construcción de carreteras. Los miembros de la Diputación eran elegidos por Las Cortes.

Sus miembros eran elegidos por los tres brazos, uno por el eclesiástico, dos por el militar y cuatro por las universidades.Además tenía un delegado en Madrid (el síndico), que defendía los intereses de Navarra en la capital.


La moneda, todos los reyes españoles, tanto Austrias, como Borbones, hicieron acuñaciones específicas para Navarra


Su valor era el mismo que sus equivalentes en otros reinos, por lo tanto eran aceptadas en toda España y en muchos casos, también fuera, ya que las monedas de esta época tenían el mismo valor del peso del material con el que se hacían (oro, plata, cobre…)

6.4 La Ilustración en Navarra (Siglo XVIII)

La monarquía ilustrada de los Borbones, aunque mantuvo el sistema institucional navarro, presiónó cada vez con más fuerza para imponer su voluntad al margen de los fueros, las Cortes o la Diputación. Los caminos de la reforma del Estado empezaban a abrirse, aunque el resultado final, ya en el Siglo XIX, sería muy diferente del que pretendían los propios reyes.


LA GUERRA DE SUCESIÓN

Tras la muerte de Carlos II de Austria sin descendencia directa en 1700, dos rivales, uno francés y otro austriaco, se disputarán el trono español.

Navarra, al igual que Castilla, tomará partido por Felipe de Anjou, futuro Felipe V. Un descendiente directo de Juan y Catalina de Albret. Este hecho pudo influir en la decisión de los dirigentes navarros, pero desde un punto de vista práctico, un rey francés aseguraría la paz con el vecino del norte y mejoraría las relaciones comerciales.


Navarra no fue un territorio en el que se librarán batalla de calado, pero aún así, hubo incursiones del ejército austriaco en la zona oriental y en la Ribera Baja.


Finalmente, el bando francés, con Felipe de Anjou a la cabeza consiguió la victoria y como consecuencia se convirtió en Felipe V. Los territorios de la corona de Aragón que habían apoyado a Carlos de Austria perdieron todas sus leyes particulares. Navarra conservó todo su entramado legal e institucional.


LA MONARQUÍA BORBÓNICA

Aun habiendo respetado las leyes e instituciones navarras, la nueva dinastía intentará aplicar medidas contrarias a sus privilegios, imponiendo aumentos de impuestos o levas de soldados sin el consentimiento de las Cortes.


Por otro lado, la Diputación consiguió adquirir más competencias y se encargará desde principios del Siglo XVIII de la construcción y mantenimiento de caminos, así como de una parte de la gestión de los impuestos.


La única reforma a la que las Cortes navarras se opusieron frontalmente fue a la supresión de las aduanas que el antiguo reino manténía con el resto de territorios españoles. Desde la corte borbónica se propuso este cambio en un intento por modernizar el mercado interior español, pero los procuradores navarros temían que este fuera el principio del fin de los fueros, así como un perjuicio para sus negocios con Francia.


En 1753, el reino de Navarra reincorporar el territorio de los Arcos y su comarca, que había sido ocupada por Castilla a finales del Siglo XV, no sucedíó lo mismo con los actuales territorios de la Rioja Alavesa.


TIEMPO DE REFORMAS

Navarra, al igual que el resto del país, se contagió del espíritu ilustrado del Siglo XVIII, que aspiraba a la modernización económica y cultural.

Durante este siglo, se diseñaron importantes mejoras urbanísticas y agrarias, muchas de ellas no se realizaron por falta de inversión, pero aún así:

Se consiguió crear un nuevo sistema de abastecimiento de agua para Pamplona

Se proyectó una nueva Sangüesa que estuviera a salvo de las crecidas del Aragón



El virrey conde de Gages emprendíó la mejora de alguna de las principales vías de comunicación

Es destacable el hecho de que a los años centrales del Siglo XVIII se les conocíó como la “hora Navarra”, por la considerable cantidad de personajes de origen navarro que se hicieron un hueco en la vida social y política española:

Tiburcio de Redín (militar)


Juan Bautista de Iturralde (economista)


Juan de Goyeneche (economista)


Sebastián de Eslava (virrey de Nueva Granada)


Miguel de Múzquiz (ministro)


Estos influyentes personajes presionaron desde Madrid para que en la medida de los posible, las instituciones navarras fueran respetadas por la monarquía española.

LAS GUERRAS DE FIN DE SIGLO Y LA CRISIS INSTITUCIONAL:Durante todo el Siglo XVIII las relaciones con Francia habían sido de una profunda amistad, pero tras el triunfo del a Revolución en 1789, la situación dio un giro de 180º.

A partir de 1793 España se va a enfrentar con Francia en una guerra abierta que durará dos años y en la que toda la zona norte de Navarra, hasta las cercanías de Pamplona, sufríó los asaltos de los ejércitos franceses. La guerra de la Convencíón fue un desastre para estas zonas y el principio del fin de las instituciones navarras. Ante esta situación, Carlos IV y sus ministros prescindirán de cualquier miramiento hacía a los fueros navarros y actuarán con total discrección aprobando impuestos y normas militares que venían directamente desde Madrid.

Esta situación comenzó a crear una división dentro de la sociedad Navarra, por un lado, los defensores del mantenimiento de los fueros tal y como se conocían, ya que pensaban que la crisis de finales del Siglo XVIII se superaría y otro sector que abogaba por emprender profundas reformas lejos de las leyes tradicionales navarras. Vemos el origen de las facciones liberales y carlistas que dividirán Navarra durante todo el Siglo XIX.

