La crisis final de la restauracion: el impacto de la I Guerra mundial y el agotamiento del sistema politico

El regeneracionismo político


– La pérdida de las colonias puso de manifiesto el fracaso del sistema político de la Restauración. Es a éste al que van dirigidas las críticas de los intelectuales.El regeneracionismo fue una corriente política que se extendió como respuesta alternativa a un sistema político considerado viciado y enfermo. Desde un punto de vista social, el regeneracionismo representaba la opinión de amplios sectores de las clases medias y de la pequeña y mediana burguesía, que no se identificaban con un régimen al servicio de una reducida oligarquía.
Entre los autores más destacados, Lucas Mallada o Macías Picavea fue el primero que analizó la situación de española en El problema de España insistiendo en la necesidad de realizar reformas, empezando por las educativas.;
Joaquín Costa en su obra Oligarquía y caciquismo (1901) señalaba que el sistema político de la Restauración había fracasado por ser un sistema que sólo protegía los intereses de la oligarquía y que debería contar con los sectores excluidos del sistema; para sacar a España del atraso en el que se encontraba y contribuir a su europeización, se deberían construir carreteras, obras hidráulicas, escuelas, hacer una redistribución de la tierra y potenciar la autonomía local. La reforma social tenía la misión de evitar la revolución y se requería a alguien que supiera conducir la nación hacia el progreso. Todos los regeneracionistas estuvieron influidos por Giner de los Ríos y la Institución Libre de la Enseñanza.
En el campo de la política, el regeneracionismo se concretó en los últimos gobiernos de Mª Cristina: el conservador Silvela o el general
Polavieja; también el promovido por la Unión Nacional, dirigida por Joaquín Costa y Santiago Alba, basado en organizaciones corporativas -Cámaras de Comercio o la Liga Nacional de Productores-.
Tras el Desastre del 98 la posibilidad de un imperio colonial africano vino a sustituir las frustradas expectativas españolas. Posteriormente el ejército conseguirá que se apruebe la Ley de Jurisdicciones (1906) que identificaba los delitos contra el ejército, incluidas las injurias, como delitos contra la patria y los ponía bajo la jurisdicción militar. La consecuencia de esta ley fue el desprestigio de los liberales (que la habían aprobado), y su derogación se convirtió en reivindicación de nacionalistas, republicanos y partidos obreros. Consiguió además unificar a todas las fuerzas políticas catalanas (carlistas y republicanos) para formar Solidaridad Catalana, una potente coalición electoral que hizo desaparecer casi por completo a los partidos del turno en Cataluña. Años más tarde,
el rey nombró jefe de gobierno a Antonio Maura que va llevar a cabo un ambicioso programa de gobierno de carácter regeneracionista. La reforma más ambiciosa fue la nueva Ley de Administración Local, que representaría la autonomía municipal y la garantía de la representatividad para desmantelar el caciquismo y hacer participar a la «masa neutra» (clases medias rurales y urbanas). La creación de las Mancomunidades (asociaciones regionales de Diputaciones) debía suponer el primer paso para el autogobierno municipal, pero ante la resistencia de los representantes de la oligarquía, la Ley no llegó a aprobarse al caer el gobierno de Maura tras los sucesos de 1909.

Los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona (julio de 1909) tuvieron su origen en la situación de tensión y agitación que vivía la ciudad en los años anteriores. Como factores coadyuvantes a la tensión política, en Barcelona habían crecido los sentimientos anticlericales y antimilitaristas;
El aumento del número de clérigos y de congregaciones, su significativa presencia en la enseñanza y su talante abiertamente antiliberal, hicieron aumentar el número de ataques a la Iglesia. Por su parte, el antimilitarismo se había incrementado desde la Ley de Jurisdicciones; y el talante de muchos militares, arrogándose el monopolio del patriotismo, contribuía a exacerbar los ánimos.
Al éxito del nacionalismo había que sumar el crecimiento de la movilización obrera y del republicanismo entre sectores de clase media y populares. Entre los obreros predominaba la ideología anarquista, que estaba escasamente articulada. Muchos obreros se identificaban con una fuerza política nueva, el Partido Republicano Radical, dirigido por Alejandro Lerroux.

