La Segunda República Española: Un Periodo de Inestabilidad y Conflicto (1931-1936)

La Segunda República Española (1931-1936)

Los Inicios de la República y sus Desafíos

Los problemas para la República comenzaron el mismo día de su proclamación. En Barcelona, ERC venció y proclamó la independencia de Cataluña dentro de un estado federal. A este ejemplo, se sumaron los vascos.

Alcalá-Zamora negoció con los catalanes (Macià) una autonomía previa, la Generalidad, a cambio de que aceptaran la legitimidad de su presidencia. Ante la misma situación en el País Vasco, se envió a la Guardia Civil para disolver las Cortes hasta la redacción de una nueva Constitución.

El gobierno provisional, multipartidista y con sede en Madrid, contó con la participación de socialistas (PSOE), republicanos de izquierdas (varios), republicanos de centro (más moderados, con Lerroux al frente) y la derecha republicana.

Otro problema surgió con la Iglesia. Se instauró la libertad de culto y la aconfesionalidad del Estado. A pesar de que se intentó una negociación con el gobierno, se produjeron quemas de conventos entre el 11 y el 13 de mayo. Como consecuencia, sectores moderados de la Iglesia se radicalizaron, convirtiéndose en antirrepublicanos.

Se llevaron a cabo una serie de reformas entre abril y junio de 1931:

  • Militares: Reducción de la oficialidad, traslados y revisión de ascensos, provocando gran malestar entre la gran masa de militares.
  • Laborales: Jurados mixtos, laboreo forzoso y seguros sociales del campo.
  • Educativas: Eliminación de la enseñanza privada y del catolicismo en las escuelas.

Las elecciones del 28 de junio de 1931 dieron una gran mayoría a la izquierda con 280 escaños de 473, el centro obtuvo unos 130 y la derecha unos 60.

5.1 Constitución de 1931 y Bienio Reformista

Con la elaboración de la nueva Constitución se persiguió la creación de una nueva forma de Estado. Se introdujeron novedades en la ley electoral (voto a mujeres y sacerdotes, cambios en las circunscripciones, segunda vuelta…). Se convirtió a España en una «República de trabajadores de toda clase», se estableció la separación de poderes, se otorgaron derechos al autogobierno regional, y se impulsó la separación Iglesia-Estado (legalización del divorcio, secularización de la enseñanza, disolución de la Compañía de Jesús…).

Se impulsó la reforma agraria para acabar con los latifundios y el absentismo rural mediante expropiaciones, repartos y asentamiento de colonos. Aunque teóricamente inspirada en principios de democracia y justicia social, fue un fracaso. Se produjeron altercados con los agricultores, como el de Casas Viejas (Cádiz), donde tras una revuelta de braceros y su posterior atrincheramiento en las casas, estas fueron incendiadas por las fuerzas del orden y los que trataban de huir, ametrallados. Este asunto erosionó al gobierno, provocando la caída de Azaña.

5.2 Bienio Derechista

Tras las elecciones de noviembre de 1933, ganadas por las derechas, comenzó un nuevo ensayo para consolidar la República hacia posiciones conservadoras. Cedistas con Gil Robles, radicales con Lerroux, monárquicos y agrarios volvieron a escena. Se paralizó la Ley de Reforma Agraria.

Este bienio se caracterizó por la inestabilidad gubernamental, que unida a la acción de las izquierdas, dificultó cualquier logro. La proclividad revolucionaria del PSOE, el conflicto gobierno-Generalidad y la cuestión del Estatuto Vasco, entre otros, jalonan este periodo.

Destaca la Revolución de Octubre de 1934. El PSOE, desde la primavera de ese año, estaba dispuesto a tomar el poder por la fuerza, considerando la llegada de Gil Robles al poder como un golpe de Estado. Al llegar Lerroux al gobierno tras la caída del breve gobierno de Samper, se incluyó a tres ministros de la CEDA. La respuesta del PSOE y la UGT fue provocar una huelga general revolucionaria. En Asturias se produjo un levantamiento armado en la zona minera y la toma de Oviedo, al que se unirían los comunistas siguiendo órdenes de Moscú.

El levantamiento fue duramente reprimido por López Ochoa con el ejército proveniente de Marruecos. Las operaciones fueron dirigidas desde Madrid por el general Franco. La fuerte represión posterior, por miedo al marxismo, impulsó a la extrema derecha (Calvo Sotelo). Largo Caballero también se radicalizó, dejándose llevar por sus simpatías comunistas. Como consecuencia, la vida pública se radicalizó de forma irreversible.

La Revolución de Asturias fue consecuencia de la no aceptación por socialistas y republicanos de los resultados electorales y la posible llegada al gobierno de la CEDA. Según Madariaga, hizo perder a la izquierda toda autoridad moral para condenar la rebelión del 36.

Ante estos problemas, el paro, la nula acción de gobierno y las discrepancias internas, se convocaron elecciones para el 16 de febrero de 1936.

En resumen, este bienio (radical-cedista) supuso un progresivo aumento de la división y el fracaso de una posible solución política, fracturando enormemente a los españoles.

5.3 El Triunfo del Frente Popular

El Frente Popular obtuvo la victoria en un movimiento pendular. Las derechas acudieron desunidas, mientras la izquierda iba en bloque. Se puso de manifiesto el encuentro entre dos bloques antagonistas, derechas e izquierdas, sin espacio para centrismos. Tras una dura campaña electoral, la victoria del Frente Popular fue celebrada por media España y llenó de pavor a la otra media.

Azaña fue llamado por Alcalá-Zamora para formar gobierno, que no duraría ni tres meses. Los generales Franco y Goded fueron enviados a Canarias y Baleares, los religiosos fueron expulsados de los centros de beneficencia, se retomó la reforma agraria asentando a 110.000 campesinos y se reinstauraron los tribunales laborales con mayoría obrera. El gran problema de Azaña fueron las masas que habían votado al Frente, azuzadas por los partidos obreros que no compartían responsabilidades de gobierno ni el orden. Los gobiernos previos a la guerra fueron casi virtuales, en un ambiente prerrevolucionario e inestable.

Con un Azaña exhausto y sin voluntad para sofocar los extremismos, desconfiando del ejército y la Guardia Civil, entró en juego Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional. Su valiente oposición al gobierno, denunciando la anarquía y la amenaza marxista, señalando al Frente Popular y al régimen como causantes de la situación, y animando al ejército a intervenir, tuvo como réplica parlamentaria la amenaza de Casares Quiroga. El 12 de julio fue asesinado el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo y el 13, Calvo Sotelo. El conflicto bélico estaba a punto de estallar.

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