Reinos cristianos en la Edad Media

Introducción


Desde el siglo VIII hasta el Siglo X, la iniciativa y la hegemonía políticas en la Península Ibérica correspondieron a los musulmanes, pero desde entonces y hasta finales del Siglo XV, la supremacía fue de los reinos cristianos.La evolución política de los territorios cristianos mostró una clara tendencia hacia la unificación de los diversos reinos. Desde el Siglo XIII, la situación política estuvo dominada por la Corona de Castilla y la Corona de Aragón.El proceso de expansión territorial, ya en la Baja Edad Media, tendría su continuación más allá de los territorios peninsulares en el Mediterráneo Occidental, en el norte de África y en la zona atlántica.

Los reinos y condados occidentales

Tras la desaparición del Reino Visigodo, sólo las zonas montañosas del norte de España, la franja cantábrica y el oeste de los Pirineos, se mantuvieron libres de la dominación musulmana.En el año 718, un grupo de astures e hispano-visigodos refugiados en la zona cantábrica aceptó como jefe a un noble visigodo llamado Pelayo, quien unos años después ganaría una escaramuza contra los musulmanes en Covadonga en el año 722. Este hecho contribuyó a consolidar el primer núcleo político cristiano, el Reino Astur.Los sucesores de Pelayo adoptaron el título de rey. El primer monarca de cierta importancia, fue Alfonso I, quien logró dominar la regíón comprendida entre las montañas y el mar que va desde el País Vasco hasta Galicia.Además, realizó diversas campañas militares por la Cuenca del Duero y repobló parte del territorio con mozárabes. Este rey establecíó la capital del Reino Astur en Oviedo a finales del siglo VIII.

Los reinos y condados orientales

La zona pirenaica se había convertido en ese tiempo en un territorio de frontera entre el Imperio Carolingio y el poder musulmán andalusí. Carlomagno estaba interesado en controlar el Valle del Ebro para establecerlo como línea fronteriza- la Marca Hispánica. De esta manera, ocupó Pamplona y también Barcelona. La Administración del territorio se encomendó a condes francos que dependían del emperador carolingio.Pero, desde principios del siglo IX, los nobles francos fueron sustituidos por nobles autóctonos. Así, en Pamplona, un miembro de la familia Arista expulsó a los nobles carolingios y se proclamó primer rey de Pamplona hacia el año 830. De igual modo, en los valles centrales pirenaicos, Aznar Galíndez había establecido su dominio sobre el Condado de Aragón.La presencia franca en el Pirineo Oriental fue más prolongada y no fue hasta el Siglo X cuando el conde Borrell II rompíó, de hecho, las relaciones vasalláticas que le vinculaban al rey de los francos. 

La consolidación de los reinos hispano-cristianos



 

El Reino Astur-leónés

En la primera mitad del siglo IX, Alfonso II transformó el Reino de Asturias en un verdadero Estado con una Administración que tomaba como modelo a la Monarquía Visigoda.A lo largo del siglo se fue desarrollando el proceso colonizador en las llanuras de la Cuenca del Duero. La mayor intensidad de la actividad repobladora tuvo lugar en el reinado de Alfonso III, quien extendíó las fronteras hasta el Duero y establecíó la nueva capital del Reino en León, desde donde era más fácil controlar los nuevos territorios. La forma más usual de repoblación fue mediante el sistema de presura, que otorgaba la propiedad gratuita de la tierra al colono que la habitase y pusiese en cultivo. Otros sistemas de repoblación eranEl otorgamiento de amplias libertades y exenciones fiscales para quienes se estableciesen en determinados pueblos o ciudades cercanos a la frontera. Las leyes que concedían esos derechos se denominaban fueros, y fue un sistema muy extendido por toda la Península.Los repartimientos consistían en la donación a los colonos cristianos (y a los soldados que habían participado en la guerra de conquista de una ciudad o comarca) de las propiedades de los musulmanes derrotados o huidos. De hecho, a comienzos del Siglo X el pequeño Reino Astur pasó a denominarse Reino de León, una entidad política que abarcaba todo el noroeste peninsular: las regiones de Asturias, Galicia y León; y las marcas fronterizas de Portugal y Castilla.Con respecto a esta última, se la denominaba como Condado de Castilla, puesto que se trataba de un territorio fronterizo y fortificado que se hallaba bajo el control de un conde. En la segunda mitad del Siglo X, el conde Fernán González logró obtener una gran autonomía con respecto al poder leónés y convertir en hereditarias sus  posesiones. 

