Dictadura franquista resumen

composición 1

Franco ejercíó, como dictador, un poder sin precedentes consecuencia de la victoria en la Guerra Civil de la que salíó como jefe militar con el título de “Generalísimo”, jefe de gobierno y jefe del estado con el título de “Caudillo” y jefe político del partido único de inspiración fascista, la Falange Española

Tradicionalista y de las JONS. A este poder acumulado sumó la eliminación de cualquier oposición con el empleo del control, del terror y de la represión ejercido por medio de cárceles, ejecuciones, prohibiciones y censura la cual fue acompañada de una propaganda que constantemente repetía la exaltación laudatoria y providencialista de su figura. El nuevo estado instaurado por Franco en y tras la Guerra Civil se presentaba como un proyecto regenerador de España, pero era antirrepublicano, antiliberal y antidemocrático, un Sistema totalitario, sin constitución ni libertades democráticas donde todos los poderes se concentraban en el jefe del estado: Franco. En el documento
1, Franco, en el Discurso en conmemoración del Alzamiento Nacional 1938, ejemplifica estos ideales justificando su rebelión contra la República en el anticomunismo “una civilización y una cultura, gravemente amenazadas por los principios rojos comunistas”, en el antiliberalismo “ la irresponsabilidad política de los partidos liberales”, en la defensa del totalitarismo de imitación fascista “Estado neutro y sin ideales, le sustituye él misional y totalitario” frase que sirve, también, como ejemplo de la otra gran inspiración del franquismo, el nacional
Catolicismo visible en frases como “nos corresponde el paladinaje de una fe” o “la unidad de nuestra Cruzada”. El confuso aparato legal del Régimen se sustentaba en una serie de Leyes Fundamentales promulgadas a lo largo de un proceso de casi 30 años y con el único propósito de servir al dictador. Algunas nacieron en plena Guerra Civil como la del Fuero del Trabajo (1938), primera ley fundamental, que reguló las relaciones laborales entre trabajadores y empresarios, que quedaron bajo los principios del nacional-sindicalismo y el fascismo a través de un sindicalismo vertical que los integraba arrebatando a los trabajadores la mayoría de sus derechos. Ley constitutiva de las Cortes (1942), fue la segunda y dotaba al régimen de unas Cortes sin poder legislativo ya que estaban supeditadas a la voluntad del jefe del Estado, quedando relegadas a funciones consultivas. Estaban organizadas de manera “orgánica” a imitación fascista. El Fuero de los Españoles (1945), el documento 2, recogía los deberes y derechos de los españoles, pero dentro de los principios del régimen y de acuerdo con la catolicidad del Estado. Redactada en un momento en el cual el régimen estaba amenazado por los Aliados en plena II Guerra Mundial, intentó crear la ilusión de que España no era una dictadura de inspiración fascista para camuflarse con el eufemismo llamado “democracia orgánica”. Sin embargo, en él son visibles las tendencias ideológicas del Régimen como el nacional – catolicismo del art.6 y como la del fascismo visible en el carácter orgánico de la representación “a través de la familia” y el art.2 “Los españoles deben servicio a la Patria, lealtad al Jefe del Estado y obediencia a las leyes” donde queda retratado el autoritarismo jerarquizado del fascismo donde se inspira el Régimen. Otras leyes fundamentales fueron: la Ley del Referéndum Nacional (1945) permitía someter a consulta popular las decisiones del gobierno o de las Cortes; la Ley de Sucesión (1947) que definía a España como un «Reino sujeto a los principios del Movimiento». Don Juan de Borbón la denunció en su Manifiesto de Estoril; la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) que garantizaba la integridad del Movimiento como partido único y cauce exclusivo para la acción política; y la Ley Orgánica del Estado (1966), el documento 3, que es síntesis final que consolidaba y cerraba el largo proceso institucional del Estado y donde mantiene las carácterísticas dictatoriales del régimen alrededor de la figura de Franco como Jefe del Estado como el Art. 6 el cual determina que Franco es el representante del estado y el dueño de su soberanía y el Art.8 cuando exige la obediencia a los españoles manteniendo como único partido al suyo, el “Movimiento Nacional” La doctrina que sustentaba al estado franquista fue la síntesis de los grupos que lo apoyaban y se manifestó en tendencias como el anticomunismo, el nacional – catolicismo, el patriotismo con un unitarismo a ultranza, un antiautonómismo y su españolismo castellanista; otras como el tradicionalismo y el militarismo llenaron España de desfiles, uniformes, himnos, banderas, etc. Que conmemoraban su

