Extremeños asesinados por los sublevados en la Guerra Civil

  

UNIDAD 17: LA Guerra Civil (I)


1.- La sublevación militar.
2.- El desarrollo de la guerra.

3.- La internacionalización del conflicto.

1.- La sublevació n militar



La sublevación militar de Julio de 1936 supuso el comienzo de una Guerra Civil de casi
tres años de duración. Ello se debíó, por un lado, a que los golpistas fracasaron en su
objetivo de acabar rápidamente con la República, a causa de la división del ejército y de la
resistencia armada del pueblo simpatizante con la República.
Los defensores de la República tampoco lograron derrotar a los sublevados. Los frentes se
estabilizaron y la guerra comenzó. Además del grupo de generales que desencadenaron la
contienda (Mola el director, Sanjurjo el que tomó el mando), participaron en la conspiración
contra la República miembros de la burguésía de negocios como Juan March. La iglesia
equiparó la contienda con las cruzadas medievales al considerarla un enfrentamiento entre la
civilización cristiana, representada por los sublevados, y el materialismo ateo, identificado con
los republicanos.
El mapa de comienzos de la guerra nos muestra la zona marroquí y la España agraria y
las islas excepto Menorca, que secundaron la sublevación.
La España industrial y económicamente más dinámica, como la zona mediterránea, permanecíó
al lado de la República. No obstante, dentro de cada una de esas dos zonas, encontramos
situaciones singulares entre las que podemos destacar las siguientes:
. Surgimiento de comportamientos antagónicos en territorios cohesionados como en el
País Vasco, donde las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya se alinearon con la República,
pero no así en Álava, que se sumó a los rebeldes. El caso de Navarra la adhesión de la
población a los sublevados fue activa y de masas.
.
Analogía de comportamientos entre la población urbana en ciudades de signo político
opuesto como fueron Oviedo y Madrid. La capital asturiana hizo figura de islote
franquista en un océano republicano, resistiendo catorce meses antes de su “liberación”
en Octubre de 1937. Madrid, en cambio, colocada a modo de península republicana
flanqueada por territorios sublevados, resistíó treinta y dos meses y medio hasta su
ocupación por parte del ejército rebelde en Marzo de 1939.

2.- El desarrollo de la guerra



La guerra de movimientos o de columnas



La marcha sobre la capital de la República desde el norte y sur por los generales Mola y
Franco, consumíó los primeros meses de la guerra. El primero, tras controlar Navarra y la zona
guipuzcoana de la frontera francesa con la ocupación de Irán, se lanzó sobre Madrid, siendo
detenido en las sierras del Sistema Central por las milicias republicanas. El segundo, una vez
logrado el paso del estrecho de Gibraltar a primeros de Agosto con la ayuda de la aviación
alemana e italiana, controló la Andalucía occidental y Extremadura antes de liberar a los
militares asediados en el alcázar de Toledo y presentarse ante Madrid, donde también fue
detenido. La batalla de Madrid, victoriosa para los republicanos, en la que junto a los milicianos
recibirán su bautismo de fuego los voluntarios de las Brigadas Internacionales, significó el final
de la guerra de movimientos.

Guerra de trincheras (campañ a del norte y grandes batallas como Teruel y el Ebro


)
El fracaso ante la capital durante el invierno de 1936-37 llevó al ejército franquista a
concentrar su empuje en la conquista del norte industrial y minero. Los resultados en este
espacio le fueron favorables, logrando la caída de Bilbao el 19 de Junio de 1937. Dos meses
después el ejército de los autodenominados “nacionales” inició el avance desde tierras
castellanas sobre la actual Cantabria, logrando la ocupación de Santander en los últimos días de
Agosto. Finalmente, sin apenas tregua, reforzadas las unidades militares franquistas con
efectivos y aviación, lograba, tras duros combates en la zona oriental, romper las defensas de la
Asturias republicana, ocupando Gijón el 21 de Octubre de 1937. La segunda fase de la guerra
de trincheras presenció, tras la pugna por Madrid, el desarrollo de las más grandes batallas
de la guerra. El enfrentamiento entre los dos bandos por mantener y separar el cuadrante
nororiental del territorio republicano se inició con la cruenta batalla de Teruel, conquistada
primero por los republicanos y después por los franquistas, permitiendo a éstos llegar al
Mediterráneo por Vinaroz en Abril de 1938. Prosiguió con la mítica batalla del Ebro, planeada
por el gobierno republicano para impedir la ocupación de Valencia, donde se encontraba el
gobierno, trasladado allí desde Madrid al comienzo de la guerra. El objetivo no era otro que
cruzar el río y envolver al ejército franquista tras su llegada al Mediterráneo, operación que,
tras el éxito inicial republicano y cuatro meses de encarnizados combates, se saldó con la
victoria franquista y más de cien mil bajas republicanas.