Meses más tarde, los miembros de algunas cabilas próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles y el gobierno, en vez de enviar a las tropas situadas en Andalucía, decidió ensayar un plan de movilización de reservistas y ordenó la incorporación de éstos en Madrid y Barcelona. Las protestas ante lo irracional de la medida, especialmente en Cataluña, no fueron atendidas. Cuando las tropas embarcaban en el puerto de Barcelona, hubo incidentes graves, la tensión fue en aumento y Solidaridad Obrera convocó una huelga general en Barcelona, a la que se sumó la UGT.
Las noticias del desastre del
Barranco del Lobo, que causó 1.200 bajas, coincidieron con el inicio del paro, que fue total en la ciudad. Se declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Al día siguiente el Comité de Huelga perdió el control de la situación, que derivó en el asalto e incendio de conventos por parte de la población. Entre tanto, Comités obreros se hicieron con el control de varias localidades, mientras se recrudecían los enfrentamientos entre los huelguistas, la policía y el ejército. Durante tres días menudearon los incendios y las luchas callejeras en Barcelona, aislada del exterior. Pero la represión posterior fue aún mayor (registros, detenciones, procesos,…), y llegó al límite con el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer i Guardia, fundador de la Escuela Moderna (partidaria de la enseñanza laica y racionalista, contraria a la que daba la Iglesia). Su condena se basó en indicios insuficientes, más bien se quería personificar en él el escarmiento (un colaborador suyo había intentado asesinar a Alfonso XIII)
. Ante esto se levantó una oleada de protestas internacionales; consecuencia fue la caída de Maura, ya que Alfonso XIII le retiró la confianza.
Fracasado el reformismo desde arriba de Maura, Canalejas, jefe del partido liberal, intenta el regeneracionismo desde un punto de vista social, aplicando un reformismo liberal que suponía la intervención del Estado en materia social. Sus principales reformas fueron: Reducción de la jornada laboral, regulación del trabajo de mujeres y niños, descanso dominical, ley de accidentes de trabajo, fomento de las Cajas de Pensiones y Retiros, servicio militar obligatorio, supresión del impuesto de consumos, laicismo (ley del candado) y la ley de Mancomunidades (descentralización).
Asesinado Canalejas, desprestigiado Maura, el partido Conservador va a ser dirigido por Dato y el Liberal por Romanones y por García Prieto siguiendo el turnismo cada vez más desprestigiado hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923.
Las fuerzas antidinásticas van a experimentar un crecimiento importante. Los republicanos, efímeramente unidos en Unión Republicana (1903), se van a dividir en el Partido Radical de Alejandro Lerroux y el Partido Reformista de Melquíades Álvarez. El Movimiento obrero se define con la creación de la CNT y la alianza electoral Conjunción Republicano-Socialista que proporciona al PSOE su primer escaño.

El nacimiento de los nacionalismos


– Aunque ya aparece como fenómeno cultural en la década de los 30, fue en la Restauración cuando en algunas Regiones (Cataluña, País Vasco, Galicia, Valencia, Andalucía…) aparece con fuerza el fenómeno nacionalista, debido a:
– una reacción a la tendencia uniformizadora y centralizadora del Estado liberal; es decir, el deseo de conservar o recuperar unos particularismos institucionales –

Fueros

.
– renacimiento de las culturas regionales y acceso de las lenguas vernáculas a formas de expresión literaria.
– razones de tipo social, económico y político: desajuste entre Cataluña y la España interior, que impulsará a la burguesía catalana a un repliegue regional (ese modelo será seguido por otros movimientos: el vasco, el gallego, el valenciano).
Tras la Renaixença de los años 30 fue la política centralizadora de Cánovas la que hizo brotar con fuerza el nacionalismo catalán que se va a manifestar en dos tendencias: la republicano federal representada por V. Almirall, que presenta a Alfonso XII el Memorial de Agravios, y la Unió Catalanista que encabezó un nacionalismo conservador cuyo programa se fijó en las Bases de Manresa, donde se defendía la soberanía de Cataluña, el catalán como lengua oficial y la organización confederal de España. Se fundó la Lliga Regionalista, que, liderada por Cambó y Prat de la Riba, se convirtió en el referente político del catalanismo cuya fuerza se manifiesta cuando, debido a la Ley de Jurisdicciones, la agrupación de todos los nacionalistas en Solidaridad Catalana consigue 41 de los 43 escaños. Posteriormente, se crea, al amparo de la ley de Mancomunidades de Canalejas, la Mancomunidad Catalana, pero hay que esperar para ver aparecer un catalanismo menos burgués de la mano del sindicato
Unió de Rabassaires fundado por Lluis Compayns y el partido político el Estat Catalá fundado por Francesc Maciá
El Nacionalismo Vasco: hunde sus raíces en el Carlismo y su fundador fue Sabino Arana, fundador del PNV. Su programa parte de la teoría de la superioridad de la raza e identidad vascas frente a la española, a la que acusa de tratar de esclavizar todo lo vasco. Para la defensa de lo vasco no ve otro camino más que la independencia. Las causas del nacionalismo vasco hay que buscarlas en la reacción ante la llegada de numerosos inmigrantes por la industrialización (maketos), en el centralismo y en la abolición de los Fueros, que según los nacionalistas son un derecho y no una concesión de España.
Los demás nacionalismos tienen menor importancia y entre ellos destacan: el Gallego representado por Alfredo Brañas y Manuel Murguía, y el Valenciano, que creó la sociedad cultural Lo Rat Penat. Ambos apenas tienen importancia en el siglo XX.


La crisis de 1917


– Al comenzar la I Guerra Mundial, el gobierno de Dato declaró la neutralidad de España, aunque algunos políticos quisieron intervenir a favor de la Entente o, como Maura, a favor de Alemania. La guerra supuso la división de la sociedad española en aliadófilos y germanófilos. La neutralidad benefició a la burguesía industrial, naviera y bancaria de Cataluña y País Vasco, que obtuvieron enormes beneficios al comerciar con los países en guerra; también se benefició la minería asturiana del carbón y los propietarios agrarios del norte, de Castilla y de Andalucía. Aspectos negativos fueron la mayor subida de precios que de los salarios, que afectó sobre todo a la clase trabajadora, y la escasez de carbón, alimentos y textiles, enviados a los países beligerantes.
La cuestión social experimentó un cambio sustancial y por vez primera los sindicatos se convirtieron en organizaciones de masas. Una nueva generación de dirigentes empezó a ocupar los puestos clave de la organización socialista y controló también el sindicalismo (entre éstos Besteiro o Largo Caballero)
. En cuanto al anarquismo, la CNT aumentó su afiliación; se localizaba fundamentalmente en Cataluña y tenía como principal método de actuación la huelga general.
En la crisis del verano de 1917 estalló una situación en la que confluían tres importantes cuestiones: la militar, la política y la obrera. Fueron tres crisis las que coincidieron de forma consecutiva. Comenzó todo con una «revolución» de los militares, siguió con otra de la burguesía y acabó con la del proletariado. Tras ésto, la monarquía quedó en pie pero quebrantada, despertó la opinión pública y el proletariado agudizó su conciencia de clase y su fracaso táctico se convertirá en el preludio de una unión de izquierdas.
Las Juntas de defensa:
La oficialidad se estaba organizando para reforzar su presencia en el Estado y mejorar sus ingresos; por eso en el origen de las llamadas Juntas de Defensa existió una mentalidad sindicalista de unidad para ejercer presión. Lo que influyó de manera directa fue la reintroducción del ascenso por méritos de guerra (había sido suprimida a raíz de la guerra de Cuba y Filipinas). Ahora las posibilidades de ascenso estaban en Marruecos y beneficiaba sobre todo a oficiales jóvenes y solteros quienes cobrarían sueldos más altos y se verían rápidamente ascendidos en el escalafón.
Los objetivos de estas juntas eran: oponerse al ascenso por méritos de guerra, solicitar una subida de sueldos (debido a las diferencias con los de Marruecos), exigir más respeto al ejército, cuya misión era «ser la columna vertebral del país».
La solución desde el poder fue intentar atraerse al ejército como fórmula para sostener a la monarquía; el resultado fue la Ley del Ejército, que trajo la subida de los sueldos y la regulación de los ascensos por una Junta de Clasificación, que frenaba los ascensos espectaculares. Lograda esta pretensión, el ejército volvió a ser un pilar de la monarquía y del gobierno frente al problema social (ahora dominaba al gobierno pues éste lo necesitaba).
La Asamblea de parlamentarios fue básicamente un intento de la burguesía de hacer su revolución contra el sistema político.. Desde febrero de 1917 las Cortes permanecían cerradas, por miedo a que se plantearan los problemas; así Cambó se decidió a intervenir. La insurrección de las Juntas de Defensa daba motivos suficientes para abrir las Cortes, en caso de recibir una respuesta negativa había que proceder a convocar una Asamblea de Parlamentarios, para imponer un gobierno de concentración con las fuerzas más representativas y así salvar al país.
El gobierno no atendió a la petición de que se abriesen las Cortes y, a la vista del desorden, se reunieron en Barcelona los diputados y senadores catalanes para solicitar un régimen de amplia autonomía. También pedían transformar la organización del Estado, sustentándola en un régimen de autonomías más de acuerdo con la realidad de la vida española, de forma que se liberasen las energías ocultas por la acción del caciquismo y del turno. Era la rebelión de los grupos progresistas, contra la oligarquía que sustentaba el poder, buscando un gobierno de amplio consenso, representativo de las fuerzas del país.
La Asamblea acabó en un fracaso que puso de manifiesto el doble temor burgués a un proletariado que quiso utilizar y a que el movimiento se le fuera de las manos. Fracasó porque, mientras la Lliga quería acabar con el sistema del turno de los partidos, la izquierda pretendía hacer una revolución contra el estado oligárquico. Además el gobierno contraatacó disolviendo la asamblea y tachándola de separatista, no cabe duda que también influyó mucho el miedo a la revolución social.
La huelga general:
Más que beneficiarse de los dos movimientos anteriores, se resintió y, para cuando comenzó, los militares ya estaban dispuestos a impedir toda subversión social o política, y los catalanes no pretendían llegar más allá de donde habían llegado.
Los motivos de la huelga fueron: el atraso secular de España, por culpa de todos (gobernantes y gobernados) y el que la clase obrera se había dado cuenta de que los gobernantes no harían nada por salir de la atonía, por eso había que sacudir al mundo político.
UGT y CNT ya habían iniciado sus contactos para pedir al gobierno asuntos concretos, de los que el más importante era el abaratamiento de las subsistencias. Romanones prometió resolver el problema pero dejó de ser presidente del gobierno y cuando Dato llegó al poder no se consideró obligado a cumplir lo prometido por su predecesor. Fue entonces cuando las izquierdas decidieron llevar a cabo la huelga general que sería pacífica, se extendería a todo el país y se prolongaría lo que fuera necesario.
El momento parecía propicio porque entonces los militares y la burguesía catalana estaban en contra del gobierno, sin embargo aparecieron discrepancias entre los organizadores: el PSOE y la UGT preferían esperar hasta que el éxito fuese seguro y la CNT quería entrar en acción cuanto antes. Todo se precipitó y a los organizadores se les fue de las manos, comenzando una serie de huelgas en cadena donde se enfrentaron los huelguistas y el ejército. Éste se empleó con gran dureza, demostrando donde estaba la verdadera fuerza del orden y dando testimonio de fidelidad a la monarquía frente a los políticos. Tal actuación le valió la pérdida del prestigio popular y le determinó a intervenir en política.

El Problema de Marruecos


– A la crisis de 1917 se va a agregar el asunto de la guerra de Marruecos que adquirió especial relevancia en con el Desastre de Annual.
Perdidas las Colonias en 1898, el mantenimiento de una presencia colonial en África se convirtió en una cuestión de prestigio bien vista por el ejército y por el Rey pero no por la izquierda, los nacionalistas, el movimiento obrero y la opinión pública, que no entendía ni los muertos en combate ni los enormes gastos. Fruto de esta contestación fue la Semana Trágica de Barcelona.
España compartía la ocupación de Marruecos con Francia y los límites territoriales quedaron establecidos en la Conferencia de Algeciras y en los acuerdos bilaterales con Francia, pero la ocupación efectiva del territorio encontró una fuerte resistencia por parte de los Rifeños lo que convirtió la ocupación en una guerra constante.      El punto álgido de la guerra se produjo cuando el ejército, desde Melilla, lanzó una amplia operación (dirigida por el General
Fdez. Silvestre)
Para la ocupación del Rif. La operación mal dirigida y planificada terminó con el Desastre de Annual donde los rifeños de Abd el Krim derrotaron completamente a las tropas españolas matando más de 12.000 soldados y recuperando el territorio ocupado en años anteriores por España.
La derrota se convirtió en un tema de debate parlamentario y en una ocasión para examinar la escasa eficacia del ejército. El centro del debate fue la exigencia, por parte de los liberales y sobre todo de los socialistas, de responsabilidades que apuntaban al propio Rey. El Gobierno accedió a abrir un expediente para determinar las responsabilidades militares y lo encargó al General Picasso (expediente Picasso)
Que determinó el procesamiento de ciertos militares entre ellos el General Berenguer (Silvestre había muerto en Annual).
No obstante la oposición no admitió que sólo se investigara al ejército y el último gobierno de la Restauración presidido por el liberal García Prieto creó una Comisión Parlamentaria que no pudo concluir su informe debido al Golpe de Estado de Primo de Rivera.
La cuestión Marroquí generó dos posturas: los Africanistas y los Abandonistas, pero la solución se dilató hasta el fin de la guerra, previo el desembarco de Alhucemas.

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