Fernando VII y la reacción absolutista

3 La  Década  Ominosa ( 1823- 1833)


Significó el restablecimiento parcial del Antiguo Régimen. No fue restaurada la Inquisición, aunque algunos obispos crearon unas Juntas de Fe con parecidas funciones. En su lugar surgíó el cuerpo de policía y como brazo armado Los Voluntarios Realistas, que sustituían a la Milicia Nacional.
La situación económica del país empeoró en parte cuando en 1824, con la batalla de Ayacucho,
España perdíó sus posesiones continentales americanas, muy importantes en el comercio exterior español. Los sectores ultrarealistas(apostólicos) partidarios del absolutismo a ultranza, se oponen también al rey, ya que estaban descontentos por la “supuesta” blandura de Fernando VII con los liberales. Han encontrado un líder en la persona del hermano del rey, Carlos Mª Isidro, sucesor a la corona al no existir descendencia de los matrimonios de Fernando VII. En 1827 la rebelión de los realistas agraviados o malcontents, como ellos se llamaban, triunfó en zonas rurales de Cataluña (llegó a contar con 30000 hombres).
Cuando Fernando VII llegó a Barcelona, una vez sofocado el alzamiento, la burguésía le manifestó su apoyo. En 1830 se produce otra oleada revolucionaria en Europa dando lugar a intentos de restablecer el liberalismo en España, dando lugar a una fuerte represión: fusilamiento de Torrijos, Mariana Pineda. Así, al final de la década el absolutismo de Fernando VII se encontraba amenazado por los liberales y ultraconservadores.

El Problema Sucesorio a la muerte de Fernando VII

En este contexto, la cuestión sucesoria del Rey pasó a ser un asunto fundamental. Antes del nacimiento de Isabel, su padre había hecho publicar una Pragmática Sanción (un Real decreto)
, redactada por las Cortes en 1789, que restablecía la sucesión tradicional de la monarquía hispana permitiendo reinar a las mujeres (Había quitado La Ley sálica introducida por los Borbones en 1700 que prohibía reinar a las mujeres). Esto excluía del trono a Carlos Mª Isidro (hermano de Fernando VII y heredero hasta la publicación de la Pragmática sanción) y significaba un triunfo de los círculos moderados y de los liberales encubiertos de la Corte, que apoyaban a la reina Mª Cristina con el fin de promover una cierta apertura del régimen.Los partidarios de Carlos, aprovechando la grave enfermedad del rey, obtuvieron en 1832 un nuevo documento en el que se derogaba la Pragmática Sanción.
Pero, recuperado Fernando VII, confirmó los derechos sucesorios de su hija Isabel y nombró a Cea Bermúdez, jefe de Gobierno. Éste buscó apoyos del liberalismo y autorizó el retorno de los exiliados al tiempo que suprimíó el presupuesto de los voluntarios realistas.
En Septiembre de 1833, murió Fernando VII, y su viuda Mª Cristina, heredó, en nombre de su hija Isabel, la corona de España.
Carlos Mª Isidro no aceptó está decisión y se puso al frente de los últimos defensores del Antiguo Régimen, los carlistas, que llevaban unos meses preparando su levantamiento. Comenzó así una Guerra Civil que duraría hasta 1839, la Primera Guerra Carlista.//1.1.- Introducción.
Durante el reinado de Isabel II se instauró en España la monarquía liberal, caracterizada por una extraordinaria inestabilidad política, con numerosos periodos: Regencias (1833-43), década moderada (1844-54), bienio progresista (1854-56), vuelta al moderantismo o etapa de O’Donnell (1856-68), lo que supone numerosas constituciones y convivencia de dos grandes partidos que surgen del bloque de los liberales; los moderados y los  progresistas


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1.2.1.-Regencia de María Cristina (1833-1840)

Así pues, según el testamento de Fernando VII, la regente sería la madre de Isabel, la reina María Cristina. Esta regencia dura desde Septiembre de 1833 hasta Octubre de 1840. Estamos en una etapa de transición al liberalismo, ya que existe un pacto entre las viejas oligarquías (parte de los privilegiados que no se adhirieron al carlismo) y los liberales moderados. Entra en vigor “El Estatuto Real” de 1834, redactado por Martínez de la Rosa, donde la monarquía limita voluntariamente sus poderes, (una especie de “Carta Otorgada”  sin llegar a ser una Constitución plena). En dicho Estatuto,  la monarquía aún no aceptaba la soberanía nacional ni la separación de poderes, con la existencia de un liberalismo de voto muy censitario. Su vigencia se verá alterada y durará hasta 1837, ya que en 1835, con la crisis económica, estallan movimientos populares y los progresistas asumen el poder a través de  Juntas Revolucionarias y Milicias, pidiendo convocatoria de cortes, reforma de la ley electoral y libertad de imprenta, consiguiendo de la reina madre el establecimiento de un régimen liberal progresista dirigido por Mendizábal en 1835, iniciándose una política más progresista (con la primera desamortización), a la que se opusieron nobleza y especialmente el clero, presionando a la regente para destituir a Mendizábal, quien dimite y con ello la reina nombra al moderado Istúriz. Como reacción los liberales progresistas en verano de 1836, inician una insurrección que culmina en un pronunciamiento militar  (“La Sargentada de La Granja”), que obliga a la regente a que se elabore una constitución, la de 1837, iniciándose de forma definitiva la revolución liberal con el gobierno progresista de Calatrava.
La Constitución de 1837, es teóricamente una revisión de la de 1812, pero en realidad era más moderada, donde no obstante se establece soberanía nacional, derechos individuales, sufragio censitario (solo votan los propietarios y las personas de profesiones liberales), disolución del régimen señorial etc… a pesar del poder de los progresistas, éstos hacen concesiones a los moderados y a la corona para evitar un posible Golpe de Estado de los últimos. En las elecciones de 1837, los moderados alcanzan el poder  (Pérez de Castro, Trienio Moderado, 1837-1840) y recortan algunos contenidos de la constitución de 1837 y sobre todo una impopular ley sobre la elección del gobierno municipal,  lo que provoca otra oleada revolucionaria progresista y la caída de María Cristina en Octubre de 1840.Por otro lado, durante esta breve experiencia progresista, los progresistas, con Mendizábal a la cabeza inician el desmantelamiento del Antiguo Régimen, siendo especialmente interesante la reforma agraria que implicó la abolición del régimen señorial y la primera desamortización del reinado de Isabel II. Las tierras amortizadas eran aquellas que pertenecían a la Iglesia o a los ayuntamientos (manos muertas) y no pagaban impuestos ni podían ser vendidas o transmitidas por herencia. Durante el reinado de Isabel II se nacionalizaron y pusieron en venta estas tierras, este fenómeno se llama desamortización. Así, en 1836 Mendizábal puso en venta los bienes de la Iglesia, con cuyo producto pensaba cubrir la deuda pública y mantener el costo de la guerra carlista.  

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