Discurso de Federico echevarria sobre el librecambismo y el proteccionismo

Nos encontramos ante un texto titulado “Discurso de Federico Echevarria” sobre el librecambismo y el proteccionismo redactado en 1893 en Bilbao por Federico Echavarría, empresario vasco, publicado en 1894. Trata sobre la protesta del tratado hispano- alemán con el que se eliminan los aranceles y es una petición de mantener el proteccionismo. La naturaleza del texto es político-económico, su destinatario al ser un discurso es público y su fuente es histórica primaria.

Ch


Nos situamos en la Restauración durante la regencia de M. Cristina, esposa de Alfonso XII, al frente del Gobierno con la ayuda de Sagasta. Con la muerte de su marido en 1885, asumíó la regencia del país hasta 1902. Este periodo también coincide con la segunda industrialización española que va a tener en el País Vasco una singular importancia. Económicamente España continúa en crisis , pero a su vez el País Vasco está en pleno  proceso de industrialización. Además el País Vasco hay un descontento social provocado por los conciertos económicos, había mucha tensión y hubo pronunciamientos. En el ámbito social, cabe destacar que la sociedad no está dividida por estamentos, sino por clases

IP


El tema central del texto es la defensa del proteccionismo en beneficio de la industria vasca (y española) y las principales ideas hacen referencia a las consecuencias económicas de la supresión del régimen arancelario, a las repercusiones del tratado de comercio hispano-alemán en la industria vasca y la petición que se hace al gobierno para que mantenga el régimen proteccionista. Ampliamos brevemente cada una de estas ideas.

El texto recoge la defensa del principio económico proteccionista por parte de Federico Echevarría en un mitin dado en Bilbao en Diciembre de 1893. No es sino el constante debate con el librecambismo que se da cuando el Estado opta por no intervenir en la polí­tica comercial. Ambas posiciones tienen ventajas e inconvenientes.
motivo de esta defensa es la firma de los Tratados de Comercio, entre ellos el hispano-alemán, cuyo objetivo era favorecer las relaciones comerciales con el extranjero. Para ello era necesario deshacer la labor de la ley arancelaria de 1891, tan beneficiosa para la industria vizcaína. Echevarria defendí­a que la supresión del proteccionismo serí­a nefasta para la economí­a del Paí­s. Según él, esta medida acabarí­a con las iniciativas y los proyectos industriales del futuro y asestaba un duro golpe a la gran cantidad de fábricas bizkainas, implantadas en su mayorí­a bajo la protección de la Ley Arancelaria y reformadas y ampliadas gracias a ella.
Bizkaia, acusarí­a notoriamente la eliminación del proteccionismo en todos sus sectores industriales. Se verí­an afectadas las nuevas instalaciones de fabricación de máquinas y de caldererí­a de Altos Hornos de Bilbao.Otro sector afectado serí­a el de la producción de acero. Saldrí­an, así­, perjudicados los talleres de Deusto y sus aceros moldeados o su construcción de máquinas y material de tracción, Aurrerá y sus fundiciones de tubos y manufacturas de acero. Igualmente perjudicados saldrí­an los talleres de Zorroza y Miravalles (orillas del Nervión) con sus construcciones de puentes, vagones, edificios y caldererí­a; y otras muchas fábricas de la zona industrial vizcaína. Además, se suspenderán los proyectos de nuevas fábricas e instalaciones que dependí­an casi en su totalidad de la continuidad de la Ley Arancelaria.
Por todo ello y afirmando que las desastrosas consecuencias de los Tratados de Comercio no sólo afectarí­an a Bizkaia sino que se extenderí­an a toda la nacíón, atacando otros núcleos industriales importantes como podrían ser Barcelona o Madrid, Echeverrí­a defiende (final del texto) la necesidad de exigir con fuerza al gobierno que respete la Ley Arancelaria y que renuncie al tratado hispano-alemán que califica de absurdo.

DESARROLLO


La industrialización, proceso de tecnificación y mecanización por el cual una sociedad agraria pasa a estar sustentada por la industria, surgíó en Inglaterra a finales del Siglo XVIII. A comienzos del s. XIX se extendíó por Centroeuropa pero no fue hasta la segunda mitad del mismo siglo cuando se instauró en España.

La industria española se basó en dos sectores: la textil catalana y la siderurgia vizcaína. La siderurgia, tras un primer intento en Marbella (donde fracasó) y un segundo en Asturias (donde no tuvo gran éxito por falta de financiación) se asentó finalmente en Vizcaya, donde había abundante mineral de hierro, de gran calidad, de fácil extracción y próximo al mar. Este hecho, basado en los Altos Hornos (1902) y en la pronta instalación del “Convertidor Bessemer”, supuso, además, el tendido de todo un complejo de medios de transporte; ferrocarriles, cadenas de baldes, tranvías aéreos, etc…. Junto con el primer tendido eléctrico de Vizcaya en la zona de los embarcaderos de Lutxana.
Pero la enorme competencia de la industria europea que ya llevaba más de medio siglo funcionando, hacía que el desarrollo de la siderurgia en Vizcaya y el del resto de los sectores industriales en España fuera muy dificultoso. Además de luchar por el asentamiento y el desarrollo de la industria, la siderurgia vizcaína tenía que enfrentarse a la llegada de productos más baratos que los nacionales del exterior.
Federico Echevarría estaba muy interesado en todo este tema, ya que era propietario de una industria siderúrgica y formaba parte de los oligarcas siderúrgicos vizcaínos, enriquecidos primeramente con la exportación de mineral de hierro a Gran Bretaña principalmente y mucho más aún con la construcción de altos hornos en la margen izquierda. Aunque la primera explotación de hierro de Somorrostros y Triano comenzó antes, su explotación más masiva se dio en la década de los 70 del Siglo XIX al venir británicos a por ese hierro por su calidad; se formaron compañías mixtas de explotación minera en Vizcaya con capitales británicos (también franceses, belgas y alemanes) y vizcaínos. Con los beneficios que obtuvieron esos vizcaínos, aprovecharon para levantar modernos altos hornos (hierro propio y tecnologías extranjeras) cuya venta se destínó al mercado español. Los grandes beneficios de la industria siderúrgica se utilizaron para crear otros sectores muy vinculados a la actividad: electricidad, astilleros y compañías navieras, metalurgia de transformación y sobre todo grandes bancos. También crean el Sindicato Siderúrgico para conseguir del gobierno la práctica del proteccionismo que tan bien les va a sus industrias.
Por esta razón, el proteccionismo fue muy demandado por burgueses y oligarcas, dueños de fábricas, durante toda la Restauración (1874-1923). El sistema canovista, a pesar de la prohibición de los aranceles de la ley de libertad económica del Bienio  Progresista (1855), impuso un régimen arancelario a los productos extranjeros (1891) con el fin de favorecer la producción nacional. La siderurgia vizcaína se vio muy beneficiada por este principio económico gracias al cual pudo hacer frente a la competencia extranjera, convirtiéndose  en la principal zona productora de hierro de país, lo que derivó en el desarrollo de otros sectores industriales como el naval, químico y metalúrgico.

Como ya hemos mencionado, la oligarquía siderúrgica vizcaína presionaba a los gobiernos de Madrid. Su empuje había hecho que en los años 80 fuera la siderurgia más potente de España. Pero su posición estaba exenta de competencia extranjera: mineral propio de calidad, transporte fácil y de muy corto recorrido, mano de obra barata. Por ello se había acomodado a tener todo un mercado interno para sí sin tener que competir prácticamente. Cuando los gobiernos del Partido Liberal establecieron sus políticas librecambistas, al principio apenas les afectó. Pero a medida que llega la década de los 90 y la competencia extranjera llega a las puertas, los oligarcas de la siderurgia presionarán al partido Liberal para mantener el proteccionismo. La creación del Sindicato Siderúrgico estuvo motivada en gran parte por ello. El propio Partido Liberal cedíó paso al proteccionismo para salvar la industria nacional. Por lo tanto, a pesar de los proyectos de tratados de comercio con el extranjero (como el citado en el texto) la ley arancelaria de 1891 se mantuvo y se aseguró en 1896 con nuevas medidas proteccionistas.
El resultado de todo esto es que la siderurgia vasca se vio protegida y continuó su expansión y su dominio del mercado interno: hasta 1936 su aumento fue imparable. Pero a su vez se gestaba su propia ruina ya que al no existir competencia externa su modernización y preparación fue menor, de forma que no podía exportar y además siempre tenía que vivir protegida del gobierno.

CONCLUSIÓN


Tras haber analizado el texto podemos concluir que a pesar del fuerte desarrollo industrial de finales del Siglo XIX, la industria española y vasca aún no estaba capacitada para hacer frente a la competencia de productos extranjeros más baratos, por ello, las fábricas vizcaínas dependían exclusivamente de la Ley Arancelaria y del proteccionismo para poder prosperar. Si los aranceles desaparecieran todo progreso logrado hasta la fecha y los proyectos de futuro (siempre desde la perspectiva empresarial del momento) desaparecerían.

Debido a la vital importancia del proteccionismo, los burgueses y oligarcas, dueños de la siderurgia vasca y de la industria textil catalana lo demandarían constantemente durante la Restauración oponiéndose por completo a su supresión como fue el caso de Federico Echevarría en el meeting de 1893 contra los Tratados de Comercio. De hecho, el tratado no se firmó y la industria siguió disfrutando de la política proteccionista. La importancia histórica del documento por lo tanto hay que circunscribirla al momento y lugar del discurso de Echevarría y es una clara representación de lo que quiere mantener la élite económica vasca.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *