La crisis final del régimen » En 1973 estallo la crisis económica, la llamada crisis del petróleo, que afecto duramente a España. La inflación, por la subida del petróleo»

LA DICTADURA FRANQUISTA ENTRE 1959 Y 1975:


ASPECTOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y POLÍTICOS

DOCUMENTOS DE TRABAJO

Ilustración: Forges, El País (11-4-2010).

ASPECTOS ECONÓMICOS

EL DESARROLLISMO DE LOS AÑOS SESENTA.

Durante los años sesenta, el capitalismo internacional atravesó una fase expansiva muy notable, y España fue unlugar privilegiado para las inversiones extranjeras que buscaban ventajas fiscales.

El aumento del nivel de vida de las poblaciones europeas permitíó que se generalizase la práctica de los viajes turísticos y que España se convirtiera, en muy pocos años, en un país receptor de millones de turistas cada año.
Esto permitíó la entrada de una enorme cantidad de divisas.
Por contra, a lo largo de esos años, cerca de un millón de personas tuvieron que emigrar de España para encontrar trabajo.

Se dirigieron en su mayor parte a los países occidentales en plena expansión industrial

(Alemania principalmente). Las remesas de dinero que enviaban a sus familias supusieron también otra vía de entrada de divisas para la economía española.

LOS PLANES DE DESARROLLO. La voluntad de encauzar a España por la vía del «desarrollo» por parte del régimen y de los gobiernos tecnócratas se pone de manifiesto con los Planes de Desarrollo que se promulgaron, sucesivamente, en 1964, en 1969 y en 1972. Con ellos se pretendía fomentar la industria mediante una política de inversiones públicas. Pero, globalmente, puede afirmarseque no se lograron los objetivos señalados: los Polos de Desarrollo (lugares en los que se pretendíaque se localizasen las nuevas industrias para desarrollar las zonas deprimidas) fueron un fracaso,pues los índices de crecimiento quedaron lejos de lo previsto.

BALANCE ECONÓMICO. Es cierto que se obtuvieron grandes beneficios en el sector industrial, pero no se estimuló la renovación técnica necesaria y nuestros productos seguían sin ser competitivos en el mercado mundial. La industria española no se desarrolló de forma homogénea: se concentró en algunas zonas y otras regiones quedaron condenadas al atraso y la despoblación. Además, el intenso crecimiento tampoco respetó el medio natural: se hicieron verdaderos desastres ecológicos.
La construcción salvaje destinada al turismo destruyó para siempre miles de kilómetros de nuestras costas. Las ciudades crecieron sin ninguna planificación e imperó la simple especulación del suelo.

ASPECTOS SOCIALES

CAMBIOS EN LAS ACTITUDES SOCIALES. La población urbana pasó a ser mucho más numerosa que la rural. Se incitó a los españoles a consumir mucho más que en cualquier otro período. En esos años se generalizó el uso de los electrodomésticos (la televisión, el frigorífico, etc.), así como la moto, primero,

y el coche, después (fue la época del famoso «seiscientos»).

Como resultado, los valores tradicionales de la sociedad española comenzaron a quebrarse; la resignación, el fatalismo y el miedo a los cambios fueron sustituidos por el deseo de mejorar el nivel de vida y la confianza en que podía lograrse. El hecho de que ciertos sectores de la clase obrera hubieran accedido en pocos años al consumo de muchos productos nuevos aumentaba las ilusiones de los demás. Las expectativas de movilidad social crecieron enormemente y, por ello, también las exigencias frente al Estado. Por ejemplo, se reclamaba la posibilidad de escolarizar a los hijos de forma generalizada.

LA IGLESIA. Incluso la Iglesia católica mostró, a lo largo de esta etapa, una clara evolución.
Junto a las corrientes ultraconservadoras, de apoyo incondicional al régimen de Franco, fueron apareciendo también voces de denuncia.
Se generalizó la figura del cura obrero que optaba por compartir los problemas de las capas más pobres y marginadas de la sociedad y, por tanto, se comprometía en muchos aspectos de la lucha social. Y las propias parroquias sirvieron en innumerables ocasiones como uno de los pocos lugares en los que se podían realizar reuniones de carácter político o reivindicativo.