“victoria” y el grandioso papel histórico de Franco y, sin olvidar, el empleo de elementos fascistas, saludo, uniformes (camisa azul de la Falange) y la propia exaltación de Franco como Caudillo que era una copia del título del dictador italiano “Duce” y similar al alemán,“Führer”. Para terminar, hay que señalar que, aunque la estructura del poder se basaba en la persona de Franco, sus apoyos se manifestaban a través de grupos de influencia llamados “familias” representadas siempre en sus gobiernos y a las que Franco mantuvo en equilibrio para garantizar que ninguna tuviese demasiado poder. Las familias más importantes fueron la Iglesia, el principal fundamento ideológico del régimen a través del nacional – catolicismo; las oligarquías económicas, el ejército, columna vertebral del régimen y el partido único la Falange aunque que desde 1945 fue perdiendo poder y acabó desvinculándose, parcialmente, de los ideales de tipo fascista para llamarse, simplemente el “Movimiento” como vimos en el Documento 3. 


composición 3

Aunque Franco gobernó España con mano de hierro durante el tiempo en que duró su dictadura (1939 – 75) encontramos desde el primer momento una clara oposición. Una externa ejemplificada en el exilio preferentemente localizado en México donde se afincaron las instituciones republicanas en el exilio (gobierno y Cortes) aunque sin reconocimiento internacional. Y otra interna, más significativa, que evolucionará en el tiempo a la par que muta la propia dictadura. Nada más acabar la guerra y a pesar de la represión ejercida por las autoridades franquistas, excombatientes republicanos, principalmente anarquistas y comunistas, iniciaron actividades de guerrillas o maquis que se ejemplifica en el Documento 1 el cual recoge el testimonio de uno de ellos Francisco Rey. Básicamente eran huidos “hombres perseguidos que se vieron en la necesidad de huir” perseguidos por sus ideas “socialistas, anarquistas, algunos católicos y, sobre todo, numerosos militantes comunistas” que contaron con el apoyo del pueblo que el propio documento recoge y del partido comunista que asumíó la dirección y el apoyo a esta guerrilla. Sus acciones se desarrollaron principalmente en zonas rurales y montañosas, con un periodo más intenso entre 1945 y 1947, reprimidas con dureza aplicando la Ley de Represión del Bandidaje y Terrorismo (1947) de modo que hacia 1952 ya no constituían ningún peligro, a pesar de que algunos focos aislados perduraron hasta principios de los años sesenta. En los años 50, la oposición al franquismo modificó su estrategia y buscaron acciones más eficaces. El PCE, el partido más activo y mejor organizado, se introdujo en el ámbito universitario convirtiendo la Universidad en un símbolo de oposición al régimen como recoge el documento 2 que se refiere a la noticia recogida en el periódico Mundo Obrero (del Partido Comunista), relativa a una manifestación universitaria en Madrid del año
1956 en la que se describe como multitudinaria “contra la Falange y el Régimen”. Las movilizaciones de estudiantes comenzaron a ser habituales en España, incrementando su intensidad en la década de 1960, a medida que las universidades recibían a estudiantes procedentes de las clases trabajadoras. En el sindicalismo vemos, también, un aumento de las reivindicaciones aprovechando los resquicios legales que permitía la legislación franquista de los sindicatos verticales con la consecuencia del aumento de las huelgas, especialmente en las zonas más industriales, como Madrid, Cataluña y País Vasco. Muy efectiva fue la huelga de tranvías y el boicot a los transportes públicos que se llevó a cabo en Barcelona en 1951 Durante los años 60 se pueden diferenciar dos ámbitos de contestación al Régimen: la conflictividad social y la articulación de una oposición política. La conflictividad social tuvo sus principales focos en Cataluña, País Vasco y Asturias, regiones de fuerte tradición sindical. Sin embargo, hay cambios ya que el sindicalismo anterior a la Guerra Civil protagonizado por la UGT socialista y la CNT anarquista fue sustituido por un nuevo sindicalismo articulado a través de Comisiones Obreras de inspiración comunista y fundado en 1962 pero de cuyos inicios, a finales de la década de los 50, y estrategia nos ilustra uno de sus fundadores Marcelino Camacho en el documento 3. Este sindicalismo se presentó como un movimiento independiente, democrático y unitario que comprendía la lucha sindical y la política, combinando las acciones ilegales (huelgas) y las legales infiltrándose en el sindicato vertical franquista. Las consecuencias a finales de los 60 son el incremento de la conflictividad laboral y las primeras manifestaciones masivas en la calle. En los años 60 asistimos a la recuperación de una oposición política al franquismo a través de la aparición de nuevos grupos políticos y de la renovación de los anteriormente existentes. Entre los partidos ya existentes, el Partido Comunista de España (PCE) fue el más activo y organizado, y también el que sufríó más la persecución del régimen. Entre los grupos “modernos” destacamos a los demócrata – cristianos, especialmente conocidos por lo que el gobierno llamó el “Contubernio de Múnich” y

