La Corona y las instituciones en el reinado de Isabel II

La corona tiene el dominio sobre las demás instituciones. Algunas leyes que complementaban esta constitución son la de imprenta y ayuntamientos (1845) y la electoral de (1846). También cabe destacar las reformas fiscales y educativas que se produjeron. Cuando en 1846 se trata el tema del matrimonio de la reina en las cortes, Narváez dimite, aunque poco después vuelve hasta 1851 cuando es sustituido por Bravo Murillo que lo hizo bastante bien, aunque el intento fallido de reformar la constitución lo hace dimitir en 1852. Después de varios gobiernos fallidos, Isabel II se ve obligada a llamar a Espartero para que forme gobierno y así comienza el bienio progresista: 2 ETAPA, BIENIO PROGRESISTA (1854-1856). Su origen se debió al alza de los precios del grano, sumada a la radicalización de la tensión política. Cuando los sublevados dirigidos por O’Donel se enfrentaron en la Vicalvarada con las tropas gubernamentales no consiguieron ningún éxito. La cosa cambió cuando se redactó el 7 de julio de 1854 el manifiesto de Manzanares por Cánovas del Castillo, que incluía un estricto cumplimiento de la constitución, reducción de impuestos, restablecimiento de la milicia nacional. La reina acabó llamando al gobierno a Espartero y este dio a O’Donnel el ministerio de la guerra. Esta coalición entre moderados y progresistas aplicó principios progresistas reflejados en: La constitución non nata de 1856, llamada así ya que no llegó a ver la luz, debido al escaso tiempo de duración del gobierno progresista. La desamortización de Madoz (1855) se refiere a la nacionalización y puesta en venta de los bienes de propiedad municipal y de propios y comunes, también todos los bienes nacionalizados que eran de propiedad eclesiástica. Elaboró la ley general de ferrocarriles 1855. En 1856 la ley de sociedades bancarias y crediticias. Las medidas reformistas no mejoraron las medidas de vida de las clases populares, lo que generó un clima de grave conflictividad social, esto llevó a presentar una ley de trabajo, pero la ley fue rechazada por ser conservadora y paternalista. A principios de 1856 se sucedieron violentos motines en el campo castellano y principales ciudades del país, esto provocó una grave crisis en el gobierno y Espartero dimitió. 3 ETAPA EL GOBIERNO DE LOS MODERADOS Y LA UNIÓN LIBERAL. Hasta 1858 el gobierno estará en manos de Narváez, pero sus programas estaban gastados. Como solución a la crisis entre moderados y progresistas surgió la Unión liberal, dirigida por O’Donnel, que en junio de 1858 recibe el encargo de formar gobierno, que durará 5 años. La Unión liberal no tenía principios políticos profundos, era una unión de españoles bajo un liberalismo, repudio a los extremismos políticos. Una de las ideas dominantes de O’Donnel era revitalizar la política exterior para que los españoles olvidaran un poco sus problemas internos. Así se desarrollan la expedición a Indochina (1858-63), la intervención en México (1862) de la cual no se obtiene ningún éxito. Las de mayor importancia fueron en el norte de África, sobre todo la de Marruecos (1859-60), el objetivo sería la protección de Ceuta y Melilla. El gobierno de O’Donnel coincidió con un periodo de prosperidad económica, marcado por el plan de ferrocarriles y por las inversiones del capital extranjero. Esta prosperidad no podía durar indefinidamente ya que la Unión liberal carecía de un programa concreto y sus hombres se fueron separando a la hora de enfrentarse a problemas puntuales. En 1863 O’Donnel cae del poder y comienza una nueva crisis en el gobierno isabelino que llevará a la catástrofe. Tras la caída de O’Donnel, Narváez se hizo cargo del gobierno en septiembre de 1864, abriéndose el proceso que dio traste con la monarquía borbónica. En este proceso fue decisiva la crisis económica y los problemas sociales y políticos. Los primeros síntomas de la crisis fueron en 1864 la detención de las construcciones ferroviarias, también la caída en picada de la industria textil catalana, el resultado fue el hundimiento del mercado y la extensión de la crisis a todos los sectores. A esto se unió la actitud cada vez más autoritaria de Narváez y O’Donnel al frente del gobierno, pruebas de esa actitud son los sucesos de la noche de San Daniel y la represión de la sublevación militar, la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil. Las protestas por la matanza de la noche de San Daniel se generalizaron y la reina optó en junio de 1865 por llamar de nuevo a O’Donnel. Cuando la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil del 22 de junio de 1866 fue sofocada hubo numerosos muertos y numerosos heridos, más los fusilados por rebelión. A esta represión siguió una ola de protestas por todo el país, la respuesta gubernamental fue de nuevo poner a Narváez desde julio de 1866 hasta su muerte en abril de 1868, y la represión indiscriminada hacia todo aquel que cuestionara la actuación del gobierno. En agosto de 1866 se reunieron demócratas y progresistas y llegaron al pacto de Ostende (Bélgica) por el que se comprometen a derrocar a Isabel II, tras lo cual se elegiría por sufragio universal masculino una asamblea que decidirá sobre la forma de gobierno si monarquía o república. A pesar de todo, los criterios antimonárquicos se unificarán y en la revolución del 68 llamada la gloriosa, será el golpe que derribe a Isabel II. Derrotarán a los ejércitos isabelinos del general Pavia en la batalla del puente de Alcolea e Isabel II huye a Francia.

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