Gráfica del sistema politico de la restauracion 1876 – 1923 el turno de partidos

TEMA 6.- EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN (1874-1902)




1.-El establecimiento de Alfonso XII como rey y el funcionamiento del sistema canovista; la Restauración en Castilla- La Mancha.


El pronunciamiento del general Martínez Campos, en Sagunto, en diciembre de 1874 significó la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII. El nuevo sistema político, configurado por Antonio Cánovas del Castillo, tenía un carácter claramente conservador y se fundamentaba en un sistema parlamentario liberal, pero con un funcionamiento escasamente democrático. Sus objetivos se centraban en la recuperación del poder por parte de las clases conservadoras y en la pretensión de restablecer la corona, el orden social y también la autoridad e identidad del Estado.

Desde que Alfonso XII vuelve a España (el 11 de enero de 1875) hasta el final de su corto reinado (1885), Cánovas tejerá una importante política de estabilidad duradera. La Constitución de 1876 es la norma legal en la que se apoya el sistema, sostenida por el turnismo de los dos grandes partidos denominados dinásticos: el conservador y el liberal y el caciquismo como vías consensuadas para ganar las elecciones. El proyecto constitucional fue discutido en las Cortes de 1876, elegidas por sufragio universal masculino, y resultó aprobado con el 87% de los votos. Los rasgos esenciales eran: soberanía compartida, se reconocía a la corona como uno de los pilares del nuevo régimen y se ampliaba sus poderes etc. En relación con el sufragio la constitución dejaba abierto el camino para una restauración del sufragio restringido (ley 28 de diciembre de 1878) o una ampliación del sufragio universal masculino como harán los liberales  en 1890.

El SISTEMA POLÍTICO Y EL TURNO DE PARTIDOS


La estabilidad política del sistema de la restauración se basaba en la alternancia pacífica en el poder entre los dos partidos políticos, conservadores y liberales, considerados partidos dinásticos. La alternancia o turno significaba:

·El fin del exclusivismo político, característico de la época isabelina.

·La supresión del recurso del pronunciamiento militar o la insurrección para recuperar el poder.

El sistema requería el acuerdo entre los partidos políticos para compartir el poder y la intervención de la corona para asegurar el compromiso.

Los partidos que protagonizaron la alternancia coincidían ideológicamente en lo fundamental. El Partido Liberal-Conservador se organizó alrededor de su líder Antonio Cánovas del Castillo y aglutinó a los sectores más conservadores y tradicionales de la sociedad. Entre sus bases sociales predominaban terratenientes y alta burguesía industrial y financiera con intereses en las colonias. El partido
Liberal-Fusionista tenía como principal dirigente a Práxedes Mateo Sagasta y reunió a antiguos progresistas, unionistas y algunos ex-republicanos moderados. Sus bases sociales se hallaban especialmente entre

El alto funcionariado y las clases medias.

EL TURNISMO


En noviembre de 1885, Alfonso XII falleció de tuberculosis. Su viuda, María Cristina de Habsburgo, que estaba embarazada, pasó a ocupar la jefatura del Estado como reina regente hasta la mayoría de edad de su hijo – el futuro monarca Alfonso XIII- nacido en mayo de 1886. Los dos grandes partidos acordaron el turno pacífico para  garantizar la estabilidad del régimen (en el supuesto acuerdo, conocido como el Pacto del Pardo, 1885)
.

Cuando  el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno. Entonces, se convocaban  elecciones, que eran manipuladas para que el resultado satisficiera al nuevo gobierno y respetara a la oposición. La distribución parlamentaria se distribuía entre una mayoría en el poder, la presencia de todos los jefes del otro partido dinástico y un número muy limitado de diputados del resto de los partidos. El fraude electoral y los mecanismos caciquiles aseguraban que los resultados fuesen siempre favorables al gobierno. Las elecciones se manipulaban a través del encasillado (proceso por el cual el ministro de la gobernación coloca en casillas correspondientes a cada distrito los nombres de los candidatos que el gobierno está dispuesto a apadrinar o tolerar) y el pucherazo. Mediante el encasillado de los candidatos, las fuerzas políticas negociaban y se repartían los distritos electorales entre los políticos dinásticos. A veces, se elegía a algún político que no pertenecía ni al partido Conservador ni al Liberal. El pucherazo era un fraude electoral, al que se recurría en caso de que no funcionase el acuerdo entre los partidos. Se cometieron todo tipo de irregularidades: manipulación de actas, compra de votos, colocación de las urnas en lugares inaccesibles…

Además de en el falseamiento electoral, el sistema se sustentaba en el caciquismo. Los caciques eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias políticas, controlaban una determinada circunscripción electoral y con sus favores agradecían la fidelidad electoral y el respeto a sus intereses.