El Reino de Navarra

El Reino de Pamplona experimentó una notable expansión hacia el Sur a partir del Siglo X y se transformó en el Reino de Navarra.El reinado de Sancho III el Mayor durante el primer tercio del Siglo XI fue el de mayor esplendor de Navarra. Este rey logró controlar diversos condados pirenaicos así como Castilla, convirtiendo de este modo al reino navarro en la principal potencia cristiana peninsular del Siglo XI. La muerte de este monarca significó también el final de la hegemonía política del Reino de Navarra, ya que su patrimonio se dividíó entre sus hijos. De este modo, García Sánchez reinó sobre Navarra. Fernando I gobernó Castilla, que se convirtió en un reino, y ocupó también León. Por su parte, Ramiro I se convirtió en rey de Aragón.En cuanto a la expansión territorial, al estar encerrado entre sus poderosos vecinos, Castilla, Aragón y Francia, no tuvo posibilidad de ampliar sus territorios a costa de los musulmanes. De hecho, durante dos siglos, Navarra cayó bajo la influencia francesa al ocupar el trono navarro tres dinastías distintas de ese reino. No obstante, la situación de hegemonía francesa terminó en el Siglo XV, cuando Juan II de Aragón fue proclamado también rey de Navarra por su matrimonio con Blanca de Navarra. En teoría, la corona le correspondía a su hijo, Carlos de Viana, pero el rey consorte usurpó el trono y esto desembocó en una Guerra Civil en la que se enfrentaron las facciones nobiliarias navarras. Finalmente, el rey Fernando el Católico invadíó y conquistó Navarra en el año 1512.

Expansión territorial de los reinos cristianos

Los reinos cristianos fueron conformándose territorialmente tanto a través de alianzas matrimoniales como de enfrentamientos bélicos, pero su expansión territorial se basó en la conquista de los territorios controlados por los musulmanes.Este proceso conocido tradicionalmente como Reconquista se inició en el Siglo X con la expansión por tierras riojanas y del Valle del Duero, pero sería a partir del Siglo XI cuando la expansión a costa de los musulmanes cobró importancia.

Formación y expansión de la Corona de Castilla

El origen del Reino de Castilla hay que buscarlo en el reinado de Fernando I, hijo de Sancho III el Mayor, quien heredó el Condado de Castilla y conquistó militarmente el Reino de León, uniendo los dos territorios bajo su corona en 1037. Este rey pudo dedicar amplios recursos a la expansión territorial y, de esta manera, logró dominar toda la Cuenca del Duero. Además, sus incursiones territoriales por varios reinos de taifas le proporcionaron cuantiosos ingresos en forma de parias, lo que le permitíó acrecentar su poder militar. De este modo, el Reino de Castilla y León pasó a convertirse en la potencia hegemónica de la Península.Después de su muerte, el reino se dividíó entre sus hijos, pero fue finalmente Alfonso VI quien logró unificar de nuevo todos los territorios del reino. Este rey tomó Toledo en el año 1085 y con ello extendíó su control territorial hasta el Valle del Tajo. También realizó campañas militares en el este peninsular, pero fue derrotado por los almorávides y la posición de Castilla y León pasó a la defensiva hasta el Siglo XII.No obstante, Alfonso VII el Emperador establecíó la frontera en la línea del Tajo en la primera mitad del Siglo XII. A su muerte, el reino volvíó a dividirse, Castilla pasó a manos de su hijo Sancho III y su otro hijo, Fernando II heredó León.En la segunda mitad del Siglo XII, y a imitación de las surgidas en Palestina, se crearon en la Península las órdenes militares. Éstas se encargaron de la protección de enclaves estratégicos en las fronteras, como Calatrava o Alcántara, de las que toman sus nombres. A cambio recibieron la concesión de gigantescos latifundios de lo que se deduce que la estructura de la propiedad de la tierra en esta zona de España está muy relacionada con las formas de repoblación que siguieron a la Reconquista.Todo ello permitíó a Alfonso VIII de Castilla, hijo de Sancho III, avanzar hacia el río Guadiana y el alto Júcar. Solamente la derrota de Alarcos en 1195 contra los almohades frenaría temporalmente el avance castellano.Sin embargo, el debilitamiento del poder almohade sería aprovechado por los diversos reinos cristianos para crear una alianza, en la que también participaron caballeros franceses, que permitíó derrotar a los musulmanes en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Gracias a esta victoria fue posible ocupar todo el sur peninsular.La definitiva unidad lograda por castellanos y leoneses en 1230, durante el reinado de Fernando III el Santo, permitíó la expansión del reino castellano leónés por Extremadura y el Valle Bajo del Guadalquivir, ocupando ciudades como Córdoba en 1236 o Sevilla en 1248. Mientras, en el Este, se ocupó el reino musulmán de Murcia, con el cual había pactado su entrega en 1243. De esta manera, el único territorio musulmán que pervivía aún en esta época fue el Reino de Granada.De hecho, la Corona de Castilla orientó sus intereses a la conquista del reino nazarí, aunque fue un proceso largo en el que se mantuvo la presión militar y se fueron conquistando diferentes plazas, que redujeron las fronteras del reino musulmán hasta que, finalmente, los Reyes Católicos emprendieron la conquista sistemática del reino entre 1482 y 1492.En Castilla la figura del rey disfrutó de muy amplios poderes y gobernaba asesorado por el Consejo Real.Había además unas Cortes en las que había representantes de los tres estamentos (nobleza, clero y ciudades). A nivel local existía la institución del Concejo o Ayuntamiento, cuyos miembros (llamados regidores o concejales) eran nombrados por el monarca.          

Formación y expansión de la Corona de Aragón

El Reino de Aragón surgíó igualmente de la herencia de Sancho III el Mayor. De hecho, su hijo Ramiro I lo convirtió en un reino independiente de Navarra. Sin embargo, su hijo Sancho Ramírez volvíó a unir los reinos de Aragón y Navarra, que permanecerían así hasta el primer tercio del Siglo XII.Este reino mostró un claro interés por expandirse hacia los territorios de la taifa de Zaragoza, aunque debido a su debilidad inicial tuvo que limitarse a ocupar diversos emplazamientos estratégicos.Ya en el Siglo XII el expansionismo conquistador Aragónés se aceleró. Así, Pedro I logró tomar Huesca y Barbastro y su sucesor, Alfonso I el Batallador ocupó Zaragoza y  diversas fortalezas en el Bajo Aragón.En el año 1137 se produjo el acuerdo matrimonial entre el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV y la heredera de Aragón, Petronila, que tenía entonces un año de edad. Este compromiso supónía la unidad entre el reino de Aragón y los condados catalanes y, de esta manera, nacía la Corona de Aragón. El primer monarca de este nuevo reino sería el hijo de ambos, Alfonso II.Esta nueva formación política orientó su expansión territorial hacia las costas mediterráneas con la toma de Lérida y Tortosa hacia mediados del Siglo XII. En el siglo siguiente, los intereses mediterráneos se consolidaron. Jaime I el Conquistador ocupó las Islas Baleares a excepción de Menorca, que fue tomada cuatro décadas más tarde y, al fin, conquistó el Reino de Valencia, un proceso que finalizó en 1245.El límite de la expansión aragonesa en la Península Ibérica se había ido estableciendo a lo largo de más de un siglo por medio de varios pactos con Castilla. Finalmente, el Tratado de Almizra, en 1244, establecíó la frontera en la línea Bíar-Villajoyosa, en la actual provincia de Alicante.Este hecho marcó el fin de la expansión territorial aragonesa por las tierras peninsulares y su posterior orientación hacia el Mediterráneo. El primer paso se dio con la toma de las Islas Baleares, a la que le siguió la intervención de Pedro III en Sicilia en 1282. Posteriormente, Jaime II conquistó Cerdeña en el Siglo XIV y el Reino de Nápoles fue conquistado, ya en el Siglo XV, por Alfonso el Magnánimo.En el Mediterráneo Oriental se incorporaron, en el Siglo XIV, los ducados de Atenas y Neopatria, gracias a las campañas de los almogávares, una compañía de mercenarios catalanes que desarrollaron su acción en el ámbito geográfico del Imperio Bizantino.Por otra parte cabe reséñar que entre la Corona de Aragón y Francia hubo discordias permanentes por la posesión de Rosellón y Cerdaña, territorios catalanes situados al norte de los Pirineos, cuyo dominio se alternó entre ambos estados.En Cataluña el sistema de repoblación recibe el nombre de aprisco, un sistema qie dio lugar a la aparición de numerosos pequeños propietarios. La corona aragonesa tradicionalmente se caracterizó por su carácter pactista, lo que quiere decir que el rey tenía que acordar sus decisiones con diversas instituciones (Cortes, Generalitat, municipios…) y personas poderosas de la nobleza y el alto clero. 

ECONOMÍA

En toda la España cristiana medieval prácticamente las únicas actividades económicas relevantes fueron las agrícolas y ganaderas, a las que se dedicaba la inmensa mayoría de la población. La agricultura se basaba en la trilogía mediterránea, de rendimientos escasos debido al estancamiento técnico. En Castilla tuvo una gran difusión la ganadería ovina que practicaba la trashumancia. En 1273 nacíó la Mesta, asociación de propietarios de rebaños de ovejas merinas, que obtuvieron de la corona grandes privilegios en perjuicio de los agricultores. La lana, de gran calidad, en su mayoría era exportada en bruto a Flandes e Inglaterra. Las principales actividades industriales fueron la textil en Cataluña y la naval en Sevilla.Así como los siglos XI, XII y XIII fueron una época de progreso económico para los reinos cristianos españoles, los dos siguientes lo fueron de penuria. Castilla vivíó una profunda crisis, que se tradujo en una pérdida de población, la extensión de grandes epidemias o pestes, un empobrecimiento general, frecuentes guerras (tanto civiles como contra sus vecinos) y la paralización de la reconquista del último territorio que le correspondía, el reino granadino, que no podrá emprender hasta fines del Siglo XVESTRUCTURA SOCIAL
La sociedad de la España cristiana en líneas generales tenía una estructura feudal, de forma que unos pocos individuos, los señores terratenientes, ejercían su dominio sobre el resto de la población integrada sobre todo por campesinos que les pagaban diversas rentas. Había tres estamentos, de los que dos eran los grupos privilegiados (nobleza y clero) y el tercero, denominado estado llano, lo formaban las trabajadores que sosténían a toda la sociedad. La alta nobleza y el alto clero formaban una aristocracia que poseían enormes propiedades agrarias denominadas feudos o dominios. Ambos grupos, muy minoritarios, tenían algunos privilegios y ostentaban además los principales cargos políticos. Había también una baja nobleza (caballeros, hidalgos, infanzones) que, aunque también poseedora de algunos privilegios, sus niveles de renta eran muy inferiores. Lo mismo sucede con el bajo clero.Los campesinos constituían la gran mayoría de la población medieval. Muchos de ellos no eran propietarios de las tierras que trabajaban y por ello debían pagar a los dueños, señores feudales, rentas de diversa naturaleza. Pero también había pequeños propietarios agrícolas. También pertenecían al Tercer Estado los burgueses habitantes de las ciudades, dedicados a la artesanía y el comercio. Existieron dos importantes minorías étnicas y religiosas: los mudéjares y los judíos. Los primeros eran los musulmanes que, por el avance de la Reconquista, habían quedado bajo el dominio de un estado cristiano. En su mayoría eran campesinos muy pobres. Por el contrario, los judíos vivían en las aljamas (barrios judíos) de las ciudades y se dedicaban preferentemente al comercio, las finanzas y las profesiones liberales.

