Compara los imperios territoriales de Carlos I y Felipe II

3.8 Principales factores de

Desde 1580 puede apreciarse un descenso del crecimiento demográfico, debido principalmente a diversos factores: las epidemias de peste que afectaron a Europa; la expulsión de los moriscos de 1609, que perjudicaría sobre todo a Valencia y Aragón; la emigración a las Indias; las crisis agrarias y las continuas guerras. Factores que, unidos a los derivados de la situación política, provocarían también una profunda crisis económica. El descenso demográfico no afectó a todos los territorios peninsulares por igual, viéndose más perjudicado el centro y sur peninsular, alterándose la distribución de la población: el interior se despobló en beneficio de la periferia y se produjo una reducción de la población urbana a favor de la rural. Las principales dificultades económicas se produjeron en Castilla, con la caída de la producción agraria, la reducción de la ganadería ovina, la crisis de la industria textil, la disminución del oro y la plata de América y las dificultades de la Hacienda Real (que emite moneda de baja calidad) Las consecuencias fueron: La pérdida de riqueza de los grupos sociales relacionados con la producción (artesanos, campesinos y comerciantes) y la concentración de riqueza en manos de la alta nobleza; el reforzamiento del régimen señorial, que presiónó sobre el campesinado; y la orientación de una escasa y débil burguésía hacia la obtención de rentas y de títulos nobiliarios. 


3.9 Crisis y decadencia de la Monarquía Hispánica

Carlos II accedíó al trono siendo un niño (1665), por lo que su madre, Mariana de Austria, ejercíó como regente. Era enfermizo y débil mental, estaba incapacitado para gobernar, por lo que durante su reinado el gobierno recayó en otros (regentes, validos o ministros). Durante su reinado el poder del Estado decayó y esto fue aprovechado por la aristocracia y la Iglesia para ampliar su poder. Aunque mejora la economía las revueltas sociales permanecen: en Valencia estalla la 2ª Germánía, que fue una revuelta antiseñorial (1693) y en Madrid se produjo el Motín de los Gatos (1699) por la subida del precio del pan. Pierden diversos territorios, como el Franco Condado. El problema principal fue el sucesorio, ya que Carlos no pudo tener hijos. Se buscó un heredero extranjero, encontrándose dos posibilidades: Felipe de Borbón (candidato francés) y Carlos de Austria (candidato alemán). Carlos II eligió como heredero a Felipe de Borbón (Felipe V) para lograr el apoyo de Francia. Al morir Carlos II accede al trono español una nueva dinastía, los borbones. El temor de Inglaterra y Austria a la formación de un bloque hispano-francés provocó la internacionalización del problema que desembocaría en la Guerra de Sucesión (1700- 1713)


4.1 La Guerra de Sucesión Española

En 1700 muere in descendencia Carlos II. Por voluntad testamentaria le sucederá Felipe V. El archiduque Carlos de Austria no reconocíó el testamento y formó en torno a él una coalición entre Austria, Inglaterra, las Provincias Unidas, Portugal y Saboyá denominada la Gran Alianza; que se opondría a Francia para lograr la Corona española. En el interior el conflicto llevó a una guerra civil: castellanos, vascos y navarros apoyaron a los borbones; Cataluña, Valencia, Aragón y Mallorca a la Gran Alianza. La muerte del emperador austriaco, José I, dejó como heredero al archiduque Carlos, lo que desincentivó a las otras potencias para apoyar sus aspiraciones al trono español. En 1713 se acordó la paz en los tratados de Utrecht. Flandes, Milán y Cerdeña pasaron a manos de los austriacos, Sicilia a Saboyá, Inglaterra obtuvo Gibraltar y Menorca y ventajas comerciales en América,. A partir de entonces la política exterior estaría ligada a Francia y se orientaría a la recuperación de la influencia en Italia y a hacer frente a Inglaterra. Los acuerdos con Francia se conocerán como Pactos de Familia. Uno de ellos provocaría el apoyo a los colonos norteamericanos en su lucha por la independencia; como consecuencia de su participación España, en 1783, recobró la soberanía sobre Menorca, pero sin recuperar Gibraltar.


4.2 La nueva Monarquía Borbónica

Los Borbones impusieron el modelo de absolutismo francés. El monarca constituía la encarnación misma del Estado: a él pertenecía el territorio y de él emanaban las instituciones. Su poder era prácticamente ilimitado pues era fuente de ley, autoridad máxima del gobierno y cabeza de la justicia. Al llegar procedieron a unificar y reorganizar los diferentes reinos peninsulares. El objetivo era dotar a España de un estado moderno mediante un proyecto centralista y de refuerzo de la autoridad real. Con los Decretos de Nueva Planta se produce la liquidación de las leyes e instituciones tradicionales de los reinos de la Corona de Aragón, perdiendo sus privilegios. Las provincias Vascongadas y Navarra conservaron sus fueros. Entre las reformas destacan: la Administración Central se reordena, alejando a la alta nobleza de las tareas burocráticas y creando las Secretarías de Estado, Justicia, Marina e Indias y Guerra; se desarrolla efectivamente el regalismo; se crean astilleros y arsenales, mejorando con ellos la flota; se implanta un sistema de servicio militar obligatorio (por sorteo), se suprimen las aduanas entre Castilla y Aragón; se desarrolla una política económica proteccionista y se crean las primeras manufacturas reales. Hubo crecimiento económico y demográfico y se recuperó el prestigio internacional. Se intentó realizar una reforma fiscal que chocó con la resistencia de los privilegiados. Felipe V (con un breve paréntesis en su reinado en el que cederá la Corona a su hijo Luis I), Fernando VI y Carlos III serán los primeros borbones en el trono español.


4.3 La España del Siglo XVIII

La principal actividad, la agricultura, tenía un bajo rendimiento debido al bajo desarrollo tecnológico y al mantenimiento de las estructuras feudales. La producción dependía de la superficie cultivada, limitada por las tierras amortizadas. Durante el S.XVIII hubo varias crisis de subsistencia. La mejora de los transportes, la liberalización del comercio e innovaciones técnicas como la irrigación paliaron esta situación sin lograr una transformación global. De carácter artesanal y controlada por los gremios, la industria era escasa y estaba orientada a los mercados locales. Se trató de fomentar el desarrollo industrial con medidas proteccionistas, la creación de Reales Fábricas, el impulso de la iniciativa privada y la colaboración entre industria y agricultura, pero el resultado fue desigual. En algunas zonas se generaron las bases de la industria moderna, como en Cataluña, donde se crearon a partir del desarrollo de la industria de la vid, el aguardiente y la lana que proporciónó las bases humanas y permitíó la acumulación de capital. Para mejorar la organización comercial con América se suprimíó el sistema de flotas, se crearon compañías comerciales, a las que se les concedía privilegios de explotación de un territorio o el monopolio de comercio de algún producto. Estas compañías tuvieron escaso éxito y se adoptaron políticas liberalizadoras autorizando el comercio a numerosos puertos. 


4.4 Ideas fundamentales de la Ilustración

La Ilustración es el principal movimiento cultural que se desarrolla en la Europa del s. XVIII. Entre sus ideales destacan: confianza en la Razón, defensa del Empirismo, rechazo de las ciencias especulativas (crítica a la religión), la importancia del ser humano y la búsqueda de la felicidad. El verdadero despliegue de la Ilustración en España se produce en el reinado de Carlos III (1759 . 1788). Puso en práctica el Despotismo Ilustrado: se impulsaban reformas para el beneficio del pueblo sin contar con sus necesidades reales y sin permitirle participar. Intentó modernizar la sociedad española, rodéándose de ministros y consejeros reformistas como el Conde de Aranda, Floridablanca y Campomanes. Su política belicista exigíó la paz interna, por lo que cualquier intento de reforma tuvo que respetar el marco social y contar con el apoyo de las fuerzas más conservadoras. Entre sus reformas destacan: convertir el Estado en instrumento de innovación económica promocionando la industria y el comercio (con resultados limitados); un plan de carreteras frustrado; apertura del comercio con América; una reforma fiscal; reafirmación del regalismo; limitación de tierras en manos muertas; la expulsión de los jesuitas; o el intento de reforma de la enseñanza universitaria. Las reformas despertaron el rechazo de sectores de la población y provocaron el motín de Esquilache (1766), tras el cual, muchas, encallaron.


3.6 Los Austrias del Siglo XVII

El reinado de Felipe III (1598- 1621) se caracterizó por una política de pacificación; a nivel interno destacaron la expulsión de los moriscos y la aparición de la figura del valido. El valimiento consistía en delegar el ejercicio del poder en un hombre de confianza, un valido o favorito, amigo del Rey, que carecía de cargo oficial pero actuaba como un primer ministro. Los validos de Felipe III fueron el duque de Lerma y el duque de Uceda. El principal valido de Felipe IV (1621-1665), fue el Conde de Olivares. Carlos II (1665- 1700) tuvo varios: Everard Nithard y Fernando de Valenzuela (bajo la regencia de su madre), Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa Las consecuencias de la Guerra de los Treinta Años, el carácter centralista de la política de Olivares, su política fiscal y la creación de un ejército permanente costeado por todos los reinos (La Uníón de Armas), provocaron conflictos y protestas constantes, con continuas rebeliones, entre las que destacan los movimientos independentistas de Portugal y Cataluña en 1640. En Cataluña el enfrentamiento terminó en 1652, rindiéndose los catalanes con la condición de que se respetaran sus antiguos fueros. La Uníón de Armas, el retroceso del comercio portugués y los efectos de la enemistad de España con otras potencias impulsaron un movimiento separatista que acabaría con la independencia de Portugal.


3.7 La guerra de los Treinta Años y la

La política exterior de Felipe III fue pacifista; firmó una serie de tratados de paz con Francia, Inglaterra y Holanda que fueron costosos y poco efectivos. La política exterior de Felipe IV tiene como escenario principal la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Comenzó como un conflicto alemán y religioso: los príncipes protestantes alemanes se rebelaron contra Fernando II; este conflicto se generalizó y la Monarquía Hispánica se involucró por un doble motivo: la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía (hispana y austríaca). Se enfrentaría a Francia, Inglaterra, Holanda y Suecia. Se reanuda el conflicto con Holanda (1621). En la 1ª fase se produjeron éxitos españoles, dirigidos por Ambrosio Spínola, que tomó Breda en 1625. En 1635 Luis XIII (Francia) declara la guerra a España apoyando a Holanda, aunque España comenzó ganando, el esfuerzo excesivo llevó a las tropas españolas a la derrota en Rocroi (1643). Con la paz de Westfalia (1648) se reconocía la independencia de Holanda. Con la paz de los Pirineos (1659) se consolidó el dominio de Francia en Europa , y de Inglaterra y Holanda en los mares. Durante el reinado de Carlos II se reconoce la independencia de Portugal y se produce la pérdida de Lille y de los territorios del Franco Condado.

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