La vuelta a la guerra de movimientos en el final del conflicto


El triunfo en el Ebro, facilitó al ejército franquista el control del resto del territorio
republicano. De Cataluña, tras una campaña de dos meses de duración que concluyó con la
ocupación de Barcelona a finales de Enero de 1939 y la huida hacia Francia de casi medio
millón de personas. Dos meses después con la caída de Madrid en manos de los franquistas,
ocupación que se vio facilitada por la lucha interna a que dio lugar la conspiración contra el
gobierno de Negrín de socialistas y anarquistas (golpe de Casado). Al fin, tras casi tres años, el
28 de Marzo de 1939 los sublevados de Julio de 1936 vieron realizado el sueño de ocupar la
capital de la República. El primero de Abril Franco firmó el último parte de guerra y
distinguíó a esa fecha como el “Día de la Victoria”. Cinco meses después el ejército de Hitler
invadíó Polonia y comenzó la II Guerra Mundial.

Consecuencias de la guerra


Además de las destrucciones materiales en el sistema productivo, en viviendas,
edificios públicos e infraestructuras (red ferroviaria, carreteras y puertos), el conflicto arrojó un
total de 424.000 víctimas humanas. De ellas 214.000 murieron entre los frentes y en las
retaguardias, sobre todo la franquista. Otras 210.000 personas de la zona republicana fueron
forzadas al exilio, instalándose en Francia la mayoría. De los exiliados en este país, en torno a
8.000 fueron capturados por los nazis cuando los alemanes ocuparon Francia, muriendo más de
cinco mil en los campos de exterminio. Los últimos estudios sobre la represión durante la
Guerra Civil estiman en torno a 55.000 o 60.000 los asesinados en la zona republicana, entre
ellos más de 7.000 religiosos y 3.000 militares.
Elevan a 90.000 la cifra de quienes corrieron la misma suerte en la zona franquista, con
especial incidencia de obreros y maestros. El esfuerzo por atajar la violencia espontánea del
verano de 1936 en la zona republicana no tuvo su réplica en la zona sublevada, en la que los
falangistas destacaron por su celo vengador.

3.- La internacionalizació n del conflicto



El enfrentamiento armado provocado por el Golpe de Estado de Julio de 1936 duró casi
tres años, hasta Marzo de 1939. La opinión pública de los países democráticos mostró su
solidaridad con la causa republicana, pero sus gobiernos mantuvieron una actitud
neutral para circunscribir el conflicto a España. Gran Bretaña venía adoptando una actitud
contemporizadora con la agresiva política exterior alemana para evitar o, al menos aplazar, un
nuevo conflicto mundial. Por ello, auspició el Comité de No Intervención, organismo que
pretendía evitar la internacionalización del conflicto prohibiendo la ayuda a los contendientes.
No obstante, vulnerando sus disposiciones, tanto Italia (tropas, aviones, tanques) como
Alemania (Legión Cóndor, artillería, comunicaciones, etc.) por afinidad ideológica y por
interés geoestratégico, prestaron una ayuda sustancial a los sublevados. Para
contrarrestarla, el gobierno de la República aceptó la de la Uníón Soviética, consistente
en armas y asesores militares. También dispuso de los miles de voluntarios que del
todo el mundo acudieron en su auxilio por estimar que en España se libraba la primera batalla
contra el totalitarismo. La mayoría se integró en las Brigadas Internacionales, en gran parte
organizadas por la Internacional Comunista (komintern). Con ellos llegaron, también, multitud
de periodistas, fotógrafos, escritores, artistas en incluso aventureros, lo que tiñó de
cosmopolitismo a las grandes ciudades republicanas-Madrid, Barcelona, Valencia-. Este
ambiente contrastó con el aspecto más severo y provinciano de las ciudades franquistas, en las
que sobresalieron los uniformes militares, el clero y los falangistas con camisa azul.

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