CULTURA Y ARTE

La cultura de la España medieval está totalmente mediatizada por la religión. La Iglesia ejercíó una influencia enorme sobre la sociedad, a la que controlaba ideológicamente.  Un elemento de la máxima importancia cultural (y también económica y política) fue la creación del Camino de Santiago que atrajo a infinidad de peregrinos, a través de los cuales llegaron a la Península las corrientes culturales y artísticas europeas.  Hay que señalar también la aparición de las lenguas romances, derivadas del latín, y de las universidades (Siglo XIII), de las que la más importante fue la de Salamanca.Diversos estilos artísticos se dieron en estos siglos:Los estilos prerrománicos: son el asturiano (cuyo esplendor es en el siglo IX) y el mozárabe (sus obras más importantes corresponden al X).El ROMánico (siglos XI y XII), cuya función es divulgativa de la religión cristiana (de hecho, casi todos los edificios ROMánicos son iglesias y monasterios). La pintura y escultura se caracterizan inicialmente por sus rasgos arcaicos, pero con el tiempo evolucionarán hacia el Naturalismo. El edificio más importante es la Catedral de Santiago.El Gótico (siglos XIII-XV) procede de Francia. En arquitectura destacan algunas catedrales castellanas (Burgos, León, Toledo) que se caracterizan por su tendencia a la verticalidad. Hay también una importante arquitectura civil, sobre en el reino Aragónés (lonjas, palacios…). Las pinturas y esculturas son de rasgos mucho más modernos que en la época ROMánica.

Conclusión

Los reinos peninsulares de la Edad Media fueron configurándose política, económica, social y culturalmente a lo largo de un prolongado proceso que duró casi ocho siglos, durante los cuales estos estados cristianos fueron expandíéndose a costa de los musulmanes de forma intermitente. De hecho, la carácterística principal de la dinámica política de los núcleos cristianos era que cuando Al-Ándalus contaba con gobernantes competentes y amplios recursos, el proceso de expansión territorial cristiana se deténía. Por el contrario, cuando no había una unidad política andalusí, los reinos y condados cristianos aprovechaban el vacío de poder para consolidarse y ampliar sus territorios.Esta fue la tónica general desde el siglo VIII hasta el Siglo XI, momento en el que a partir de la descomposición del Califato de Córdoba, el proceso de conquista o de Reconquista, como ha sostenido la historiografía tradicional, experimentó un empuje imparable, sólo temporalmente ralentizado por las invasiones almorávides y almohades o los problemas internos de los reinos cristianos.A partir del Siglo XII se fue produciendo un proceso de concentración territorial por parte de los dos principales reinos de la Península, la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, las cuales llegan a repartirse los restos del territorio musulmán, convirtiéndose Castilla en la potencia cristiana hegemónica. Finalmente, ya en el Siglo XV, se produjo la Uníón Dinástica entre Castilla y Aragón, que quedaban integradas en una misma monarquía, a las que se añadió posteriormente Navarra, y se puso fin al proceso de Reconquista con la toma de Granada en 1492.

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