La consolidación del turnismo tuvo lugar en la etapa de  la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), especialmente tras el gobierno liberal  de Sagasta, denominado “Parlamento Largo” (1885-1890).  A partir de los años 90 continuó con exactitud la práctica cíclica del turno de partidos.

LA RESTAURACIÓN EN CASTILLA LA MANCHA


En esta época triunfó el caciquismo como sistema sociopolítico. Los caciques solían ser grandes propietarios rurales, beneficiarios del proceso desamortizador. Es el caso del Conde Romanones en Guadalajara, los Ochando en Albacete, los Gasset y los Medrano en Ciudad Real, etc. Este sistema llevó, a que en 1898, se produjeran motines de subsistencia en la región especialmente en las provincias de Albacete, cuenca, Ciudad Real y Toledo.

Muchos de los diputados a Cortes que se presentaban por la región, fueron extraños a ésta, y estuvieron patrocinados por el gobierno (cuneros), hecho que perjudicó el logro de objetivos económicos favorables para el territorio manchego. Por ejemplo la provincia de Ciudad Real tuvo cuneros importantes como Canalejas en las elecciones de 1905, y Romanones por el distrito de Daimiel en 1907.

Así mismo en esta época se dieron los inicios de movimiento obrero en España y en Castilla la mancha. La I internacional tuvo 8 federaciones asociadas en nuestras 5 provincias. Guadalajara, por su parte fue uno de los núcleos primitivos del PSOE desde 1870 y la UGT tuvo secciones en todas las provincias salvo Cuenca. El anarcosindicalismo, sin embargo, no tuvo gran arraigo en la región, siendo de destacar solo reducidos núcleos como Manzanares y Alcázar de San Juan. En 1873 se había celebrado un congreso anarquista en Toledo que tuvo escasa repercusión a escala regional.

2.- Oposición Política al Régimen


El sistema de la Restauración marginó a amplios sectores políticos y sociales .Aunque estas fuerzas de oposición eran numerosas, su diversidad impidió plantear una alternativa al régimen.

1.-El Carlismo


La derrota militar del carlismo en 1876 no supuso su desaparición como opción política, pero provocó una crisis que no superó hasta la década de los noventa. Durante la restauración podemos diferenciar dos etapas en el carlismo:

·En un primer momento, muchos carlistas permanecieron en el exilio y practicaron una política de retraimiento. Hasta 1888 hubo una gran desorganización y divisiones internas. La disgregación se consumo en 1888 con la escisión de los integristas, que eran partidarios de la no participación en la vida política.

·A partir de 1888-1890 hubo una segunda época en la que triunfaron los neocatólicos, partidarios de participar en la vida política. Se organizaron en el partido de la Unión Católica, que participó en alguno de los gobiernos conservadores de Cánovas.

2.-El Republicanismo


Después del fracaso de la I república, el republicanismo tardó mucho tiempo en rehabilitarse y constituir una alternativa política. Sin embargo, el ideario republicano, basado en una posición anticlerical, en la fe en el progreso y en la defensa de  políticas reformistas en materia social, se mantuvo vivo en los casinos y ateneos. La fragmentación de los republicanos obedecía a  razones ideológicas  y personales. Pi y Margall acaudilló al Partido Federal; Ruiz  Zorrilla al Partido Progresista; Castelar al Partido Histórico; y Salmerón al Partido Centralista. Las grandes divergencias se centraban en torno a la organización centralista o federal del Estado y a la estrategia para alcanzar el poder. La unificación no se produjo hasta la aparición de la Unión Republicana (1903). Surgieron nuevos movimientos republicanos como el lerrouxismo, dirigido por Lerroux y el blasquismo dirigido por Blasco Ibáñez.

3.-El movimiento obrero


La mayor parte de la clase obrera mantuvo una actitud pasiva durante buena parte del siglo XIX. A pesar de las duras condiciones de vida y de trabajo, no fue hasta 1868 cuando surgió una toma de conciencia que dio inicio al movimiento organizado de las clases trabajadoras.

El movimiento obrero en España pasó por dos etapas separadas por el Sexenio Democrático.

·Hasta 1868, se desarrolló en pocas zonas y tuvo escasa repercusión, en gran medida por la reducida industrialización del país.

·A partir de ese año, se reconoció la libertad de asociación y penetró en España la influencia de la I Internacional. En este período se inició la agitación social bajo la doble influencia ideológica del anarquismo y del socialismo.


El anarquismo


  Fue la ideología más influyente, introducida durante el Sexenio por Giuseppe Fanelli, discípulo de BaKunin, fundador del anarquismo. Su oposición a toda forma de poder, la acción violenta y el ataque a las instituciones del Estado hicieron del anarquismo una amenaza al poder establecido.

Se reorganizó en 1881 a través de la creación de la Federación de Trabajadores de la Región española (FTRE), con gran implantación en Cataluña y Andalucía. Fue precisamente en Andalucía donde  tuvo lugar el episodio de la Mano Negra (1883), una supuesta organización clandestina, considerada responsable de delitos y asesinatos. Esto provocó una represión del anarquismo en Andalucía. La estrategia política anarquista se centró en tres acciones:

·La acción violenta como el asesinato de Cánovas en 1897 y los atentados en Barcelona.

·La acción sindical, a través de la huelga general y la reivindicación de la jornada laboral de ocho horas.

·La producción cultural.

El socialismo


En 1879 se fundó en Madrid el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), cuyo primer secretario fue Pablo Iglesias. En 1888 se creó en Barcelona el sindicato socialista Unión General de Trabajadores (UGT). El arraigo social del sindicalismo fue débil, salvo en Asturias. Una de sus principales iniciativas fue la celebración, a partir de 1890, de la Fiesta del 1 de Mayo.

4.-Regionalismos y Nacionalismos


A finales del siglo XIX se produjo la aparición de los nacionalismos periféricos en Cataluña, País Vasco, Galicia y Comunidad Valenciana. Hasta entonces, los movimientos regionalistas se había centrado en el ámbito cultural, pero la especificidad cultural empezó a tomar dimensión política, ya que la centralización administrativa del Estado y el reforzamiento de la identidad nacional española parecían poner en peligro las culturas periféricas.

      EL CATALANISMO: El catalanismo sufrió a finales del siglo XIX importantes transformaciones. En la década de 1880 destacó Valentí Almirall, que defendía el proteccionismo industrial y el derecho de Cataluña frente a la uniformización del derecho español. En 1891 se creó la Unió Catalanista, que dio a conocer en las Bases de Manresa el primer programa del catalanismo. Planteaban un ideario político de claro contenido conservador, en el que derivaban hacia un nacionalismo basado en orden, tradición, religión y propiedad. Hacia finales del siglo XIX, la burguesía catalana pasó a defender el catalanismo moderado, esto se plasmo en 1901 con la aparición de la Liga Regionalista, sus figuras principales fueron; el líder Francesc Cambó y el ideólogo Enric Prat de la Riba. Este partido representaba la opción conservadora y moderna de las clases medias, que condenaban el centralismo pero no se oponían al modelo de sociedad existente. El partido Catalán, nunca fue separatista, hablaba de autonomía.

      EL NACIONALISMO VASCO: En 1895, con la fundación del Partido Nacionalista Vasco (PNV), por Sabino Arana Goiri, que  extrajo del fuerismo su consecuente última, el independentismo. El idealismo de Arana se basaba en el radicalismo antiespañol y la exaltación de la etnia y patria vasca.

Los vascos llamaban maketos a los “españoles” residentes en el País Vasco. Sabino Arana estaba en contra de los matrimonios entre vascos y “españoles”. Se caracterizó por un integrismo religioso católico (niegan cualquier religión que no sea la católica), la promoción del idioma (euskera), el mundo rural como modelo ideal de vida, estar en contra del liberalismo y socialismo y la denuncia del carácter españolista del carlismo.

A diferencia de las posiciones autonomistas de catalanes y gallegos, el nacionalismo vasco propugnaba desde el principio la independencia política.

LOS REGIONALISMOS GALLEGO Y VALENCIANO: El regionalismo gallego fue apoyado por los propietarios agrarios y los comerciantes. Integró una tendencia tradicionalista, con planteamientos antiliberales que mitificaban la sociedad tradicional gallega; y una tendencia liberal-democrática, responsable de la defensa en clave racial de Galicia como ente nacional. En los años noventa se realizaron los primeros intentos organizativos, pero las divisiones internas y la escasa base social del movimiento limitaron su capacidad. El regionalismo valenciano fue un fenómeno tardío y minoritario. Su punto de partido se halla en el renacimiento cultural de los años setenta.

3. – La Crisis del 98 y liquidación del Imperio colonial


A finales del siglo XIX, el régimen establecido por Cánovas se vio sacudido por una fuerte crisis, provocada por la guerra colonial y la pérdida de los últimos restos del imperio ultramarino (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). España vio reducida su posición en la política internacional, al entrar a formar parte de las naciones débiles. España se vio envuelta en una crisis interna, fruto de lo que los coetáneos denominaron el “Desastre”, que, sin poner en cuestión el régimen, acabó reorientando las principales líneas de la acción política española.