sobre todo las organizaciones violentas de extrema izquierda como el FRAP y ETA que además añadía, esta última, su reivindicación nacionalista, sus acciones terroristas pasaron del País Vasco al ámbito estatal, donde llevó a cabo atentados como el asesinato de Carrero Blanco en 1973. La crisis del régimen en los años 70 facilitó la coordinación de la oposición política a través de la Junta Democrática de España, formada por el PCE y de la Plataforma de Convergencia Democrática, impulsada por el PSOE, el nacimiento de la Uníón Militar Democrática (UMD) en las fuerzas armadas a mediados de 1974 y la postura distante y crítica de una parte de la Iglesia. 


composición 2

La larga duración de la dictadura de Franco permite hablar claramente de dos etapas en la política económica:
La dominada por la autarquía que durará hasta finales de los años 50 y el desarrollismo que durará hasta 1973 comienzo de la crisis del petróleo. La política autárquica se inició en 1939 y consistía en la aspiración a la autarquía o autosuficiencia económica basada en las doctrinas intervencionistas económicas fascistas. No obstante, tras la Guerra Civil, la economía estaba desarticulada, las destrucciones de fábricas e infraestructuras, la caída de la producción, la eliminación de muchos obreros cualificados y el exilio de los principales intelectuales dejaban un panorama sombrío. El intervencionismo propició, además, el amiguismo y el tráfico de influencias Sus principales actuaciones se basaron en el control del estado de las actividades económicas, de manera especial el comercio exterior pero la escasez de divisas redujo las importaciones y provocaron la escasez de productos básicos y su encarecimiento. En el documento 1 vemos de mano del propio Franco las directrices principales de esta política: “El problema más grande (…) es el desnivel desfavorable de nuestra balanza de pagos con el extranjero (…). Suprimirlo tiene que constituir la directriz principal de nuestra política económica”, “Suprimir importaciones que no sean indispensables” e “Implantación de nuevas industrias y riegos que nos faciliten los productos que hoy importamos” son frases que hablan claramente de la política de autosuficiencia que se deseaba desarrollar. Como medida singular en 1941 se creaba el Instituto Nacional de Industria (INI), inspirado en el IRI italiano, con el fin de articular, fomentar y nacionalizar la industria. Se prestó especial atención a la industria militar y a los sectores considerados estratégicos. Surgieron empresas como Iberia, ENSIDESA, ENASA o SEAT, y se nacionalizaron la Compañía Telefónica (CTNE) y la Red Nacional de Ferrocarriles (RENFE). El plan era poco consistente, se subordinó a las necesidades políticas del régimen y desatendíó a la agricultura con lo que la producción agrícola disminuyó por el atraso técnico, la larga sequía y la imposición de precios oficiales. Como consecuencia se retrasó la recuperación hasta los inicios de los años cincuenta, se redujo la competitividad de la economía española, se desaprovechó la coyuntura bélica y la etapa alcista, a escala mundial, que siguió a la II Guerra Mundial y se provocó graves penurias para la mayor parte de la población por lo que hubo que recurrir al racionamiento desde 1939 hasta 1952 que propició el mercado negro, o estraperlo, paralelo al oficial, en el que se podían encontrar abundantes productos a precios muy altos para una población empobrecida y con salarios muy bajos. Esta práctica favorecíó la usura, el amiguismo y el enriquecimiento del entorno del régimen. Fueron los «malogrados años cuarenta». Esta situación culminó con estallidos de conflictividad en los años 1945,1947, 1951… Especialmente en Cataluña, País Vasco y Asturias. Esta primera etapa contrasta con el “desarrollismo” (1959-73) en el que vemos un importante crecimiento industrial, bautizado por el Régimen como “milagro español” y, aunque fue un desarrollo precipitado y desequilibrado, tanto regionalmente como sectorialmente, permitíó elevar los salarios y el nivel de vida de los españoles modernizando la sociedad. Este crecimiento industrial fue impulsado por factores, muchos de ellos externos, y, aunque consolidaron la

dependencia económica de España, suplieron las deficiencias económicas. De estos factores externos destacamos: la energía barata, el auge de la economía europea que trajo inversiones y tecnología y las ayudas internacionales financieras y políticas (EE. UU.). De los internos destacamos el abandono de la autarquía y la incorporación a la economía capitalista, la emigración exterior que garantizo capitales, canalizó los excedentes de población y mitigó el paro y la apertura de las fronteras que trajo el desarrollo del turismo con cuyas divisas se equilibró la balanza de pagos. La principal medida económica fue el Plan de estabilización de 1959, el documento 2, que liberalizó la economía española como indica el propio documento con frases como “son imprescindibles unas medidas de adaptación” y “se establece la liberación progresiva de la importación de mercancías”. Esta medida fue complementada por los Planes de desarrollo tres planes cuatrienales: 1964-1967, 1968-1971 y 1972-1975 para reducir los desequilibrios económicos regionales promoviendo nuevas industrias en zonas desfavorecidas, aunque su eficacia fue puesta en duda porque no se consiguieron los objetivos planificados. La crisis económica de 1973 limitaría dramáticamente el crecimiento y llevará al País a una crisis que afectará más dramáticamente a la Transición. Todos estos cambios económicos provocaron a su vez una serie de profundas transformaciones sociales. La sociedad española pasó de tener una estructura rural y tradicional a ser una sociedad mayoritariamente urbana y moderna con cambios de comportamientos sociales y de pautas culturales que apreciamos en aspectos como el fortalecimiento de la familia nuclear frente a la extensa tradicional aunque todavía la mujer sigue con el papel secundario que le otorgó el franquismo; en el consumo los hogares españoles se equipan con electrodomésticos y utilitarios, ejemplificado en el documento 3; empezando a entrar en la sociedad de consumo y bienestar moderna. Todo ello apoyado en la relativa laicización de la vida española en un momento en el que la Iglesia no está tan presente como en momentos anteriores asistiendo a su renovación y alejamiento del Régimen por la influencia del Concilio Vaticano II. En resumen, una sociedad nueva de valores europeos que no está dispuesta a mantener un régimen autoritario y obsoleto como el franquista y preludia así la Transición.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *