Economía en los gobiernos radicales

El fin del Siglo XIX estuvo marcado por el proceso contra- dictorio de la modernidad. Por una parte, el desarrollo de la economía capitalista llevó a un auge económico y por otra, generó desigualdades. Esto llevó a conflictos políticos y sociales cuyos efectos marcaron el devenir de Chile durante el Siglo XX y frente a los cuales muchos sectores expresaron su visión crítica del sistema político parlamentario y de la preponderancia de la clase oligárquica dentro de la sociedad. Algunos de los más relevantes fueron los siguientes:

Los sectores medios


Se fue consolidando como grupo social hacia fines del Siglo XIX, fruto del desarrollo eco- nómico de la época. Poco a poco fue conformando una identidad y participando de la política.
Este proceso tomó fuerza con la llegada del nuevo siglo, cuando comenzaron a aumentar en cantidad y a manifestarse a través de diver- sas organizaciones políticas, estudiantiles y sindicales con el fin de conseguir espacios en la actividad política y social, dominados hasta entonces por la oligarquía.

Los trabajadores y obreros


Por su parte, las organizacio- nes obreras chilenas pasaron en las primeras décadas del Siglo XX de la ayuda mutua a la búsqueda del cambio social. Lo hicieron enfrentando al sistema político imperante y al empresariado, y apelando en huelgas y protestas por la dictación de leyes laborales y mejores condiciones salariales, entre otros. Pero ni el Estado ni el Parlamento acogieron sus demandas. Por el contrario, más que dar soluciones, las autoridades respondieron con medidas de fuerza, y muchas de estas movilizaciones políticas fueron reprimidas con violencia.
Sin embargo, pronto la difícil situación económica, social y política dejaría en evidencia la necesidad de un Estado que garantizara a su población la entrega de recursos básicos y el resguardo de sus derechos por medio de la legislación, además de la posibilidad de participar en el sistema político para todos los sectores sociales.

El fin del sistema parlamentario


Bajo este contexto social y político, la elección presidencial de 1920 fue una de las más reñidas que se habían disputado en Chile hasta entonces. Si bien existían diferencias entre los programas de gobierno de los candidatos, estos por primera vez abordaban los problemas de la cuestión social.

La elección y el gobierno de Alessandri


Finalmente, quien logró llegar a La Moneda fue Arturo Alessandri, candidato que representó un cambio en la forma de hacer política, porque por primera vez se dirigíó a las masas compuestas por la clase media, trabajadores y estudiantes. Su coalición política, conocida como la Alianza Liberal, reunía principalmente a los partidos Radical, Demócrata y Liberal. Sin embargo, Alessandri no pudo concretar su programa, el cual se centraba en la aplicación de medidas que buscaban reformar algunas de las instituciones políticas tradicionales, ampliar la legislación social, poner fin al cohecho y promover el desarrollo económico. Dentro del marco de un sistema político en el que el Parlamento tenía amplias atribuciones políticas, el nuevo presidente se encontró, al poco tiempo de haber asumido, con la oposición del Poder Legislativo, frente al cual tenía muy poca capacidad de acción.

El “ruido de sables”


Frente a este escenario, el 4 de Septiembre de 1924, las Fuerzas Armadas chilenas expresaron su descontento y, mientras en el Senado se analizaba un proyecto de aumento de la dieta o sueldo de los parlamentarios, un grupo de militares jóvenes hicieron sonar sus armas contra las graderías del Congreso. Este desacato derivó en la redacción de un petitorio en el que se expónía la voluntad de los militares de alinearse con el programa reformista del presidente Alessandri. Tres días más tarde, el Congreso aprobó dieciséis proyectos de ley, relativos a contratos de trabajo, seguros de enfermedad, invalidez y accidentes laborales, y organización del sindicato industrial, entre otros.

Constitución de 1925

En Marzo de 1925, la junta militar que se había establecido en lugar de Alessandri le pidió al exgobernante que reto- mara su puesto y este regresó al país con el compromiso de redactar una nueva Constitución y conseguir el retorno de los militares a sus cuarteles. Aunque en un principio la idea de Alessandri contemplaba la realización de una Asamblea Constituyente, esta finalmente fue rechazada por el presidente y se remplazó por una comisión consultiva integrada por múltiples actores políticos (desde conservadores a comunistas), designados por Alessandri. Finalmente, la nueva Carta Fundamental fue promulgada el 18 de Septiembre de 1925. Su sello esencial fue el carácter presidencial que otorgó al régimen de gobierno, a fin de acabar con la excesiva influencia del Congreso en la gestión política.
Si bien la promulgación de la Constitución de 1925 representó un avance en la aprobación de algunas medidas que buscaban limitar el excesivo poder que el Congreso había ostentado desde fines del Siglo XIX, la nueva Carta Fundamental no restablecíó el orden político de manera inmedia- ta. Esto, porque, según algunos historiadores, el quiebre institucional provocado por la intervención de los militares ya había consumado el derrumbe político de la oligarquía como sector dirigente y motivaría la búsqueda de nuevas alternativas de organización en los años siguientes. De hecho, en los años posteriores se alternaron distintas formas de go- bierno, desde una dictadura hasta una república socialista.

El período de inestabilidad


Luego de la promulgación de la Constitución de 1925, se sucedieron el gobierno de dos años de Emiliano Figueroa, la dictadura de Carlos Ibá- ñez del Campo y su posterior renuncia, el gobierno de menos de un año de Juan Esteban Montero y, por último, el establecimiento de una República Socialista en 1932. Finalmente, este período inestable terminó cuando ese mismo año se convocó a nuevas elecciones presidenciales y resultó vencedor Arturo Alessandri.

El segundo gobierno de Alessandri


El nuevo presidente centró su segundo mandato en asegurar el retorno de las Fuerzas Armadas a sus cuarteles, lograr la recuperación económica tras la Gran Depresión (cuyas repercusiones conocerás más profundamente en la siguiente lección) e imponer el orden constitucional. A pesar de que durante su gobierno las medidas represivas fueron una constante, Alessandri logró ser el primer presidente, desde 1925, en terminar su período presidencial sin interrupciones ni insurrecciones militares y logró consolidar el retorno al régimen presidencialista establecido por la Constitución de 1925. De esta forma, parecía superarse la profunda crisis social y económica que sacudíó al país desde la década de 1920.

Los gobiernos radicales


Durante la década de 1930, el auge de los movimientos totalitarios y fascistas en Europa volvíó a cambiar el escenario político chileno y mundial e influyó en la formación del Frente Popular, una alianza que agrupaba a todas las fuerzas democráticas y progresistas que se opusieran al fascismo y que fue promovida desde el Partí- do Comunista. Así, en 1936, comunistas, socialistas y radicales, junto con la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCh), formaron esta coalición política y levantaron la candidatura del radical Pedro Aguirre Cerda. Con la victoria de este se inició un período de 14 años en el que gobernaron distintas coaliciones políticas, lideradas por el Partido Radical. Fue una etapa de grandes complejidades políticas, en la cual partí- dos de todas las orientaciones debieron convivir y desarrollar juntos las tareas del gobierno, concentrados especialmente en la recuperación económica luego de la crisis de 1929.

El impacto de la gran depresión

Si bien las primeras perturbaciones en la economía latinoamericana durante el Siglo XX se experimentaron como efecto de la Primera Guerra Mundial, fue la Gran Depresión la que alteró el curso del modelo económico del continente y de Chile. En la Unidad 1 aprendiste que una de las consecuencias inmediatas de este acontecimiento fue la disminución de la demanda por parte de los países industrializados afectados, principalmente Estados Unidos, lo que se tradujo en la caída de los precios de las materias primas. Sin embargo, el efecto más importante de los desequilibrios económicos, políticos y sociales generados por la crisis de 1929 fue el impulso de un modelo de “crecimiento hacia adentro” que adquiríó especial importancia a partir de la década de 1940.

El fin de la riqueza del salitre

Los primeros efectos de la crisis


Como consecuencia de la Gran Depresión, en Chile la tasa de desempleo su-
peró el 20 % de la fuerza de trabajo, se generó un grave déficit fiscal y el gobierno tuvo escasas posibilidades de acceder al crédito externo, por lo que fue necesario res- tringir el gasto público y aumentar las tarifas aduaneras. Además, el cierre de las salitreras y la paralización de la producción agrícola provocaron la emigración hacia las ciudades, las que se vieron atiborradas de nuevos habitantes sin hogar ni recursos para sobrevivir, y se multiplicaron los albergues y los obreros sin trabajo.

La respuesta del Estado


Para enfrentar los perjuicios provocados por la Gran Depresión, el Estado y los principales actores económicos chilenos aplicaron medidas que transformaron el escenario económico y social a lo largo del Siglo XX. Con esto se dio inicio a una estrategia de desarrollo basada en la industrialización, en la que el aparato estatal asumíó un rol clave y se transformó en el principal impulsor del desarrollo y la modernización del país.

Los primeros cambios en la redefinición del Estado


Antes de la crisis, la acción económica estatal se concentraba en el cobro de impuestos, en especial sobre algunas ex- portaciones. Sin embargo, la inversión social para satisfacer las necesidades de los más desvalidos era muy reducida. La gestión de establecimientos como hospitales, escuelas públicas y hospicios estaba principalmente a cargo de ór- denes religiosas y asociaciones filantrópicas, subsidiadas por el Estado. Los sucesivos gobiernos de la primera mitad del Siglo XX buscaron consolidar un aparato estatal capaz de impulsar un desarrollo económico más integral y de responder a las necesidades de la población.

Los aportes del gasto fiscal


El Estado se dotó de una le- gislación y de instituciones enfocadas en la protección de los más pobres, como el Patronato Nacional de la Infancia o el Ministerio de Bienestar Social, lo que significó que el gasto social creciera de forma muy significativa. Esta tendencia puede ser comprendida como un aumento del rol del Estado en la economía nacional a través del gasto fiscal.

El crecimiento del sistema burocrático


Del mismo modo, el número de personas empleadas directamente por el Estado crecíó notoriamente. Desde la década de 1930, el aparato estatal aumentó con la formación de nuevos ministerios y servicios que tenían funciones como fiscalizar el cumplimiento de las leyes sociales. En 1925, los funcionarios estatales eran poco más de veinticinco mil personas, pasando a cuarenta mil en 1935 y a más de sesenta y dos mil en 1945. Entre ellos destacaban profesores y profesoras, trabajadores y trabajadoras, además de hombres y mujeres profesionales de la salud, la gran mayoría perteneciente a sectores medios de la sociedad.


En conclusión, a partir de la década de 1920, y con mayor fuerza desde los gobiernos radicales (1938-1952), el Estado se preocupó del diseño e implementación de diferentes po- líticas sociales como un nuevo código laboral, el aumento de la cobertura escolar, la expansión de una red hospitalaria en gran parte del territorio de Chile, así como de institucio- nes orientadas a la protección de la infancia y la materni- dad, entre otras. En esto, la sociedad civil y la Iglesia Católica también contribuyeron mediante la fundación de instituciones de beneficencia como el Hogar de Cristo (1944).

Frente al nuevo contexto que enfrentaba, el Estado Chile
No, como también muchos otros en América Latina, se vio en la necesidad de transformar su estructura económica. Como aprendiste en la Unidad 1, la estrategia aplicada por varios de estos países se conocíó como el modelo de In- dustrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y buscaba crear una capacidad de producción de bienes industriales tanto aquellos que se consumían como los que se utilizaban para elaborar otros productos que permitiera abandonar la dependencia que manténían con zonas capitalistas económicamente más desarrolladas, como Estados Unidos y Europa.

Las carácterísticas del modelo ISI


Algunas de las medidas económicas implementadas a partir de la década de 1930 fueron las siguientes:
• Protección arancelaria a las manufacturas nacionales. Se alzaron los impuestos de importación, lo que encarecíó los precios de los bienes fabricados en el ex- tranjero e hizo más difícil que compitiera con los bienes fabricados en el país.
• Incentivos a las inversiones en la producción de manufacturas nacionales. El Estado ayudó a ciertas industrias mediante exenciones de impuestos, patentes de privilegio y concesión de monopolios. Además, la in- dustria manufacturera recibíó créditos fiscales baratos de instituciones estatales.
• Participación activa del Estado como agente industrializador. El aparato estatal no solo apoyó a las empresas, sino que construyó mucha de la infraestruc- tura necesaria para su funcionamiento, e intervino direc- tamente en la producción por medio de la compra de acciones de algunas industrias clave para el desarrollo.

El papel de la Corfo


La estrategia ISI fue liderada por la Corfo (Corporación de Fomento de la Producción), organismo creado tras el terremoto ocurrido en Enero de 1939, con epicentro en Chillán. La emergencia provocada por el sismo, que afectó amplias zonas del centro y sur del país, precipitó la constitución de una institución con amplias facultades para estimular la reconstrucción y la producción, sobre todo en seis áreas clave: energía, industria, agricultura, minería, comercio y transporte. La Corfo se propuso el objetivo de aumentar la producción de estas áreas para sustituir, hasta donde fuera posible, la importación de productos e incluso exportar excedentes.

El rol de Estados Unidos


Como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, Esta- dos Unidos asumíó un papel preponderante en la economía internacional, desplazando a potencias que habían detentado este liderazgo durante el Siglo XIX, como Inglaterra. De esta forma, la economía chilena abandonó la tradicional dependencia financiera y comercial británica; a cambio, compañías estadounidenses acrecentaron sus inversiones en diferentes sectores, como energía, transporte urbano, banca y explotación cuprera o de cobre. Gracias a ello, estas empresas alcanzaron una importante presencia en áreas clave de la economía chilena duran- te buena parte del Siglo XX. Esta presencia se exprésó en ámbitos como los siguientes:

Minería


Los inversionistas estadounidenses se centra- ron en tres grandes yacimientos de cobre: Potrerillos y Chuquicamata en la zona norte y El Teniente en la zona central. Para su explotación formaron grandes compañías, como Braden Copper Company, que adquiríó El Teniente en 1904 y Sewell en 1905; Chile Exploration Company, que comenzó en 1912 la explotación de Chuquicamata, y Andes Copper Mining, que emprendíó la explotación de Potrerillos en 1916.

Comercio y telecomunicaciones


La influencia estadounidense también comenzó a hacerse sentir en aspectos más cercanos de la vida cotidiana de las personas, especialmente por la expansión de la sociedad o cultura de masas que conociste en la Unidad 1. De esta forma, diversos productos y medios de transporte y de comunicación llegaron principalmente a través de empresas como Ford y General Motors, de automóviles; General Electric y Westinghouse Electric, de electrodomésticos; e incluso algunas de alimentos y productos de higiene personal, entre otras. Además, Estados Unidos pronto se posiciónó como uno de los principales socios comerciales de Chile.

Por un lado, el incremento del gasto público encontró una de sus fuentes de financiamiento en los impuestos que pagaban las compañías estadounidenses producto- ras de cobre. Además, los préstamos hechos por Estados Unidos también resultaron importantes para la implementación del nuevo modelo económico. De hecho, la Corfo se inició con un empréstito de 2 000 millones de pesos que provino del Export-Import Bank (Eximbank), un banco creado durante el año 1934 en Estados Unidos, con el objetivo de apoyar la exportación de productos desde la potencia norteamericana. Además de las inversiones monetarias, diversos consejeros económicos estadounidenses realizaron asesorías en política económica al gobierno chileno. Los casos más cono- cidos fueron Edwin Kemmerer, quien asesoró al gobierno de Chile desde 1924 en la llamada “misión Kemmerer”, y un grupo de altos ejecutivos bancarios que, en 1955, propusieron diversas medidas para reducir el déficit fiscal, en la denominada “misión Klein-Saks”. Esta última dará origen a las primeras medidas para implementar el neoliberalismo en Chile, un sistema económico que conocerás en la Unidad 4 (páginas 228 y 229).

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