Política represiva de Napoleón

TEMA 5: LA CRISIS DEL

ANTIGUO RÉGIMEN

1. Los inicios de la crisis: el reinado de Carlos IV (1788 – 1808)

Carlos IV accedíó al trono en 1788 y continuó con las reformas de Carlos III, prueba de ello fue

 la continuidad de Floridablanca al frente del gobierno.

Sin embargo, el estallido de la Revolución Francesa y la crisis de subsistencia, fruto de

 epidemias y las malas cosechas, cambiaron la situación.

El reinado del Carlos IV estuvo marcado por una mala política exterior y por una graves crisis

 estatal, lo cual debilitaría al país y supondría su destronamiento y la invasión francesa en 1808.

1.1 El impacto de la Revolución Francesa

Ante el miedo a la Revolución, Floridablanca fomentó una política represiva.
Cerró las fronteras

 y rompíó las relaciones con Francia, censuró las publicaciones y detuvo las reformas.

 Su sucesor, Aranda, pretendíó el cese de hostilidades en virtud del pacto entre ambas familias

 reales. Sin embargo, la instauración de la república (1792) y la ejecución del rey Luis XVI

 (1793) en Francia provocaron que el gobierno español, ahora dirgido por Manuel Godoy, se

 uniera a la coalición de Estados enemigos de Francia.

Este conflicto, la guerra de la Convencíón, afectó a las fronteras de Cataluña, Navarra y el País

 Vasco. Finalmente, Godoy firmó la Paz de Basilea (1795) por la que España recuperó los

 territorios ocupados cediendo Santo Domingo y algunas concesiones comerciales.

Godoy firmó el Tratado de San Ildefonso, ante el peligro de inavasión. En él se establecieron

 acuerdos de auxilio mutuo y la integridad territorial de ambos países, aunque, realmente, España

 quedo subordinada a la política francesa; teniendo que entrar en guerra con Gran Bretaña (1797

 – 1801), saliendo derrotada de ésta y agravando la crisis.

1.2 La intervención napoleónica

La proclamación de Napoleón como emperador (1804) repercutíó negativamente en la

 estabilidad española.

Desde 1803, España era un Estado tributario de Francia, teniendo que participar en otra guerra

 contra los británicos (1804 – 1808), que supuso la pérdida de la armada en Trafalgar.

Esta derrota causó un gran malestar social.

La clases bajas se encontraban en la miseria, el clero se veía perjudicado por las

 desamortizaciones de Godoy y la aristocracia tampoco lo aceptaba.

Napoleón solicitó el apoyo español para invadir Portugal, por lo que se firmó el Tratado de

 Fontainebleau (1807), en el que se acordó la conquista y repartición de ésta: el norte para los

 reyes de Etruria, el centro para los reyes portugueses a cambio de Gibraltar (posesión británica) y

 sur para Godoy, convirtiéndose en el principado de los Algarbes. Pero Napoleón utilizó el tratado

 para invadir la Península.

2. La guerra de la Independencia (1808 – 1814)

La ocupación francesa de la Península desancadenó un largo conflicto en el que hizo frente a

 España, Portugal y Reino Unido.

2.1 Los incios de la guerra: del motín de Aranjuez al Dos de Mayo

Las tropas napoleónicas penetraron en la Península en el 1808. Godoy pretendíó trasladar la

 corte a Sevilla, pero hubo de hacer frente a un motín en Aranjuez instigado por Fernando VII;

 finalmente, abdicando Carlos IV en su hijo.
La acción popular consiguió destronar al monarca,

 Hecho que Napoleón aprovechó para dominar España, convocando a ambos monarcas en

 Bayona para hacerlos renunciar a la corona y cederla a su hermano, José Bonaparte, a cambio

 de mantener la unidad territorial y el catolicismo como religión oficial.

La pasividad gubernamental ante la la invasión provocó el levantamiento del Dos de Mayo de

 1808 en Madrid, reprimido, pero que sirvió como detonate para otros levantamientos en todo el

 país, iniciándose la guerra de la Independecia.

Esta insurreción, dirigida por la nobleza y el clero, reclamaba a Fernando VII como monarca.

2.2 Organización de la resistencia: las Juntas

Con la pasividad gubernamental ante la ocupación francesa se formaron las Juntas en todos los

 territorios españoles.

Eran organismos, tanto locales como provinciales, con la voluntad de expulsar a los franceses y

 restituir a Fenando VII.

Sus miembros eran elegidos por votación, asumiendo el pueblo la soberanía, aunque las Juntas

 fueran controladas por las clases altas.

Más tarde, se formó una Junta Suprema Central Gubernativa formada por delegados de las

 juntas proviciales. Se escogíó a Floridablanca como presidente, el cuál ya había sido ministro de

 Carlos III y Carlos IV, asegurando un corte moderado en las reformas.

Así pues, las Juntas asumían el poder delegado por el pueblo en ausencia del monarca.

El pueblo luchaba por la vuelta de Fernando VII, en el que tenían la esperanza de que fuera

 capaz de solucionar los problemas heredados del reinado de su padre. Sus partidarios defendían

 un sistema político tradicional, absolutista y católico.

2.3 El reinado de José Bonaparte

Tras la declaración de José Bonaparte como rey de España, Napoleón convocó una asamblea en

 Bayona que pretendía asegurar el apoyo al nuevo monarca y aprobando una carta

 constitucional elaborada por él mismo.

Esta carta constitucional, el Estatuto de Bayona, debía ser la ley fundamental en el reino,

 suprimiendo la jurisdicción del Antiguo Régimen e iniciando reformas. En realidad, manténía una

Monarquía autoritaria


José I y el Estatuto de Bayona sólo fueron aceptados por los llamados afrancesados:
nobles,

 militares, el alto clero… Éstos veían a Francia como modelo de progreso, pero se basaban en un

Despotismo ilustrado


 La política reformista de José I no llegó a aplicarse, ni siquiera el Estatuto de Bayona, a causa de

 la guerra. Las decisiones importantes fueron tomadas en realidad por el propio Napoleón, como

 otorgarle al ejército el control del territorio, incorporar Cataluña a Francia, abolir la Inquisición o

 desamortizar bienes eclesiásticos.

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