Causas

La gran preocupación de los gobiernos de la Restauración fue mantener la soberanía sobre Cuba y Filipinas, en vez de promover soluciones políticas autonomistas, que satisficieran las demandas de la burguesía criolla. La paz de Zanjón de 1878 puso fin a la “guerra larga”, pero sólo aplazó el problema cubano. El tratado prometía unas nuevas condiciones políticas y administrativas, el fin de la esclavitud y una amnistía. Las esperanzas criollas se vieron frustradas porque la esclavitud no fue abolida hasta 1886 y no dotaron a Cuba de instituciones de gobierno autonomistas hasta 1897. Desde 1878, los círculos independentistas cubanos, bajo el liderazgo de José Martí, lograron el apoyo de ciertos sectores sociales cubanos y de Estados Unidos, que tenía fuertes intereses económicos en la isla, además la consideraban como un lugar estratégico para controlar el Caribe y el estrecho de Panamá.

Desarrollo


La guerra de Cuba estalló de nuevo en 1895, con el llamado “grito de Baire”, durante las celebraciones del carnaval. El conflicto surgía, en un ambiente popular y con un amplio apoyo de la población negra y mulata. Tras la muerte de Martí, el movimiento independentista siguió bajo la dirección de Máximo Gómez (líder militar) y Antonio Maceo, que asume la dirección del conflicto.

La respuesta española, dirigida por militares como Martínez Campos y Valeriano Weyler, trató de combatir las prácticas de la insurrección, que se basaba en la táctica de las guerrillas, con un importante contingente militar. Entre 1895 y 1898, fueron enviados a Cuba un gran número de soldados. Los insurrectos, contaban con gran apoyo popular y estaban mejor adaptados al terreno. Los efectos del clima fueron demoledores para los soldados españoles.

La opinión pública española fue inicialmente partidaria de la guerra, con la excepción de los federalistas, socialistas, anarquistas y de algunos intelectuales y políticos, como Miguel de Unamuno y Sabino Arana. Pero el apoyo fue disminuyendo a medida que se hacían visibles los costes de la contienda. Los jóvenes adinerados compraban la redención de su servicio de armas, por lo que sólo las clases populares embarcaban hacia Cuba. Los republicanos se mostraron claramente belicistas y nacionalistas, y dirigieron sus críticas contra la Corona.

La voladura del buque Maine en La Habana, en febrero de 1898, aceleró la intervención estadounidense, que se consumó en mayo de 1898. La guerra interesaba a todos: al imperialismo de Estados Unidos; a los independentistas cubanos; y al gobierno de Sagasta, que consideró que la derrota era un mal menor si con ello se salvaba la monarquía. Las derrotas militares en Cavite (mayo de 1898) y Santiago de Cuba (julio de 1898) llevaron al gobierno español a negociar, mientras Estados Unidos desembarcaba en Puerto Rico, y Manila, en Filipinas, capitulaba. El tratado de paz de París del 10 de diciembre de 1898 entre España y Estados Unidos puso fin al imperio español ultramarino. El tratado fue un dictado de exigencias norteamericanas, que España tuvo que acatar, y de cuya ratificación quedaron excluidos los cubanos, puertorriqueños, filipinos.

Consecuencias


La pérdida del imperio de ultramar fue considerada un desastre tanto militar como diplomático. A pesar de ello, la derrota no provocó ningún cambio político. De hecho la crisis fue más bien de índole intelectual que propiamente política.

Una de las primeras consecuencias de la pérdida del imperio ultramarino y de la crisis nacional subsiguiente fue la formación de una corriente de opinión muy amplia a favor de la regeneración de España. Una regeneración que había de acometerse en todos los órdenes, desde el político al social, pasando por el económico y el intelectual.

Las consecuencias del desastre a medio plazo fueron:

·El control de la franja septentrional del reino de Marruecos se convirtió en una de las obsesiones de la época de Alfonso XIII. El africanismo sustituyó al colonialismo ultramarino y al “recogimiento diplomático”.

·Se abrió un debate sobre los defectos que padecía la nación española y las medidas que había que adoptar para remediarlos. Este era el mensaje del regeneracionismo. Entre las figuras claves hay que destacar a Joaquín Costa, Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno….

·El crecimiento de un antimilitarismo popular. El reclutamiento para la guerra de Cuba afectó a los que no tenían recursos, ya que la incorporación a filas podía evitarse pagando una cantidad en metálico. Esta circunstancia unida al espectáculo de la repatriación de los soldados heridos y mutilados, incrementó el rechazo al ejército en las clases populares.

·Finalmente, la coyuntura finisecular favoreció el viraje hacia el proteccionismo económico, que había comenzado unos años antes con el arancel de 1891.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *