Sectores políticos q apoyaron a rosas en primer gobierno

Define en qué consistíó el “revisionismo político” inicial del…

A finales del Siglo XIX, los fundamentos de la Restauración fueron puestos en cuestión por el regeneracionismo, una corriente ideológica que denunciaba, tanto los vicios del sistema –bipartidismo, turnismo y fraude electoral-, como la existencia de una oligarquía que controlaba los destinos del Estado. De esta forma, el modelo de monarquía liberal basado en la vigencia de la Constitución de 1876 y la alternancia pacífica entre conservadores y liberales fue puesto en cuestión por una serie de propuestas de modernización política, económica y social planteadas por los regeneracionistas. De manera progresiva, tanto la clase política española como la monarquía fueron aceptando los postulados del regeneracionismo. Incluso, al alcanzar la mayoría de edad Alfonso XIII (1902), los partidos dinásticos estaban encabezados por miembros de ese movimiento: Antonio Maura dirigía el Partido Conservador y José Canalejas el Liberal. Precisamente el primero de ellos puso en marcha, entre 1907 y 1909, un programa de reforma del sistema parlamentario, la llamada “revolución desde arriba”. Antonio Maura ideó también un proyecto de ley de administración local en el que se pretendía dotar de mayor autonomía a las corporaciones municipales. Además, en el texto se abría la puerta a la creación de mancomunidades y a la ampliación de las competencias provinciales. Por último, cabe destacar aquellas disposiciones de corte económico y social, como la política de intervención estatal para el fomento y la protección de la industria nacional, la creación del Instituto Nacional de Previsión, la legalización del derecho a la huelga y la ley de descanso dominical.Durante su etapa como presidente del Consejo de Ministros (1910-1912), José Canalejas realizó un importante esfuerzo para democratizar el sistema y ampliar sus bases sociales. Además, también desarrolló una importante política socio-laboral, donde destacaron medidas como la reducción de la jornada laboral, la prohibición del trabajo femenino nocturno, la ley de accidentes de trabajo y la supresión del impuesto de consumos. También debe mencionarse la llamada “Ley Candado” (1910), con la que pretendía profundizar en la secularización del Estado.


Especifica la evolución de las fuerzas políticas… 

Las turbulencias políticas que marcaron el Sexenio Democrático, unidas a la solidez del sistema de la Restauración en sus primeros compases, condenaron al ostracismo a las fuerzas de oposición. De esta manera, hasta comienzos del Siglo XX los partidos republicanos y nacionalistas se mantuvieron al margen de la vida política del país, excluidos de los órganos de decisión. Ahora bien, el progresivo desgaste del modelo ideado por Cánovas permitíó que, con el paso de los años, su fuerza y apoyos se incrementaran notablemente. A comienzos del Siglo XX, los grupos republicanos constituían la fuerza de oposición mas importante a la monarquía liberal y a los partidos dinásticos. De entre sus partidarios destacaban los intelectuales y amplios sectores de las clases medias, quienes identificaban el ideal de república con la democratización real del país. Además, su progresiva apertura a las reformas sociales relacionadas con la forma de vida de los obreros, les permitíó ganar partidarios entre la clase trabajadora. Esa orientación hacia postulados de corte democrático y social obtuvo sus primeros frutos en las elecciones de 1903. En esos comicios las fuerzas republicanas, que concurrían en una candidatura conjunta (Uníón Republicana), obtuvieron unos buenos resultados. Sin embargo, la falta de entendimiento entre los grupos que conformaban esa coalición, condujo escisión del ala más radical. De esta manera, en 1908, Alejandro Lerroux fundó el Partido Republicano Radical.  De entre los nacionalismos del primer tercio del Siglo XX, el catalán fue el que contó con mayor fuerza e implantación en el territorio. El escenario político en ese territorio estuvo dominado por la Lliga Regionalista, un partido de corte burgués fundado en 1901. De hecho, en su programa no se prestaban atención a las reformas sociales y, quizá por ese motivo, no contaba con el apoyo de la clase obrera, más proclive al republicanismo. Los miembros de la Lliga consideraban que se debía compatibilizar la regeneración política y la modernización económica con su reivindicación de autonomía. Eso les permitíó colaborar en numerosas ocasiones con los gobiernos del turno, ya fueran conservadores o liberales. Después del fallecimiento de su fundador en 1903, en el seno del Partido Nacionalista Vasco (PNV) se inició un enfrentamiento entre el sector independentista, defensor de las ideas tradicionalistas de Sabino Arana, y el ala más moderada, de corte liberal y posibilista; es decir, los partidarios de buscar un arreglo con el gobierno de España para dotar de autonomía a las provincias vascas. El triunfo de esta segunda postura permitíó que el nacionalismo se extendiera, desde su base en Vizcaya, al conjunto del País Vasco. Además, su aproximación a la burguésía industrial le dotó de una fuente de financiación que terminó por consolidar el partido hasta convertirlo en la fuerza política más importante del territorio.


Explica las repercusiones de la Primera Guerra Mundial…

El estallido, desarrollo y desenlace de la Gran Guerra (1914-1918), unido a la aparición del primer régimen comunista del mundo en el año
1917, tuvo importantes consecuencias para España, tanto en el campo de la política como en la sociedad en general. De hecho, aunque la monarquía liberal se mantuvo como hasta 1931, esos dos acontecimientos marcaron un punto de inflexión en la evolución del régimen de la Restauración. Al iniciarse la Gran Guerra en 1914, el gobierno presidido por el conservador Eduardo Dato, con el respaldo de todas las formaciones políticas, declaró la neutralidad de España. Esta decisión convirtió al país en proveedor de materias primas y productos industriales, favoreciendo así el desarrollo de la economía nacional. Ahora bien, este crecimiento no afectó del mismo modo a la burguésía industrial y a la clase trabajadora. Mientras los primeros se enriquecieron gracias a los beneficios que producía el contexto bélico en Europa, los segundos vieron como su calidad de vida se deterioraba por una escasez de suministros que, a pesar del alza de los salarios, no era compensaba la subida de los sueldos. De esta manera, además de agravar las diferencias sociales de la época, la evolución de la economía durante la Gran Guerra provocó numerosas huelgas y conflictos laborales en medio de un clima de tensión y auge del crecimiento obrero.  Ahora bien, a pesar de situarse en una posición de neutralidad, oficial, la sociedad española, los medios de comunicación y los propios partidos políticos se dividieron en dos bandos en función de la potencia con la que simpatizaban. Los sectores más conservadores presentaron una clara germanofilia, mientras que los liberales y la izquierda se sentían más cercanos a los aliados. Por su parte, los anarquistas y una minoría dentro del socialismo calificaron el conflicto como un enfrentamiento imperialista; una consecuencia lógica del desarrollo del capitalismo. Por su parte, las revoluciones rusas del año 1917 tuvieron una importante influencia en la deriva política de los grupos políticos y sindicatos de izquierdas. En concreto, en el PSOE se produjo una escisión como consecuencia de la fundación de la Internacional Comunista, pues una minoría pro-soviética abandonó partido para fundar el PCE (Partido Comunista de España). Además, entre la burguésía capitalista y las clases medias dio lugar a la aparición del miedo al contagio comunista.  La influencia de la Revolución Rusa llevó también a que algunos sindicatos se radicalizaron y elevaron el nivel de sus demandas. Además, como consecuencia de la crisis económica de posguerra y a la desigualdad social que esta provocó, esos sindicatos extendieron su influencia entre la clase trabajadora. De esta manera, la UGT aumentó el número de sus afiliados de 160.000 en 1916 a 240.000 en 1921, mientras que la CNT pasó de 80.000 afiliados a 600.000 en ese mismo periodo.


Después de la pérdida de las últimas colonias en el año 1898, la intervención en Marruecos pasó a ser uno de los principales ejes de la política exterior española. La clase política, y la sociedad en su conjunto, percibieron el establecimiento de un protectorado al otro lado del Estrecho como una forma de salir del aislamiento internacional y recuperar el prestigio nacional perdido tras el conflicto con los Estados Unidos. Ahora bien, no fijaron las respectivas zonas de influencia con Francia hasta la Conferencia de Algeciras de 1906. En ella a España le correspondíó la zona norte, que incluía la riqueza minera del conflictivo territorio del Rif.  En 1909, como consecuencia del recrudecimiento de los enfrentamientos entre las tropas españolas y los rifeños, el gobierno decidíó enviar refuerzos mediante la movilización de los reservistas barceloneses. Esto desencadenó una oleada de protestas, que alcanzaron su máximo nivel de tensión con la huelga general y las manifestaciones acaecidas en los días en que las tropas embarcaban. En este contexto, se produjo en Marruecos la emboscada en el Barranco del Lobo, con numerosas bajas entre los soldados españoles. La principal consecuencia de este acontecimiento fue la transformación de la huelga en una protesta con barricadas y grupos armados que se enfrentaron a las fuerzas del orden en Barcelona. El gobierno actuó con rapidez y excesiva dureza para poner fin a la revuelta, lo que llevó a Alfonso XIII a pedir la dimisión al presidente Antonio Maura.  El otro marco temporal objeto de análisis va de 1921 a 1925. En el primero de esos años, el gobierno español tomó la decisión de someter de forma definitiva su zona del protectorado, por lo que el general Silvestre inició la ocupación de la regíón de Yebala, en el sector central del Rif. Sin embargo, las tropas españolas, con el fin de ocupar rápidamente la bahía de Alhucemas, se internaron demasiado en un territorio montañoso que, además, estaba alejado de sus bases de aprovisionamiento. De esta manera, el líder rifeño Abd el-Krim derrotó a los españoles en Annual, donde murieron y desaparecieron unos 10.000 soldados, entre ellos el propio general Silvestre.  Además de la pérdida de buena parte del territorio ocupado en los años anteriores, el desastre de Annual tuvo importantes consecuencias políticas. De entre ellas, sin lugar a dudas, cabe destacar el Golpe de Estado de Primo de Rivera, que puso fin al sistema parlamentario. En gran medida el cambio de régimen se debíó a la necesidad de ocultar el contenido del informe sobre las responsabilidades de Annual elaborado por una comisión presidida por el general Picasso. Durante la dictadura, ante la dificultad para recuperar las zonas perdidas, España optó en un primer momento por una política de contención para impedir la expansión de la zona rebelde. Posteriormente se llegó a un acuerdo con el gobierno francés para organizar una acción conjunta que, en 1925, hizo posible que se desarrollará una gran operación de desembarco en Alhucemas. En los meses que siguieron a ese acontecimiento, los rebeldes rifeños no dejaron de retroceder hasta la rendición final de Abd el-Krim en 1927 ante las tropas francesas.


Analiza la crisis general de 1917: sus causas, manifestaciones…

En el contexto de la crisis económica y política que afectó a España en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, durante el verano de 1917 el régimen de la Restauración vivíó uno de sus momentos más críticos. Confluyeron en el tiempo tres conflictos que serán objeto de análisis en los siguientes párrafos.  En primer lugar se ha de hacer referencia a la crisis militar, que se materializó en la formación de las Juntas de Defensa. El problema se originó por el malestar que había generado, dentro del ejército, el proyecto de reforma militar del gobierno. Pues este incluía la reducción del número de oficiales y una modificación en el sistema de ascensos. Este descontentó, que afectaba principalmente a los militares jóvenes, se puso de manifiesto con la aparición de las Juntas de Defensa y el manifiesto que estas presentaron al gobierno en Junio de 1917. Finalmente, la intervención de Alfonso XIII a favor del ejército terminó por frustrar el proyecto reformista.  La crisis militar fue seguida de otra de carácter político, que tuvo como principal exponente a la Asamblea de Parlamentarios. En el origen hemos de situar la interpretación que algunos grupos de oposición –republicanos, socialistas y nacionalistas- hicieron del suceso de las Juntas de Defensa. La debilidad del gobierno fue vista como una nueva señal de la creciente debilidad del Régimen de la Restauración y, por tanto, una oportunidad para reformar el sistema de forma integral. A esto se ha de añadir el cierre de las Cortes y la suspensión de las garantías constitucionales decretada por el gobierno conservador de Eduardo Dato. Como respuesta a esas medidas, el líder de la Lliga Regionalista, Francesc Cambó, convocó a todos los senadores y diputados a formar en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios. En su reuníón del mes de Julio, los representantes acordaron formar un nuevo gobierno provisional y dotar al país de una nueva constitución donde se abriera la posibilidad a la autonomía de algunos territorios. Sin embargo, el escaso respaldo de los distintos partidos políticos a la Asamblea –asistieron únicamente setenta de los setecientos sesenta senadores y diputados- terminó por condenar al fracaso las diversas iniciativas de sus miembros. Por último, abordaremos la crisis social, que tuvo su momento álgido en la huelga general del mes de Agosto. Previamente, en Marzo de 1917, la UGT y la CNT, que por entonces eran los sindicatos que agrupaban a un mayor número de trabajadores, suscribieron un manifiesto a favor del establecimiento de una república democrática. De esta manera, con el fin de terminar con la monarquía y el sistema político de la Restauración, convocaron una huelga general para el verano. Sin embargo, esta únicamente tuvo cierta incidencia en algunos sectores industriales de Madrid, Barcelona, País Vasco y Asturias. Aún así, los disturbios obligaron a que el gobierno recurriera al ejército, cuya intervención provocó más de setenta muertos. Además, el número de detenidos, entre los que se encontraban los miembros del comité de huelga, se elevó a los dos mil.


A mediados de Septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, líderó un Golpe de Estado contra el gobierno constitucional, al que logró derribar sin apenas resistencia. Se inauguró entonces un régimen político con tintes regeneracionistas y similar al de otros regíMenes autoritarios de la Europa de entreguerras; especialmente en lo relativo al intervencionismo estatal y el corporativismo. La dictadura de Primo de Rivera se presentó como un régimen temporal dirigido a solucionar, en un corto margen de tiempo, los principales problemas que padecía el país. Ahora bien, dentro del estatismo propio de unas estructuras autoritarias, el sistema evoluciónó, siendo posible distinguir dos fases bien diferenciadas dentro del mismo: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930).  En la primera de esas dos etapas se disolvieron las Cortes y se decretó el estado de guerra, quedando en suspenso la Constitución de 1876. Además, se prohibieron las actividades de sindicatos y partidos políticos, al tiempo que se establecieron fuertes medidas represivas contra los grupos anarquistas, comunistas y nacionalistas. En lo relativo al gobierno local, los ayuntamientos quedaron disueltos, siendo sustituidos por las llamadas juntas de vocales asociados. Estos cargos, estrechamente vinculados al sistema caciquil propio de la Restauración, eran designados por los mayores contribuyentes del municipio.  Sin lugar a dudas el gran éxito de la dictadura en ese primer periodo fue la victoria en el conflicto marroquí, que comenzó a fraguarse en 1925 con el desembarco de Alhucemas. La ofensiva conjunta acordada entre España y Francia permitíó someter a los rifeños liderados por Abd el-Krim, pacificando así el protectorado.  Precisamente ese año se inauguró la segunda fase de la dictadura, en la que un gobierno de carácter civil sustituyo al militar. Con esa medida, Miguel Primo de Rivera pretendía mantenerse en el poder durante un periodo de tiempo más largo y, a su vez, manifestaba su deseo de establecer un régimen político de corte autoritario siguiendo el modelo de la Italia de Mussolini. Con ese fin había fundado en 1924 la Uníón Patriótica, un grupo político de derechas que, mediante la propaganda, debía lograr apoyo popular para la dictadura.  Primo de Rivera profundizó en la construcción de su proyecto político con la convocatoria de la Asamblea Nacional Consultiva en 1926. Este organismo, compuesto por representantes del Gobierno, la Administración del Estado y la Uníón Patriótica, tenía como objetivo elaborar una nueva ley fundamental. Se trataba, al fin y al cabo, de una institución totalmente controlada por la dictadura y, por tanto, con escasa capacidad real de decisión. A las cuestiones políticas hemos de añadir las de carácter económico y social. Sobre las primeras es importante señalar que España se aprovechó de la coyuntura expansiva del periodo que conocemos como los felices años veinte. Los objetivos económicos de la dictadura fueron, fundamentalmente, impulsar el desarrollo de la industria nacional a través de la concesión de ayudas y una marcada política proteccionista. 


En el primer tercio del Siglo XX, con varias décadas de retraso con los países de la Europa Occidental, se desarrolló en nuestro país la transición demográfica. Se inició así un proceso de cambio en la población que se prolongó hasta mediados de esa centuria. Ahora bien, en España el descenso de las tasas de mortalidad y natalidad fue simultáneo, mientras que en los países industrializados la reducción de la primera de ellas precedíó a al descenso de la segunda. Aún así, la cantidad de población del país experimentó un notable crecimiento debido al descenso más rápido de la mortalidad. En el ámbito de los movimientos naturales, es necesario señalar que, desde finales del Siglo XIX, comenzó el descenso de la tasa de mortalidad, que pasó de 29‰ en 1900 a 17‰ en 1930. Este cambió fue particularmente importante en la infantil, donde el número de fallecidos de menos de un año por cada mil nacidos se redujo de 204 a 117 en ese mismo periodo de tiempo. Como consecuencia de todo esto aumentó la esperanza de vida, que pasó de 35 años en 1900 a 50 en 1930. De entre los factores que contribuyeron a ese descenso, cabe destacar la práctica desaparición de mortalidad catastrófica -con la excepción de la letal epidemia de gripe de 1918- y la mejora de las necesidades básicas -alimentación, vestido y vivienda-, así como en los servicios públicos higiénicos y sanitarios, de limpieza, alcantarillado y agua potable. Estas mejoras atenuaron e incluso acabaron con las enfermedades infecto-contagiosas que causaban la mayor parte de las defunciones, sobre todo en la infancia. Por su parte, el descenso de las tasas de natalidad fue más lento, pues pasó del 34‰ en 1900 al 28‰en 1930. Fundamentalmente se debíó a la modernización de la vida urbana y la incipiente incorporación de la mujer al trabajo no doméstico, hecho que favorecíó el control de la natalidad con medidas anticonceptivas elementales. El tardío pero intenso descenso de la mortalidad elevó las tasas de crecimiento natural a nivel de las europeas del Siglo XIX: por encima del 1%0 anual. En lo que se refiere a los movimientos migratorios interiores y exteriores es necesario indicar que se multiplicaron a partir de fines del XIX. En los primeros años del Siglo XX aumentó de forma muy notable la emigración a ultramar, teniendo un espectacular aumento hasta la Primera Guerra Mundial. El proceso migratorio interior estuvo íntimamente relacionado con el progreso del sector industrial y terciario, así como con el desarrollo urbano de este periodo. El proceso de urbanización comenzó en la segunda mitad del Siglo XIX y se aceleró a partir de las décadas de 1910 y 1920 por el desarrollo de la industria. En 1930 Madrid y Barcelona superaban ya el millón de habitantes, mientras que diez capitales de provincia estaban por encima de los cien mil. Entre 1900 y 1930 la población urbana crecíó pero todavía estábamos lejos de la tasa de urbanización de los principales países industriales europeos. A todo esto hemos de añadir que la modernización demográfica y económica se reflejó también en la distribución de la población activa, con un descenso en la agricultura y una creciente mano de obra industrial y de servicios.


Explica las causas que llevaron a la proclamación de la Segunda…

La Segunda República es uno de los episodios clave de la historia del Siglo XX en España. Durante esos cinco años los distintos gobiernos iniciaron una política reformista que, en numerosas ocasiones, tuvo que enfrentarse a los sectores más conservadores y a la oligarquía industrial y agraria. Las tensiones se recrudecieron en los años finales del periodo republicano, desembocando en una sublevación militar que dio origen a una Guerra Civil en Julio de 1936. De entre las causas que permiten entender el cambio de régimen en España hay que destacar, en primer término, las dificultades para retornar a un régimen de monarquía constitucional tras los años de la dictadura de Primo de Rivera. El agotamiento del sistema de la Restauración, así como de los propios partidos dinásticos, unido al respaldo que en su día había prestado Alfonso XIII al dictador, hacían imposible el retorno a la situación anterior. A esto hemos de añadir el compromiso para la construcción de un régimen republicano que habían alcanzado los partidos de la oposición en Agosto de 1930, el llamado Pacto de San Sebastián. De esta manera, una vez convocadas las elecciones municipales para el 12 de Abril de 1931 –los primeros comicios que se celebraban después de la dictadura-, socialistas y republicanos optaron por concurrir en una candidatura única y plantearlas, de facto, como un plebiscito sobre el régimen monárquico. Si bien, haciendo uso de los mecanismos propios del sistema caciquil, los partidos dinásticos obtuvieron la victoria en el conjunto del territorio, fueron derrotados en cuarenta y una de las cincuenta capitales de provincia, así como en Cataluña, Valencia y las cuencas mineras. En consecuencia, los resultados fueron interpretados como un rechazo al sistema, de tal modo que el propio monarca optó por abandonar España, proclamándose la república el día 14 de Abril.   Estos hechos coincidieron en el tiempo con la mayor crisis económica del Siglo XX, que se inició con el crack de Wall Street en 1929. Sin embargo, la llamada Gran Depresión afectó tarde a la economía española que solo comenzó a acusar sus efectos hacia 1932. El sector más afectado fue el comercio exterior, que experimentó un descenso del 30%. De ahí que las repercusiones de la crisis fueran más evidentes en los sectores con mayor dinamismo y dependientes del consumo exterior. Hablamos, básicamente, de las exportaciones de cítricos, vino y aceite de oliva en el campo de la agricultura, si bien también se dejó notar con fuerza en la minería. Además, la recesión a nivel mundial condujo a la polarización de las posturas políticas y a la proliferación de regíMenes fascistas, siendo la Alemania de Hitler el caso más significativo. Como respuesta se produjo la formación de los Frentes Populares de izquierda en varios países de Europa, tal como sucedíó en España en 1936.


Resume las reformas impulsadas durante el bienio reformista de…

Con el fin de modernizar y elevar el grado de democratización del país, durante el primer bienio de la Segunda República (1931-1933) se emprendíó una política general de reformas. Estas afectaron, fundamentalmente, a cinco ámbitos: las relaciones Iglesia-Estado, el ejército, la educación, el mundo del trabajo y la cuestión territorial. En los siguientes párrafos se procederá a abordar, de forma sucinta pero completa, cada una de ellas. En lo que respecta a la religión, el gobierno republicano pretendía establecer una clara separación entre el Estado y la Iglesia, así como reducir la influencia reducir la influencia de esta última en la sociedad española. Con ese fin, se aprobaron una serie de medidas legislativas encaminadas a cumplir los principios secularizadores de la recién aprobada constitución. De entre ellas cabe destacar la Ley de Divorcio y la Ley sobre Confesiones y Congregaciones Religiosas.  Entre Abril y Septiembre de 1931, el Gobierno Provisional aprobó una serie de decretos en los que Manuel Azaña, que por aquel entonces simultaneaba las funciones de presidente del Gobierno y ministro de Guerra, pretendía modernizar el Ejército español y favorecer el ascenso de los militares más fieles al nuevo régimen. En primer lugar, se obligó a todos los oficiales a prometer fidelidad a la República mediante la fórmula establecida por la ley del 22 de Abril. A esto se añadió, tres días después, el decreto de retiros extraordinarios, con el que se pretendía terminar con la macrocefalia que aquejaba al estamento militar español. También se reorganizó el ejército peninsular –reducción de sus divisiones de dieciséis a ocho-, se cerró la Academia General Militar de Zaragoza y se reguló el sistema de ascensos por méritos de guerra. Este conjunto de decretos fueron refundidos y refrendados por el Gobierno y las Cortes Constituyentes salidas de las elecciones de 1931.  La reforma educativa planteada durante el bienio se apoyaba en tres principios básicos: la gratuidad de la educación, su carácter universal y la laicidad de la misma. Por todo ello, entre 1931 y 1933 se construyeron unas 13.000 escuelas, al tiempo que se aumentó el número de maestros de 36.000 a 51.000. En materia laboral, fue el ministro socialista Francisco Largo Caballero quien promovíó la aprobación de textos como la Ley de Contratos de Trabajo o la de Jurados Mixtos, ambas encaminadas a mejorar las condiciones de trabajo de los asalariados.  Por último, hemos de hacer referencia a los estatutos de autonomía, por medio de los que la Constitución de 1931 pretendía dar salida al problema territorial de España mediante la concesión de un régimen político y administrativo especial a determinadas regiones. De entre ellas, únicamente Cataluña logró aprobarlo durante este bienio; más en concreto en Septiembre de 1932. Por su parte, gallegos y vascos iniciaron también el proceso, que no vería la luz hasta 1936.


Relaciona la Guerra Civil española con el contexto…

El comienzo de la Guerra Civil coincidíó con uno de los momentos más tensos en las relaciones internacionales del Siglo XX. Desde el ascenso del partido nacionalsocialista de Adolf Hitler al poder, la política exterior de los países europeos se fue enrareciendo hasta formarse dos bloques claramente diferenciados: las democracias, encabezadas por británicos y franceses, y los regíMenes fascistas de Italia y Alemania. La tensión internacional a partir de 1936 llegó a tal nivel que cualquier crisis podía provocar el estallido de una nueva Guerra Mundial. Por ese motivo, el estallido del conflicto español provocó división de opiniones e inquietud entre los políticos y la opinión pública, sobre todo en Gran Bretaña y Francia. Es en ese punto donde se ha de situar el origen del Comité de No Intervención, impulsado por el gobierno francés con el apoyo del británico. En Agosto de 1936, se adhirieron a él un total de veintisiete estados, entre los que se encontraban Alemania, Italia y la Uníón Soviética. Todos ellos se comprometieron a no intervenir en el conflicto español, ya fuera mediante la actuación directa o por medio de la venta de cualquier tipo de material bélico. Ahora bien, al tiempo que esas potencias suscribían el acuerdo, tanto el gobierno republicano y como el bando sublevado solicitaron ayuda militar a las potencias europeas. Esto se debíó, fundamentalmente, a la escasez de medios de la España de entonces en lo relativo a equipamiento militar y armamento.


Especifica los costes humanos y las consecuencias…

Desde Julio de 1936 hasta Abril de 1939, España sufríó los destrozos materiales y sociales de una cruenta Guerra Civil. Iniciada por un Golpe de Estado militar, el conflicto acabó enfrentando a los partidarios de la España tradicional, católica y de pequeños y grandes propietarios con la España progresista, anticlerical, obrera y campesina. La consecuencia más inmediata, después de la guerra, fue la pérdida de vidas humanas. Se calculan en torno a las 150.000 las víctimas de las represiones de uno y otro bando, y otras tantas en el frente; lo que eleva el número de muertos por encima del medio millón. Al margen de las pérdidas humanas por fallecimiento, desde el punto de vista social la consecuencia más importante fue el exilio de más de medio millón de españoles. Es cierto que muchos de ellos volvieron a la Península en los meses que siguieron al final de la Guerra Civil. Sin embargo, por temor a la represión franquista, algo más de 150.000 continuaron viviendo en el extranjero. Además, tanto la población que había desarrollado actividades políticas en grupos de izquierdas como sus familiares, fueron estigmatizados por el bando vencedor. 

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