ASPECTOS POLÍTICOS

ACTUACIÓN POLÍTICA. En estos años los ministros del Opus Dei proporcionaron los nuevos elementos ideológicos que iba a utilizar el franquismo en su acción propagandística. Las ideas más fascistas yultra conservadoras de la primera época dejaron paso a lo que se ha llamado el «desarrollismo».
Seprometía a los españoles un próspero futuro económico, aunque para ello —argumentaban— era necesariomantener el autoritarismo del Régimen y se aceptaba una ligera modernización en las formas.

Con la Ley Orgánica del Estado, promulgada en 1966, se pretendía consolidar la llamada «democracia orgánica».
Eso significaba el rechazo a los sistemas democráticos vigentes en otros paíseseuropeos y se impónía la representación corporativa (de inspiración fascista) de los «órganos» de lasociedad: familia, municipio y sindicato. Otra medida de ese mismo año y que hay que recordar fue la

Ley de Prensa —promulgada siendo Fraga Iribarne ministro de Información y Turismo—, que permitíó una cierta liberalización en los medios de comunicación de masas. Así, los españoles tuvieron alguna noticia de los conflictos y huelgas que tenían lugar en todo el Estado, así como del progresivo desarrollo de los sectores de oposición.

CONTRADICCIONES EN EL SENO DEL RÉGIMEN. A partir de entonces, las contradicciones entre los sectores falangistas y ultraconservadores, hegemónicos durante la etapa autárquica, y los grupos vinculados al Opus y al capitalismo internacional, iban a hacerse progresivamente evidentes. Franco supo utilizar con inteligencia dichas contradicciones para continuar manteniendo personalmente el control del poder. Un ejemplo claro de ello lo constituye el caso Matesa [Maquinaria Textil del Norte,

SA], escándalo financiero que se produjo en 1969. Franco solventó el escándalo con la destitución de los ministros de ambos bandos.

En 1969 Franco decidíó finalmente designar como sucesor a Juan Carlos de

Barbón y, en el mismo año, nombró vicepresidente a Carrero Blanco, quien ofrecía para Franco diversas ventajas: era una persona de su total confianza, representaba al sector más conservador y menos dispuesto a conceder medidas liberalizadoras, con lo cual se contentaba a los ultras, pero además, estaba vinculado al Opus Dei.

LA OPOSICIÓN ORGANIZADA EN LA CLANDESTINIDAD. Sin embargo, la verdadera preocupación política del Régimen iba a ser, durante ese tiempo, el hacer frente a la oposición clandestina que se iba ampliando progresivamente.

La democracia cristiana fue cobrando fuerza en dos grupos nacionalistas: el PNV y la Uníó Democrática de Catalunya. En 1962 se produjo un acontecimiento que tuvo entonces bastante resonancia: el «contubernio de Múnich».
En esa ciudad se reunieron representantes de la democracia cristiana,los monárquicos, los republicanos, los nacionalistas y los socialistas (se excluyó a los comunistas),para realizar una denuncia pública del franquismo y una petición de apoyo a los demás países pararestablecer la democracia en España.

NACIONALISMOS VASCO Y CATALÁN. También se fortalecieron los diversos frentes nacionalistas. En

1945 se había instalado en París el gobierno vasco en el exilio.
En los años sesenta se produjo una escisión del PNV por parte de algunos jóvenes que crearon ETA (Euskadi Ta Azkatasuna; en vasco,

«
País Vasco y Libertad»)
, organización que propugnaba la vía armada y realizó una serie de atentados contra personalidades adictas al régimen. Aunque no todo el mundo compartiera sus objetivos y sus métodos, al principio esta organización despertó las simpatías de la oposición clandestina. En

1970 se produjo un importante proceso contra dieciséis miembros de ETA: el Proceso de Burgos, que tuvo importantes resonancias externas e internas.

El catalanismo era un sentimiento muy extendido en Cataluña, y también reprimido por la dictadura.

El gobierno catalán en el exilio, presidido por Josep Tarradellas, tuvo menor eco que el vasco. En el interior, Esquerra Republicana, partido que había gobernado durante la República, comenzaba a reorganizarse. En Cataluña, el nacionalismo y los movimientos populares de oposición estuvieron siempre muy vinculados y fue allí donde más pronto la oposición comprendíó la necesidad de unirse y actuar conjuntamente. Un rasgo distintivo de la oposición catalanista lo constituyó el hecho de su vinculación a los movimientos obrero y estudiantil, además de contar con la participación activa de numerosos artistas e intelectuales. La Nova Cançó, por ejemplo, sirvió para difundir entre la juventud las ideas de crítica al franquismo centralista.

NACIONALISMO CANARIO. El movimiento autonomista no estuvo presente en las Islas durante los primeros años de dictadura. No será hasta los años sesenta cuando cobre un nuevo impulso de la mano de

Fernando Sagaseta en Gran Canaria y de Antonio Cubillo en Tenerife. Ambos abogados, crearon el denominado Movimiento Autonomista Canario (MAC), de carácter separatista. En 1964 Antonio Cubillo formó en Argel el Movimiento para la Autodeterminación y la Independencia del Archipiélaago

Canario (MPAIAC)
, que en ocasiones transformó su forma de lucha, optando por un terrorismo de baja intensidad y algunas actuaciones violentas mediante la colocación de explosivos como medio para obtener sus fines.

LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA. Otra fuerza que durante esos años comenzó a recuperarse fue el PSOE

(Partido Socialista Obrero Español). La dirección del partido socialista se había instalado en Toulouse

(Francia) desde 1941. Durante los años setenta, un grupo de socialistas sevillanos (Felipe González y

Alfonso Guerra) introdujeron una nueva dinámica que —con el apoyo de la Internacional Socialista y de su cabeza visible Willy Brandt—, hizo posible un rápido crecimiento del partido y de su central sindical, UGT (Uníón General de Trabajadores)

Pero, el partido que tuvo mayor influencia y que, aun en los peores momentos de la clandestinidad, mantuvo una organización en el interior fue el PCE (Partido Comunista de España). Este partido llegó a tener durante la Guerra Civil una importancia muy destacada y, tras la derrota, los comunistas constituyeron en la posguerra un objetivo primordial de la represión.
Tras unos largos años de dura resistencia clandestina el PCE lanzó su política de «reconciliación nacional» llamando a los españoles que habían participado en ambos bandos en la guerra a luchar conjuntamente para restablecer la democracia.

De los centenares de militantes y simpatizantes comunistas represaliados, detenidos, torturados, encarcelados o asesinados, sólo destacaremos un nombre:

Julián

Grimau


La ejecución, en 1963, tras brutales torturas, de este dirigente comunista, estuvo acompañada de una airada crítica internacional.

EL MOVIMIENTO OBRERO. La importancia fundamental del PCE y el PSUC estriba en su intensa participación en el movimiento obrero. Se comprobó que las dificultades para organizar movimientos de masas a partir de grupos tan clandestinos eran excesivas, y por ello se decidíó potenciar un nuevo tipo de organización que estaba apareciendo de forma espontánea: las comisiones obreras.
En los momentos de conflicto los trabajadores creaban grupos que dirigían la actuación. Lo carácterístico de las Comisiones

Obreras era su voluntad de depender directamente de las asambleas de los trabajadores.

Desde un comienzo, los militantes del PCE se dedicaron a fortalecer esas comisiones que iban a constituir a partir de entonces lo esencial del movimiento obrero organizado en España. Las huelgas, aunque prohibidas por las autoridades franquistas, se sucedían cada vez con mayor frecuencia y afectaron a todos los sectores.

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL. La Universidad española había comenzado en la década de los cincuenta a manifestar actitudes de rechazo ante la dictadura franquista, no sólo por parte del alumnado, sino también del profesorado. Ello supuso la expulsión de algunos profesores en diversos momentos.

Por parte de los estudiantes, un objetivo básico que presidíó muchas de sus acciones fue el de eliminar el sindicato vertical y sustituirlo por una organización democrática, lo que se plasmó en la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes, que durante varios años iba a dirigir la lucha universitaria contra la dictadura.

Hasta el final del franquismo, el movimiento estudiantil no haría más que crecer. En los últimos años de la Dictadura se vinculó estrechamente al movimiento obrero realizando numerosas campañas de agitación en solidaridad con éste. La universidad española fue, pues, un foco permanente de protesta activa y de lucha ideológica.

LA REPRESIÓN. El régimen franquista, frente a ese creciente movimiento reivindicativo y de denuncia, respondíó básicamente con medidas represivas, consistente en detenciones arbitrarias, o en la brutal disolución de las manifestaciones callejeras, etc. Fue especialmente importante la actividad del TOP (Tribunal de Orden Público) creado para juzgar, con una jurisdicción especial, los delitos de tipo político.
Existía asimismo una policía especial: la Brigada

Político-Social, que se hizo tristemente famosa por el sadismo con que llegó a actuar. Los miembros de la temida policía secreta encargados de infiltrarse en los diversos ámbitos antifranquistas eran conocidos con el nombre de «sociales».

LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN DE Franco EN Canarias. El mayor desarrollo opositor tuvo lugar a partir de los años sesenta, siendo el Partido Comnista el más activo: a partir de 1965, el PCE entró, sobre todo en GRAN CANARIA, en un periodo de movilización desmedida. Estas actividades consistieron en la presencia en todos los problemas de índole social, distribución masiva de propaganda y alguna manifestación agitada desde la clandestinidad. En Septiembre de 1968, en Sardina del Norte (Gran

Canaria), una asamblea que había sido convocada para tratar problemas laborales terminó en enfrentamientos con la Guardia Civil que se saldaron con varios heridos de bala y una treintena de detenidos.

Este episodio se cerró con severas condenas para muchos dirigentes comunistas. Otros sucesos importantes fueron la denuncia de la cuestión aparcera en los cultivos de tomates del sur de Gran

Canaria, en 1967, y la huelga de los portuarios de 1968, que paralizó por completo la actividad en el

Puerto de la Luz, en Las Palmas.

En el Archipiélago, al igual que en el resto del territorio español, el movimiento obrero antifranquista es muy tardío. Hubo algunas huelgas y movilizaciones obreras, sobre todo en Tenerife, destacando dos en concreto: en primer lugar, el conflicto laboral de los panaderos de Santa Cruz de Tenerife, impulsado por el abogado Antonio Cubillo. El otro fue el provocado por las tarifas de las guaguas de transporte interurbano que estaban controladas por una empresa que tenía el monopolio casi completo del transporte en Tenerife. En 1963, estudiantes declarados en huelga organizaron una manifestación con el fin de reivindicar la disminución de las tarifas de todos los transportes públicos de la Isla. Se produjeron altercados y se incendió un buen número de guaguas. Paradójicamente, las medidas represivas fueron mínimas y las detenciones muy pocas. El Gobierno no tuvo más remedio que desaprobar las desmesuradas tarifas que antes había aprobado.

En los años sesenta, veinte años después del final de la guerra, conseguir la subsistencia diaria seguía siendo la primera preocupación para muchas familias. Los obreros y campesinos canarios seguían emigrando, sobre todo a Venezuela, donde esperaban hacer fortuna y mandar dinero a sus familias en el Archipiélago. Los canarios de a pie vivían una existencia centrada en sus problemas y la política no entraba en su orden de máximas prioridades, excepto para los hombres del régimen y los sectores más concienciados de la sociedad. No obstante, durante los años setenta se produjeron acciones en Canarias que demuestran la voluntad de las fuerzas democráticas de oposición al régimen de ponerse a la altura de las de todo el país.

LA CRISIS FINAL DEL FRANQUISMO

LA CRISIS ECONÓMICA. Al comenzar la década de los años 70, la economía capitalista occidental entró en crisis. A una situación de estancamiento general se sumó en 1973 un factor coyuntural muy brusco: el alza de los precios del petróleo.
Los países exportadores de petróleo (la OPEP) acordaron subir el precio del barril (desde entonces, el precio del petróleo no cesó de aumentar) con lo cual se añadieron nuevas dificultades a la economía capitalista. Los empresarios tuvieron que aceptar una reducción de sus beneficios inmediatos y los trabajadores vieron asimismo reducida su capacidad adquisitiva real frente a la inflación creciente. En España, el gobierno no reacciónó ante los síntomas de crisis y los empresarios optaron por hacer concesiones salariales aumentando el precio de sus productos y potenciando la inflación.

LA OPERACIÓN OGRO. En Diciembre de 1973 en España se vivía pendiente del juicio que iba a realizarse en el TOP contra varios dirigentes de Comisiones Obreras;
Era el llamado proceso 1001.
El día en que debía iniciarse el juicio, el 20 de Diciembre, una noticia sacudíó al país. El presidente del gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco había muerto en un atentado que hizo volar su coche blindado por los aires. El atentado, realizado por un comando de ETA y bautizado con el nombre de «operación Ogro», atacaba directamente a uno de los símbolos esenciales del régimen. Desde ese momento, muchos, quizás incluso el propio Franco, tuvieron la sensación de que los días del régimen estaban contados.

Para sustituir a Carrero Blanco, Franco eligió a Carlos Arias Navarro, quien hasta ese momento había sido ministro del Interior y tenía fama de duro. Sin embargo, consciente de la necesidad de ofrecer una apariencia de apertura, él fue el inspirador de un proyecto político, calificado como «espíritu del 12 de Febrero» que pretendía abrir paso a la constitución de asociaciones políticas dentro del

Régimen que no se opusieran al Movimiento Nacional.

En Julio de 1974 a Franco se le desencadenó una tromboflebitis que le obligó a dejar provisionalmente el control directo de la actividad del gobierno. Mediante un decreto, designó al príncipe Juan

Carlos de Barbón para sustituirle, Muchos creyeron entonces que Franco, dada su avanzada edad y precaria salud; aprovecharía la circunstancia para comenzar el progresivo traspaso de poderes. No fue así. Unas semanas después, sintiéndose ya algo mejorado, Franco recuperó las riendas del poder.

LA COORDINACIÓN DE LA OPOSICIÓN

ANTIFRANQUISTA. Entre

1974 y 1975, las fuerzas antifranquistas realizaron un gran esfuerzo de coordinación. En Julio de
1974 se formó la Junta Democrática que aglutinaba a organizaciones como el Partido Comunista de España (PCE), el

Partido Socialista Popular (PSP) o Comisiones Obreras.

Por su parte, en 1975 el PSOE creó la Plataforma Democrática que logró aglutinar a otros grupos que, como él, no querían estar integrados en un organismo impulsado por el PCE.

En Julio de 1975 se iniciaron las relaciones entre la Junta y la Plataforma, Tras algunos comunicados conjuntos y la creación de un comité de coordinación, en un período en que todos sus integrantes actuaban casi a la luz del día, se gestó la que fue bautizada con el nombre de «Platajunta».

LOS ÚLTIMOS MESES. El final del franquismo fue una demostración palpable de sus dificultades por mantenerse: una serie de acontecimientos, tanto internos como externos, pusieron en evidencia la necesidad de sustituir el régimen político español.

En el Sáhará occidental, España se había comprometido a realizar un referéndum para que la población pudiera expresar su voluntad respecto al futuro de su país. Sin embargo, Marruecos impulsó la «marcha verde», con la que unos doscientos mil marroquíes penetraron en el Sáhará para impedir que avanzaran los proyectos de independencia del Frente Polisario. España no reacciónó. A comienzos de Noviembre, el Consejo de Seguridad de la ONU pidió a Marruecos que detuviera la marcha y así lo hizo. Poco después, España aceptó el reparto del Sáhará entre Marruecos y Mauritania.

El acontecimiento que tuvo mayores repercusiones internas fue el juicio de diversos miembros de ETA y el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico), para quienes se solicitaban diversas penas de muerte. A pesar de la campaña que se organizó para impedirlo, el 27 de Septiembre de 1975 fueron fusilados cinco de ellos. Este intento de demostrar gran dureza e inflexibilidad, por parte del

Régimen, sólo sirvió para aumentar todavía más su descrédito internacional.
A las condenas del exterior, el franquismo respondíó, como ya era costumbre, con manifestaciones organizadas por el propio Régimen para demostrar la adhesión de los españoles al Caudillo.

Al cabo de pocas semanas de todos estos acontecimientos, las múltiples dolencias de Franco se agravaron y comenzó una larga y dura agonía que fue seguida con enorme expectación, día a día, por todos los españoles. Finalmente, el

20 de Noviembre, murió.

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