6.5 La sociedad del Antiguo Régimen

La sociedad y la economía navarras de los siglos XVI al XVIII presentan unos modelos profundamente tradicionales. Los grupos y sus actividades están marcados por los patrones religiosos que la Iglesia católica señalaba y sus relaciones se basaban en la desigualdad de derechos y la superioridad jurídica y social de determinados estamentos sobre los menos privilegiados.


En una población básicamente rural, la propiedad y el disfrute de la tierra influían decisivamente en los modos de vida y de comportamiento.


LOS GRUPOS PRIVILEGIADOS

La nobleza constituía el puesto más elevado de la escala social, sus miembros solían ocupar los puestos más importantes en la administración Navarra, podían acceder a los cargos más altos del ejército y aspiraban a ser nombrados miembros del consejo, embajadores, virreyes o altos cargos en las américas, etc.

La inmensa mayoría estaban exentos del pago de impuestos y prácticamente todos eran propietarios de tierras, en ocasiones contaban con grandes latifundios (los más importantes en la zona de la ribera).En cualquier caso, estas posibilidades solo eran reales para un reducido círculo de nobles, aquellos que pertenecían a la nobleza titulada, solo unas 50 familias en el Siglo XVIII. Inmediatamente debajo de ellos en cuanto relieve social, pero también con un fuerte prestigio, sobre todo local, están los palacianos, dueños de un palacio cabo de armería, es decir, de una casa que se consideraba el origen de otras familias nobles. Hacia 1800 había unos doscientos de estos palacios, sus propietarios tenían derecho a asiento en las Cortes, pero su influencia y poder se restringía al entorno local.

La inmensa mayoría de los miembros de la nobleza eran simples hidalgos, que no se diferenciaban mucho en sus formas de vida y posibilidades económicas del resto de la población local.

Estaban obligados al pago de diferentes impuestos y en su mayoría eran pequeños propietarios que se veían obligados a trabajar directamente sus tierras.

A finales del Siglo XVIII la cuarta parte de la población Navarra era hidalga, la concentración era mucho mayor en la zona pirenaica, mientras que en la ribera, el porcentaje se reducía hasta un 10%.

Por otro lado y también en el mismo Siglo XVIII, dos de cada cien navarros pertenecían al clero. Párrocos, frailes y monjas se repartían por todas las localidades, y ejercían una gran influencia en la sociedad.

Sus miembros más importantes (obispos de Pamplona y Tudela) formaban parte de las Cortes y tenían representación en la Diputación. Algunos centros eclesiásticos eran grandes terratenientes, aunque no a niveles comparables a los de la Edad Media.La mayoría de los clérigos vivía como párrocos de las diversas poblaciones o como simples frailes y monjas de los conventos y monasterios.

Muchos de los párrocos eran nombrados por los propios pueblos, cuando los vecinos eran propietarios de la iglesia y vivían de los diezmos, la décima parte de los ingresos que tenían que entregar a la Iglesia todos los cristianos.

LOS LABRADORES O PECHEROS

Esta parte de la población Navarra superaba el 50% de la misma y para separarlo de los hidalgos poseedores de pequeñas tierras, se les conocía como pecheros. El nombre proviene de la obligación que tenían de pagar una pecha, es decir, una renta, al propietario de la tierra que trabajaban.

Esta obligación les colocaba en una situación social inferior a la de los hidalgos, aunque en algunos casos, sus rentas fueran superiores.

El número de pecheros aumentaba a medida que se iba hacia el sur del reino, en la zona pirenaica primaban los propietarios, mientras que en la ribera había más pecheros y peones.
VECINOS Y HABITANTES

Como hemos visto, las diferencias entre labradores e hidalgos eran imperceptibles, pero las relaciones económicas y jurídicas dentro de las diferentes poblaciones del reino se basaban en la separación entre vecinos y habitantes.

Los vecinos tenían más aprovechamientos comunales (pastos, leña, repartos de tierras…) que los habitantes y podían formar parte de los concejos.

La diferencia entre pertenecer aun grupo u otro residía en la antigüedad de residencia




Cuando la población de un determinado lugar aumentaba mucho, los pobladores más antiguos limitaban los derecho de los nuevos habitantes para así no verse perjudicados.

EL MAYORAZGO:En las tierras más septentrionales la agricultura es muy pobre y la base fundamental era la ganadería. Pero el ganado necesita grandes extensiones de pasto y poca mano de obra lo que hizo que se impusiera el mayorazgo.

Su funcionamiento era muy simple, consistía en una costumbre a través de la cual se dejaba toda la herencia de una casa al hijo mayor. El resto de los hijos varones debía buscarse otra ocupación (ejército, iglesia, emigrar…) o permanecer en la familia, pero bajo el mando del hermano mayor y sin posibilidad de casarse.

CIUDADES:Aunque oficialmente Navarra contaba con nueve ciudades en el Siglo XVII, en la práctica las poblaciones con un cierto peso demográfico eran muy pocas. Sólo Pamplona, Estella y Tudela superaban los 5.000 habitantes.

Pero más importantes que los habitantes eran las actividades económicas que se desarrollaban en las mismas (artesanía, comercios, industria…), este factor era el que las diferenciaba del resto de poblaciones.

Pamplona solo acogía a una tercera parte de la población que se dedicaba a esa industria artesanal o al comercio, sin embargo contaba con numerosos funcionarios en la diversas instituciones (virrey, Consejo, Diputación, Tribunales…); clérigos que habitaban en lo numerosos conventos y monasterios de la ciudad y su entorno más cercano, miembros de la curia episcopal y catedralicia; y también contaba con un buen número de nobles de prestigio que preferían la ciudad aunque tuvieran sus ingresos en las tierras que poseían.

No faltaban labradores, que eran tan numerosos como los artesanos o los comerciantes y si trabajaban los campos colindantes a la capital.

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